En el Día de la Diversidad Biológica, WWF Chile enfatizó la necesidad de alcanzar un nuevo acuerdo para proteger la naturaleza, que es clave para el bienestar de las personas.
Este domingo 22 de mayo se celebra un nuevo Día de la Diversidad Biológica o Día de la Biodiversidad, una efeméride ambiental que encuentra al planeta en un momento crucial para la definición de un nuevo marco que proteja la naturaleza hacia el futuro.
Como explica Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile, las llamadas metas de Aichi, en total 20 establecidas para el periodo 2011-2020 en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica, ya caducaron sin que llegaran a cumplirse cabalmente.
En su reemplazo, se debe establecer un nuevo pacto para la protección de la naturaleza, que permita detener la creciente pérdida de especies y ecosistemas a nivel mundial y también en Chile.
Como lo indica el Informe Planeta Vivo 2020 de la organización, entre 1970 y 2016 las poblaciones de vertebrados han caído un 68% a nivel global; a ello se suman los datos de un reciente informe de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), que advierte que cerca de un millón de especies animales y vegetales están amenazadas por diversos impactos humanos, tanto directos como indirectos.
“Creemos que Chile tiene la capacidad de tomar un liderazgo en una de las metas más importantes para salvaguardar la biodiversidad: la protección efectiva del 30% de los océanos y territorios al 2030 con un enfoque basado en derechos humanos y equidad social”, señala Catalán.
Además precisó que si bien el país ya cuenta con un 42% de la superficie marina y un 21% de la terrestre bajo alguna figura de protección ambiental, aún quedan brechas territoriales y de representación que deben ser subsanadas.
A ello se suman diversos desafíos, como la implementación de una conservación efectiva con planes de manejo, que vaya más allá de la mera declaración de áreas protegidas, así como un financiamiento sostenible para éstas, además del establecimiento de una amplia participación de comunidades locales e indígenas, con equidad social y de género. Asimismo, otro punto crítico es abordar la protección de la biodiversidad fuera de las áreas protegidas, como es el caso de los paisajes productivos.
Esta mirada de conservación también debe abarcar la naturaleza que ya se ha perdido, explorando e implementando, por ejemplo, iniciativas de restauración de bosques nativos, que también forman parte de los compromisos climáticos de Chile.
“Proteger la naturaleza no es una moda o un gusto que se puedan dar algunos países con grandes recursos, sino que se trata de una necesidad básica, sobre todo para países como Chile, con una alta dependencia de su biodiversidad y ecosistemas”, detalla el experto.
«La crisis sanitaria y la irrupción de conflictos bélicos muestran lo frágil de nuestra forma de vida y nos recuerdan que dependemos de la naturaleza para satisfacer necesidades vitales como la alimentación, donde la acción de polinizadores como las abejas es crucial, así como la existencia y salud de una diversidad de plantas y animales. Por tanto, conservar la biodiversidad claramente aporta a nuestra seguridad y soberanía alimentaria y ayuda, por ejemplo, a adaptarnos a los impactos climáticos, entre otros beneficios”, agrega.
Por eso sería importante que Chile pueda promover metas más ambiciosas para el nuevo acuerdo global por la biodiversidad, que logre tener el peso y la adhesión que logró el Acuerdo de París en lo que respecta al cambio climático.
“Esto será definido en septiembre próximo en Kunming, China, donde tendrá lugar la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad. Esperamos que los tomadores de decisión estén a la altura del desafío y reiteramos el llamado a Chile a convertirse en un líder que pueda movilizar a los demás países a acordar un nuevo marco global que sea ambicioso y cuya implementación sea transparente y monitoreable, una tarea en la que sin duda estaremos disponibles para colaborar”, enfatiza el ejecutivo