¡Hola! Hace algunos días, con motivo del lanzamiento de un documental de la ONG Ecosistemas sobre minerales e industria bélica, la bióloga Flavia Liberona puso en palabras algo que yo venía sintiendo hace un rato. «António Guterres me está empezando a dar pena», dijo. La pena a la que alude Flavia se explica en su sentido figurado. No es que el secretario general de las Naciones Unidas se haga entender lastimosamente o que su actuar dé pena, sino que Guterres ha sido incansable estos últimos años en tratar de llamar la atención de los gobiernos para estimular la ambición climática. Pero sus palabras no calan o parecen no hacerlo. La sustitución energética de los combustibles fósiles sigue siendo marginal.
Para que se pase a la acción, como reza el dicho, «tendrían primero que caer patos asados del cielo». Y aunque se trata de una hipérbole, poco falta para que las aves migratorias terminen, en efecto, cocinándose en el aire.
De hecho, Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, agregó esa misma semana que “ahora nos encontramos en un territorio verdaderamente inexplorado y, a medida que el clima siga calentándose, es probable que veamos nuevos récords en los próximos meses y años”.
En este segundo número de Juego Limpio, en el que agradezco la buena recepción y comentarios de la edición debut, te contaré del estudio de una académica de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, quien constató que la inyección de energías renovables al sistema eléctrico está impactando positivamente en la salud, al reducir la demanda de atención hospitalaria por enfermedades respiratorias.
Pero, cuando hablamos de energías renovables, no hablamos solo de mejoras en la calidad del aire o de bajas sustantivas en las emisiones de dióxido de carbono, también estamos hablando de la tensión permanente que subyace a la transición energética. En esta edición veremos cómo la opinión de los consumidores finales de energía –o sea, de nosotros–, representados en Conadecus, calienta el ambiente para una sesión clave entre Acciona Energía y la CNE.
Para este edición también hablé con un representante de la Unión Europea, que nos dará detalles sobre la llegada a Chile de Copernicus Latinoamérica, el sistema satelital de monitoreo de la Tierra. En el Termómetro del Clima, un científico del Ceaza nos explicará una infografía acerca de la acumulación de nieve en la Región de Coquimbo, la zona donde más fuerte ha golpeado la sequía en Chile. Y debutaremos con un sección nueva, llamada ¡Eureka!, destinada a las soluciones creativas y tecnológicas en materia medioambiental.
¡Arranquemos!
Cuando hago referencia a que la energía solar está jugando un rol clave en los centros asistenciales, especialmente del Norte Grande del país, no me estoy refiriendo al uso de esta energía o a la eficiencia energética de los equipos médicos, sino a la evidencia que encontró Nathaly Rivera, economista ambiental de la Facultad de Negocios (FEN) de la Universidad de Chile.
En su estudio “The Health Benefits of Solar Power Generation: Evidence from Chile”, publicado en la Journal of Environmental Economics and Management (JEEM), Rivera estableció una relación directa entre la inyección de 1 GWh y la disminución de las admisiones hospitalarias por cuadros respiratorios. «En nuestro estudio primero estimamos el efecto que la inyección de energía solar al antiguo Sistema Interconectado del Norte Grande (el antiguo SING) tuvo en la generación de energía producida con combustibles fósiles. Es ahí cuando encontramos lo que llamamos ‘desplazamiento’: por 1 GWh adicional de energía solar inyectado al sistema, se ‘desplazaban’ 0.6 GWh de energía producida con carbón. En otras palabras, se comenzó a generar un poquito menos de energía sucia cuando las plantas fotovoltaicas se instalaron en el Norte Grande».
¿Qué encontraron? Que efectivamente, por cada GWh adicional, había menos personas siendo ingresadas a hospitales debido a estas causas. «En particular, encontramos una reducción del 2.25% en promedio en los 19 municipios que abarcaba el SING para todas las enfermedades respiratorias. Este número crece a un 16.6% cuando nos centramos solo en los municipios que se encuentran a menos de 10 km de distancia de una planta a carbón desplazada y expuesta directamente a su contaminación».
¿Y la energía eólica puede ayudar también a disminuir las enfermedades? La investigadora me dijo que, en teoría, sí, que se esperaría ver eso. Sin embargo, analizar el efecto de las plantas eólicas –apuntó– es algo más complejo. «Más viento significa más producción eólica y, por lo tanto, más ‘potencial’ para desplazar energías sucias, sin embargo, más viento en las zonas cercanas a la planta eólica también podría significar una mayor dispersión de contaminantes y, por lo mismo, menos contaminación. En definitiva, la relación dependerá bien de dónde están ubicadas las plantas eólicas y dónde las plantas sucias».
Estas últimas semanas, la industria de los salmones ha sido golpeada por la publicidad, la mala publicidad. Días después de que los abogados de la salmonera Joyvio, Gabriel Zaliasnik y Jaime Winter, interpusieron una ampliación de la querella criminal ante el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago en contra del empresario Isidoro Quiroga y los exejecutivos de Australis Seafoods, a quienes acusaron de montar una «organización delictiva», la industria llevó a cabo la primera edición del seminario «Salmón Summit 2024: potenciando la salmonicultura chilena al 2050», organizado por SalmonChile.
Más allá de la mirada estratégica, la industria buscó dar un golpe de efecto en la valoración colectiva hacia la industria, siendo el expresidente Eduardo Frei a quien pusieron en la testera principal para golpear la mesa y pedir que dejaran de «ningunear» a la industria del salmón, para lo cual atacó duramente la Ley Lafkenche. Pudo haber surtido el efecto diseñado, de no ser por el enconado intercambio de columnas de opinión que vino después.
Estefanía González, jefa de campañas de Greenpeace, publicó una columna que puso el acento en lo que llamó la «avaricia de la industria». En un hecho inédito, Cristián Swett, gerente general de la salmonera Multi X, en otra columna, contraatacó con todo, acusándolos de diseminar desinformación y buscando redirigir el escrutinio público hacia las propias ONG con la siguiente pregunta: ¿Por qué estas organizaciones, que afectan directamente a nuestra industria, a nuestros colaboradores y proveedores, no divulgan la procedencia de sus fondos?
Mientras dicho enfrentamiento parecía estar centrado entre cuatro paredes, el influyente medio estadounidense The Washington Post realizó una publicación en que recomendó no consumir salmón chileno, debido a su huella ambiental. En síntesis, alertó a sus lectores que, si querían mantener una dieta sustentable, no debían comer salmón chileno, citando para ello un informe de Seafood Watch –el programa del acuario de Monterrey que elabora una “Guía del salmón sustentable”–. Según dicho informe, el 64.8 % del salmón que se produce en Chile tiene un “alto riesgo ambiental”. Por lo mismo, los autores Naema Ahmed y Allyson Chiu llamaron a consumir salmón silvestre de Alaska, procesado localmente, por ser el que acarrea el menor impacto ambiental, aunque ello signifique un precio más elevado del producto.
Frente a esta sumatoria de mala publicidad, Loreto Seguel, directora ejecutiva del Consejo del Salmón (CDS), organización distinta a SalmonChile, prefirió mirar el vaso medio lleno. En lo sustantivo, me dijo que «el artículo publicado por The Washington Post contiene una afirmación muy positiva para la industria del salmón, ya que indica que, sin importar si es salmón cultivado o capturado, es una alternativa significativamente mejor para el cuidado del medio ambiente que las otras proteínas animales», citando como fuente al National Center for Ecological Analysis and Synthesis.
En la primera edición de Juego Limpio les contaba acerca de la crisis que afecta a las energías renovables, y sobre la paradoja que se da en Chile. Mientras más se valora internacionalmente la apertura de nuestro país hacia la generación de energía limpia –acelerando con ello la transición energética que tanto clama desde la ONU su secretario general, António Guterres, para detener el calentamiento global–, acá la falta de regulación en el mercado eléctrico reduce su competitividad, arriesgándose a vivir con el peligro de la quiebra.
En ese contexto, la empresa Acciona hace algunos meses solicitó a la Comisión Nacional de Energía (CNE) hacer una adecuación del valor en que le vende a las empresas distribuidoras de electricidad, en virtud de una cláusula de variación de precios que permitiría reajustarlos, debido a los cambios que han ocurrido en la normativa desde el 2016 a la fecha y que han implicado un sobrecosto que no había cómo prever al momento de suscribir los contratos en julio de ese año.
A las espera de una audiencia durante la segunda semana de agosto ante el Panel de Expertos –instancia citada para dirimir la controversia y que también buscaría evitar cargar con el problema político de los precios–, una carta de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios (Conadecus) puso un nuevo elemento sobre la mesa y que, según cuentan en el sector, sería difícil no valorar.
El Centro Regional Copernicus para América Latina y el Caribe (CopernicusLAC Chile), anunció el inicio de los servicios de mapas satelitales de “Cobertura y uso de suelos” y “Atlas urbano” para toda la región, los que ya están disponibles en www.copernicuslac-chile.eu.
Jaime Ortega, director científico de CopernicusLAC Chile, me explicó que los mapas de uso y coberturas de suelo son, de alguna manera, una forma de ver los efectos del cambio climático en la naturaleza, ya que permiten observar qué pasa con los cuerpos de agua, qué pasa con el crecimiento –o decrecimiento– de los distintos tipos de vegetación. En ese sentido, señaló que es un muy buen indicador del efecto del cambio climático.
Pero, además de ello, este servicio en temas de desastres tiene varias aplicaciones. «Si uno tiene bien delimitadas las zonas que son bosques, uno podría determinar cuáles son las zonas más riesgosas o menos riesgosas para la construcción de viviendas, porque si tengo un bosque y pongo una vivienda al medio de este, claramente se correrán más riesgos que al construir esa casa en otro lado. Por eso, estas herramientas también permiten planificar de mejor manera dónde y cómo realizar los cortafuegos, por ejemplo, si uno tiene claro qué tipo de vegetación hay en ese lugar, entonces ayudan a la prevención, dando herramientas para determinar mejor cuáles son las mejores zonas habitables o dónde se pueden hacer intervenciones a los suelos».
¿Y sirve para tomar decisiones? Para responder esa inquietud acudí a Ewout Sandker, encargado de negocios a.i. de la Unión Europea en Chile, quien me señaló que, por cierto, «el programa de observación satelital de la Unión Europea Copernicus es una herramienta muy útil, ya que provee información sobre distintas variables relevantes para la gestión territorial», pero no se limita solo a esto.
Las imágenes que provee la constelación de satélites del programa –añadió– pueden tener infinidad de aplicaciones, que van desde identificar las mejores zonas de irradiación solar para instalar paneles fotovoltaicos, aplicaciones para el monitoreo de polen que permiten dar alertas sobre alergias, mapas para el monitoreo en tiempo real de desastres como terremotos, incendios e inundaciones, monitoreo de plásticos en los océanos, mediciones de gases de efecto invernadero y calidad de aire, entre muchas otras.
De acuerdo con el último estudio de Ceaza, el estado actual del sistema hidrológico de la Región de Coquimbo se encuentra en una situación muy delicada, debido a las precipitaciones bajo lo normal que se han registrado en promedio en los últimos 5 años. Esto ha provocado bajos caudales por cuarto año consecutivo.
Sin embargo, los niveles de embalse continúan estando mayormente bajos, totalizando casi un 9% de la capacidad regional. Los modelos indican que, durante el trimestre julio/agosto/septiembre de 2024 la precipitación en la Región de Coquimbo estaría por debajo del rango normal para la época del año. Esto se traduce en que los sistemas frontales que eventualmente pasen por la región no aportarían mayor precipitación a la ya caída durante los meses anteriores.
En cuanto a la cobertura de nieve en la Región de Coquimbo, Claudio Orrego, encargado del Área Meteorológica del Ceaza, explica:
Es importante mencionar que la nieve es la principal fuente de agua dulce en la Región de Coquimbo y desde el Centro Científico Ceaza están trabajando para conocer sobre la cantidad de agua que contiene la nieve, información vital para la gestión adecuada del recurso hídrico.
En esta nueva sección te cuento sobre algunas de las novedades en términos de medio ambiente y sustentabilidad.
Bus a hidrógeno verde: En su última Cuenta Pública, el Presidente Gabriel Boric destacó el proyecto del primer bus a hidrógeno desarrollado y fabricado íntegramente en Chile como una de las iniciativas más innovadoras del país. Este proyecto surgió en diciembre del año pasado, gracias a la colaboración de Anglo American, Colbún, Reborn Electric Motors, y con el apoyo de Corfo, el Centro Nacional de Pilotaje y Fundación Chile. Siete meses después, se presentaron los avances en la fábrica de Reborn en Rancagua, incluyendo la llegada y puesta en marcha de la celda de combustible de hidrógeno y el set-up de pruebas.
Con agua de niebla y energía solar: Investigadores de la Pontificia Universidad Católica realizaron la primera cosecha de lechugas en el desierto de Atacama, específicamente en el sector Falda Verde de Chañaral. Utilizando invernaderos hidropónicos con agua de niebla y energía solar, este proyecto se lleva a cabo en colaboración con la Agrupación de Atrapanieblas de Atacama. Los atrapanieblas, ubicados entre 700 y 800 msnm, recolectan en promedio 100 litros de agua al día. Los invernaderos, construidos con madera y polietileno, permiten controlar el clima y mantener la producción durante todo el año. Con sistemas hidropónicos y energía solar generada por paneles fotovoltaicos, ha sido posible producir hasta 40 plantas de lechuga por metro cuadrado en solo 30 días, en una región con apenas 18 mm de precipitación anual.
Turbinas en el mar: Hace dos años, la empresa noruega Wind Catching Systems presentó un innovador proyecto de energía eólica marina que reemplaza a las tradicionales turbinas de tres palas por un sistema de multiturbina flotante. Este rediseño busca revolucionar el sector de la energía eólica y recientemente ha recibido un gran impulso, avanzando de ser una alternativa prometedora a una opción viable y real.
Mucho más eficiente que las turbinas gigantes. El diseño Windcatcher se basa en una «pared» flotante de más de 100 turbinas eólicas, cada una de 1 MW. Según prometía entonces la compañía, la eficiencia es de hasta cinco veces mayor que la turbina actual más grande. ¿Cómo es posible? Principalmente porque, al ser turbinas más pequeñas con aspas más cortas, son capaces de aprovechar mejor los fuertes vientos del mar.
Y bien, hasta aquí llegamos con esta segunda edición de Juego Limpio. Les deseo que continúen con una buena semana y nos vemos el próximo martes. ¡Hasta entonces!