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Larraín culpa a los Bancos Centrales de EE.UU. y Europa por tener gran responsabilidad en la apreciación del peso

En una columna en el Financial Times, el ministro de Hacienda dice que «una parte significativa de la apreciación del peso chileno es el resultado de las varias rondas de flexibilización quantitativa (QE)».


Ya lo había dicho en un par de ocasiones el año pasado, pero ahora el marco tiene más impacto: el Financial Times, el prestigioso diario financiero, que junto a Bloomberg y al Wall Street Journal, marca la pauta en el mundo de los negocios y la economía.

En una columna publicada hoy, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, que la oleada de medidas de “flexibilización cuantitativa” (QE en inglés) que siguen implementando los bancos centrales de Estados Unidos, Europa y ahora Japón, es algo preocupante para las economías emergentes.

Titulada, “No se olviden del efecto de QE en las economías emergentes”, Larraín dijo que esas medidas tienen un alto grado de responsabilidad en la fortaleza actual del peso chileno y otras monedas de la región como la de Colombia, México y Perú.

En el caso de Chile fue enfático: “Por cierto que un crecimiento de casi 6 % en los tres últimos años jugó un rol. Es una cifra alta comparada con la de la mayoría de los países industrializados, pero la apreciación que hemos visto no se puede explicar por solo ese factor. El precio del cobre no ha tenido un alza consistente y lineal desde 2010, por lo que no se le puede culpar por el escenario cambiario actual. Es difícil escapara a la conclusión que una parte significativa de la apreciación que hemos visto en Chile es el resultado de las varias rondas de QE”.

El ministro de Hacienda explica que las medidas tomadas por los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han introducido más liquidez a los mercados y dan apoyo a sus economías, pero han sido las economías emergentes que han tenido que absorber la gran masa de la apreciación cambiaría que ha seguido a cada ronda de QE. Y para los países con flexibilidad cambiaría y mercados abiertos -como Chile- han sido incluso peor. Da como ejemplo el caso de China, que al manejar su moneda, no ha sufrido el mismo impacto.

Resalta que las economías más abiertas de América Latina, como Colombia, México, Perú y Chile, han visto sus monedas apreciarse cerca de un 10% frente al dólar en 2012. Explica que para la economía chilena, al este completamente integrada al mercado global de capital y productos, un dólar barato es de especial preocupación para el sector exportador.

“Visto desde Santiago”, sigue la columna, los países que actualmente siguen políticas monetarias no convencionales deben responder si estas medidas no terminaran con socavando sus objetivos deseados, ya que la política monetaria puede ser útil en solucionar problemas particulares de demanda en el corto plazo, pero son inefectivas en impulsar crecimiento sostenible al largo plazo.

También advierte que en un escenario con tasas reales negativas se arriesga caer en una “trampa de liquidez”, como le sucede a Japón, que lleva dos décadas de estancamiento económico.

Y por último, Larraín escribe que los países implementando QE deben preguntarse si esto no es una forma de evitar implementar las tan necesarias reformas estructurales a sus economías.

Ante esos dilemas, el ministro de Hacienda dice que la respuesta de las economías emergentes debe ser una política fiscal responsable que contiene el gasta y así la apreciación de la moneda es limitada.

En Chile, dice Larraín, “hemos seguidos esta meta aumentando el gasto público significativamente menos que el PIB de los últimos dos años. Pero admite que esto a veces no es suficiente. Destaca que las economías emergentes también pueden combatir la apreciación cambiaría interviniendo el mercado, pero esto es caro y probablemente genere pérdidas para sus bancos centrales. Pero dice que ese tipo de medidas de intervención pueden ser efectivas en el corto plazo si son complementadas con medidas “macroprudenciales”.

Advierte que apreciaciones severas arriesgan que una economía decida adoptar medidas de control de capitales y tentar a imponer trabas al comercio con medidas proteccionistas.

Larraín concluye que el efecto real de las políticas de QE es contraproducente para la economía global.

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