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Michel Jorratt llegó a Martelli por Alberto Arenas y la Reforma Tributaria se gestó en la precampaña

Michel Jorratt llegó a Martelli por Alberto Arenas y la Reforma Tributaria se gestó en la precampaña

Los cerca de quince informes que realizó Jorratt durante 2012 prueban que existió una precampaña que fijó las bases que contendría el programa que se redactaría un año después. Alberto Arenas, que no aparece como receptor de ninguna de las boletas de la sociedad de Giorgio Martelli, fue el enlace –al menos indirecto– para que el técnico tributario llegara a él.


En diciembre de 2011, Alberto Arenas llamó a Michel Jorratt. El ex director de Presupuesto (Dipres) y que sería el jefe programático de la campaña de Michelle Bachelet, quería que lo ayudara a elaborar la estructura de una reforma tributaria para el nuevo Gobierno.

Las dudas de Jorratt apuntaron sobre todo al tiempo que esto le requeriría. Arenas le habría hablado de una media jornada, lo que implicaba que el experto tendría que dejar a un lado asesorías que sí le compensaban económicamente.

Finalmente, esa fue la razón por la que Jorratt terminó con un contrato de asesoría tributaria con la sociedad “Asesorías y Negocios SpA”. El documento lo firmó en un local del Tavelli.

Varias pistas apuntan a que Alberto Arenas fue la persona que le encargó los trabajos pagados por la firma de  Giorgio Martelli, aunque Jorratt siempre se ha cuidado de dar su nombre.

En abril de este año, ante una pregunta de El Mercurio sobre quién lo contactó, el asesor respondió: “Me contactó un economista que en ese tiempo trabajaba en la Universidad de Chile”. Arenas ocupaba un puesto en la Facultad de Economía y Negocios de dicha casa de estudios en ese período.

Más cuidadoso fue en su entrevista del 20 de mayo a la revista Qué Pasa. Días después que le pidiera la renuncia el nuevo ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, Jorratt contestó sobre el tema lo siguiente:

¿Es en ese momento recuerda que conoció a Martelli?
-Sí, me llamó la atención el nombre. A (Giorgio) Martelli lo conozco porque era quien firmaba el contrato en Asesorías y Negocios, y yo firmé contratos con esa empresa. De hecho lo vi una sola vez, por 10 minutos, un día en que nos juntamos en un Tavelli a firmar un contrato.

-¿Quién lo contacta en ese tiempo?
-Prefiero no dar nombres, porque no quiero involucrar a otras personas sin su autorización, pero eran economistas ligados a la Nueva Mayoría, que estaban pensando en futuras reformas para un futuro gobierno.

-¿Por qué?
-Por respeto a las personas que estaban ahí, porque no he conversado con ellas. No sé si les molesta o no que yo diga sus nombres.

-¿En qué consistió su trabajo?
-Hice varios informes durante 2012, que mostré a los medios, que tenían que ver con propuestas de reformas tributarias. Fueron más bien una especie de informes acumulativos que terminan con una propuesta ya más contundente de una reforma tributaria.

-¿Cuándo terminó esos trabajos?
-Mi último pago fue en marzo de 2013.

Quince informes con nombre y apellido

Las boletas que emitió Jorratt van desde enero de 2012 a marzo de 2013 e involucraron un pago mensual de $1.111.111.

Las horas hombre que el especialista dedicó no eran precisamente para “estudiar el sistema tributario en Ucrania, sino que era bastante más concreto: elaborar las bases de la reforma tributaria que se haría en Chile”, dice una fuente.

La idea era que una reforma que implicara recaudar entre 2 y 3 puntos del PIB requería un sólido respaldo técnico y para eso había que hacer estudios. No se podía repetir el programa del primer Gobierno de Bachelet, que se consideraba una “lista de compras”. Tampoco se podía arribar al Gobierno sin tener clara la forma en que ese volumen de ingresos fiscales se conseguiría, explica un integrante de aquel equipo. De hecho, el proyecto de Reforma Tributaria se envió el martes 1 de abril de 2014.

Durante 2012, Michel Jorratt se abocó a diseñar el cambio de impuestos más radical desde el Gobierno de Aylwin. Estudió las modificaciones que estaba realizando la administración de Piñera y delineó los caminos que podía tomar la administración de Bachelet.

Preparó alrededor de 15 informes, entre los cuales se encuentran: “Diagnóstico del sistema tributario”, “Lineamientos de una reforma tributaria”, “Propuesta de ampliación de la base imponible para aumentar la recaudación”, “Impactos de cambiar la tasa impositiva en la recaudación” y “Una propuesta tributaria para Chile”, según describió en una entrevista a El Mercurio, el 13 de abril pasado.

También acumuló información estadística que permitía dimensionar los efectos de los cambios propuestos. Por ejemplo, si se sube un punto el impuesto de primera categoría, cuánto se recaudaría.

“Ese trabajo de Jorratt ayudó a ganar mucho tiempo”, recuerda una fuente. Mientras otra señala que el asesor tributario “era nuestro baluarte. Él prestaba el soporte técnico”.

En paralelo, operaban otras iniciativas de manera pública. Ya a fines de 2011, los senadores Jorge Pizarro (DC) y Camilo Escalona (PS) comenzaron a hablar de la necesidad de una reforma tributaria profunda. «Las reformas sociales que debemos impulsar requieren una mayor recaudación fiscal del orden de 3% del PIB. Este 2011 transitoriamente se elevó el impuesto a las empresas al 20% y ya el 2012, se rebajará al 18,5%», declararon, criticando así el alza de impuestos que el Gobierno de Piñera impulsaba y que la oposición llamó “ajuste tributario”. En ese entonces, Pizarro oía los consejos de Julio Valladares, y Escalona, los de Alberto Arenas. Ambos, Valladares y Arenas, venían trabajando codo a codo desde los tiempos de la Dirección de Presupuesto.

En abril de 2012, se dio a luz el documento de la “Comisión Técnica de la Oposición para una Reforma Tributaria”, presidida por el senador Ricardo Lagos Weber. Esta comisión estuvo integrada por Hernán Frigolett (PS), Alejandro Micco (DC), Karina Oliva (MAS), Patricio Palma (PC) y Guillermo Vásquez (PRSD), donde se recogió buena parte de lo que después sería la Reforma Tributaria (equiparar rentas del capital con las rentas del trabajo, extinguir el FUT, elevar la tasa de primera categoría y eliminar la renta presunta, entre otras). Esto le dio el piso político amplio que requeriría la discusión que vendría un año y medio después, ya con Michelle Bachelet en La Moneda.

Entre los que asistieron a las 27 audiencias que se llevaron a cabo figuran Michel Jorratt y el ex director del SII, Ricardo Escobar, así como el ex asesor del director del SII, Javier Valdés, además de representantes de los centros de estudios de distinto espectro.

También se dio a conocer ese año el trabajo de CEP-Cieplan sobre cambios tributarios que recogió a distintos autores, entre los que se hallaba nuevamente Michel Jorratt.

Los temas se volvieron a discutir cuando se conformó la comisión de reforma tributaria para elaborar el programa de Gobierno en 2013. En ella participaron: Andrea Repetto, Ricardo Lagos Weber, Óscar Landerretche y Michel Jorratt. La mayor parte de los integrantes creía que estaba haciendo aportes reales, aunque mucho de lo allí expuesto se encontraba en los estudios publicados por Jorratt.

Esa era una parte de la verdad. Arenas calló la otra parte: que había mucho trabajo adelantado.

“Se trataba de información sensible”, dice un cercano a él y no quería que comenzara antes de tiempo el fuego amigo ni enemigo.

Uno de los integrantes de esa comisión que redactó el programa, sí se da cuenta hoy de que Jorratt aparecía con distintos trabajos sobre diferentes temas tributarios. “Él siempre tenía información más actualizada que el resto”, agrega.

La discusión de fondo era si continuar con el sistema integrado o impulsar la desintegración. Se optó por la primera vía, la que llevó a lo que luego sería la renta atribuida que permitía llegar a los impuestos personales.

A mediados de 2013, se inició la redacción legal de la Reforma Tributaria, donde Jorratt tenía poco que hacer porque él es ingeniero civil industrial de la Universidad de Chile. El grueso del trabajo de traducir en un proyecto de ley la reforma propuesta estuvo en manos de Alberto Cuevas, ya ganadas las elecciones.

Este episodio sirve para demostrar dos cosas: la primera de ellas es que la existencia del trabajo de Jorratt, durante 2012, prueba que hubo una precampaña que sirvió para fijar las bases que contendría el programa que se redactaría un año después; y la segunda es que Alberto Arenas, quien no aparece como receptor de ninguna de las boletas de la sociedad de Giorgio Martelli, sí fue el enlace –al menos indirecto– para que Jorratt llegara a él y obtuviera cierta cantidad de dinero que le ayudaría a solventar gastos mientras pensaba el programa tributario del nuevo Gobierno. Cercanos al ex ministro, indican que él nunca habló con Martelli y que tampoco era quien ordenaba los pagos.

Arenas, el invisible

Una de las características de Alberto Arenas ha sido su capacidad para mantenerse fuera del conflicto por el financiamiento de la precampaña, a pesar de que fue el jefe programático de Michelle Bachelet.

Él no necesitó de los dineros que Martelli había recogido entre empresas como SQM, del grupo Angelini, Endesa, u otras. Durante ese período, se desempeñó como profesor del Centro de Microdatos en la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile; y ocupó, desde noviembre de 2010, un asiento en el directorio de Canal 13, cuando entró como presidente de esta compañía René Cortázar, el ex ministro de Transportes de la primera administración de Bachelet.

Cuando ya el volumen de trabajo de la campaña no le permitió proseguir, presentó su renuncia al entonces presidente del directorio, Nicolás Eyzaguirre, actual ministro de Educación. El comunicado de Canal 13, de abril de 2013,  precisaba que Arenas había querido “dejar su cargo hace algún tiempo y que por solicitud suya (de Eyzaguirre), ésta se pospuso hasta que se concretara la nueva estructura del directorio tras la salida de Andrónico Luksic”.

Cercanos a Arenas señalan que, pese a que vio mermados sus ingresos con esta salida, nunca recibió financiamiento del comando.

No corrieron igual suerte asesores de Arenas en materia programática que sí boletearon para “Asesorías y Negocios”, como Fidel Miranda, Enrique Paris, Jorge Rodríguez y el ya mencionado Jorratt.

La prescindencia controlada

Arenas también se excluyó del conflicto con el SII. Aunque sí respaldó públicamente a Michel Jorratt, una vez que este se inhabilitara para resolver sobre “Asesorías y Negocios”. En ese contexto, el entonces ministro de Hacienda aseguró, el 5 de mayo, que Jorratt «cuenta con todo mi apoyo y toda mi confianza y creo en el trabajo que ha estado desarrollando”.

No existen hasta ahora pruebas de que el ministro de Hacienda haya presionado al Servicio de Impuestos Internos durante la crisis que desencadenó el caso Penta y sus derivaciones a SQM y Martelli. Es más, Arenas se cuidó bien de ello.

Quien servía de muralla china era Andrea Palma, la jefa de gabinete del ministro de Hacienda. Ella era la encargada de transmitir las preocupaciones que el entonces ministro de Interior, Rodrigo Peñailillo, y sus cercanos tenían respecto del escándalo, dentro del cúmulo de llamadas de políticos y gente interesada que recibía.

Algunas fuentes cercanas al Ministerio del Interior afirman que el interés de Peñailillo iba más bien por no causar un daño mayor al Gobierno, debido a la inexperiencia política del Servicio, pero que se encontraba con una dirección del SII que interpretaba “la más mínima señal como una presión”.

La idea que quedó al interior de ese organismo fue que Interior recriminaba al Servicio y, por ende, a Hacienda, de haber cometido el “error” de incluir dentro de la carpeta del ex subsecretario Pablo Wagner, una boleta de la cuñada de este –María Carolina de la Cerda– a SQM, por $8.333.334 brutos, del 21 de julio de 2009 y que respondería a la campaña política de Joaquín Lavín. Allí se abrió la llamada arista SQM, que terminaría por revelar la fórmula que se empleó para financiar el período previo a la campaña presidencial a través de Asesorías y Negocios.

Más allá de la preocupación de sectores de las 8 cuadras en torno a La Moneda por el giro que había tomado el caso Penta, habrían sido escasas las conversaciones entre Jorratt y Arenas.

Una fuente del SII cuenta que una vez Jorratt estuvo solicitando una reunión con el ministro por varios días. Cuando por fin Arenas le abrió un espacio y lo recibió en su oficina, el ministro habría estado de buen humor. Se quejó de que hacía tanto tiempo que no se veían, después de haber trabajado tantas horas juntos durante la discusión de la Reforma Tributaria. Fueron unos veinte minutos en que la conversación no pasaba de ahí y cuando Jorratt se disponía a entrar en materia, se le avisa a Arenas que tenía otra reunión. Este se despidió y se fue.

Otra fuente señala que Arenas incluso le llegó a decir que demandara a quien correspondiera demandar, si así lo estimaba necesario, aunque se tratara del propio ministro de Hacienda.

Por eso, Jorratt ha dicho en sus entrevistas que ni Arenas ni Hacienda le presionaron. En lo que sí se metía el ministro era en administrar los momentos (“timings”) en que el SII debía o no dar curso a una acción legal, pero a través de su jefa de gabinete. Aunque fuentes que trabajaron cerca de Arenas también descartan esta suerte de intervención. Este rol de Hacienda era poco comprendido en el Servicio, porque se leía que el ministro cuidaba más la agenda política del Gobierno que el prestigio de la institución.

Reuniones no informadas

La compartimentación de la información es otra de las características de lo que fue la gestión de Arenas. Muy pocos de su equipo –y a veces sólo él– tenían la información completa de las negociaciones que se llevaban a cabo y de todas las aristas que incluían los proyectos. Así manejó la discusión de la Reforma Tributaria.

Por ejemplo, casi no existen huellas de sus conversaciones con Pablo Longueira en los días previos al Protocolo de Acuerdo que, se supone, se gestó en la casa de Juan Andrés Fontaine y que terminó siendo firmado por todos los partidos políticos. Sin embargo, una fuente de la UDI y otra de Gobierno confirman que Longueira sirvió de puente. La relación entre ambos viene de los acuerdos de 2003, en el marco de la crisis MOP-Gate. Uno de los puntos que allí se incluyeron fue la Agenda Pro Crecimiento, donde Longueira sirvió de contraparte a Hacienda. Otros señalan a la Comisión Marcel y la reforma previsional, ya durante la primera administración de Bachelet.

No hay indicios tampoco de la forma en que actuó Arenas respecto de la crisis del SII. “Dejó que el Servicio hiciera su trabajo”, es lo que se contesta. Pero ello choca con un rasgo de la personalidad de Arenas, a quien le gusta tener el control de las situaciones y le incomoda “verse sorprendido” por cosas que están fuera de sus cálculos.

Quienes conocen la relación que existía entre Jorratt y Arenas, dicen que hubo dos reuniones que al entonces ministro le molestaron.

En marzo, Michel Jorratt se reunió con el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. “Fue antes de la querella contra SQM, porque a Jorratt le preocupaban las consecuencias”, contextualiza una fuente.

De tal encuentro, Jorratt habría entendido que Aleuy llevaba el tema a pedido de la Presidencia y que se respaldaba al servicio, pero el director del SII estaba inquieto porque sentía que Peñailillo presionaba en otro sentido.

El SII había decidido presentar la querella contra siete personas vinculadas a la arista SQM –Patricio De Solminihac, Patricio Contesse, Ricardo Ramos, Iván Correa, Felipe Cádiz, Rodrigo Polidura y Cristina Zúñiga– el viernes 20. Esa mañana, Jorratt se comunicó con Andrea Palma para advertirle lo que vendría. Le pidieron que la querella se presentara el lunes, porque había un tema de agenda relevante para el Gobierno que iba a morir comunicacionalmente por el peso de esa noticia.

Esa era la forma en que Hacienda administraba los “momentos” en función de la agenda política. El subsecretario Aleuy se habría comunicado con Arenas, el ministro de Hacienda comenzó a sospechar y confrontó al director del SII.

Fuentes que supieron de este encontrón, dicen que Arenas dudó de Jorratt porque el funcionario no reconoció su acercamiento desde un inicio. La querella se presentó finalmente el lunes 23 a las 10:15 de la mañana, ante el Octavo Juzgado de Garantía.

La segunda reunión fue entre la entonces ministra secretaria general de la Presidencia, Ximena Rincón, y Michel Jorratt. Una de las cosas que molestaban a sus colegas de gabinete era que Rincón se saltaba los conductos regulares y hablaba directamente con los funcionarios de otras reparticiones. Jorratt fue uno de ellos.

Antes del discurso presidencial a raíz del informe de la Comisión Engel, Ximena Rincón llamó por teléfono a Michel Jorratt para consultarle sobre la redacción del párrafo acerca de las boletas ideológicamente falsas. Le leyó el cambio que se quería proponer, pero Jorratt al parecer no lo lograba comprender bien. Rincón le pidió que fuera a su oficina para conversarlo personalmente. Era tarde y los reporteros gráficos le tomaron fotos entrando a La Moneda.

En el fondo, el Gobierno iba a anunciar que de ahora en adelante quedaba expresamente declarado como delito tributario el uso de facturas y boletas falsas. The Clinic publicó la minuta que respalda esta tesis el 10 de junio pasado. A Jorratt no le habría parecido buena la medida, porque debilitaba la posición histórica del Servicio, que ya trataba como hecho punible la emisión falsa de facturas .

Esto es política, es lo que habría dado como explicación Rincón. Arenas también se enteró de esta reunión.

El 28 de abril, la Presidenta Bachelet dio una cadena nacional donde informó sobre las iniciativas que iba a emprender a partir del informe del Consejo Asesor Presidencial Contra Conflictos de Interés, Tráfico de Influencias y Corrupción, más conocido como Comisión Engel, y entre ellas anunció: “Superaremos los vacíos de la ley actual para asegurar sanciones efectivas a la facilitación y aprovechamiento de facturas y boletas ideológicamente falsas”.

La semana pasada, sin embargo, consultado el ministro secretario general de Gobierno, Marcelo Díaz, sobre las iniciativas que aún faltan por enviar al Congreso, dijo que no estaba en carpeta un proyecto de ley que tipifique como delito penal la emisión de boletas o facturas ideológicamente falsas, lo cual fue reproducido por El Mercurio en su edición del sábado 13 de junio.

Un aprecio de años

Desde la década de los 90 que Alberto Arenas y Michel Jorratt se conocen. Para algunas fuentes socialistas, el error de Arenas fue trabajar únicamente la idea del proyecto con Michel Jorratt, sin socializarla ni buscar una discusión más amplia que los cuatro integrantes que posteriormente conformaron la comisión para hacer el programa.

“A Arenas le importaba poco mantener integrado o desintegrado el sistema, su norte era la recaudación para financiar las reformas del programa. Cuando ese tema se zanjó a inicios de la discusión, no volvió atrás”, dice una fuente que concluye que al final nació una criatura bien distinta a la que las primeras ecografías mostraron en 2013.

Si el proceso hubiera sido más inclusivo, probablemente Arenas habría perdido el control del proyecto, pero habría conseguido un nivel de adhesión mayor entre los economistas considerados de la Nueva Mayoría, tal como lo logró entre los políticos. “Al final, todos se sintieron con la libertad para atacarlo porque no habían participado en la discusión”, señala un testigo.

También habrían cometido menos errores, pero eso ya estaba hecho. A lo que se sumaron las debilidades del propio ministro que, al poco andar, demostró poca capacidad comunicacional y una forma “egoísta de hacer política”, la cual tendía a concentrar las decisiones en él, aunque se le reconoce que siempre protegió a los suyos.

Cuando aparecieron las boletas de Martelli, implicando a asesores de Hacienda, el formato que se siguió fue dar a conocer los informes y, dentro de lo posible, transparentar la información para salir rápido del foco de atención. El diagnóstico de algunas fuentes en Hacienda era que el dique se había roto y no había forma de contener el caudal de información. En eso, la estrategia de Teatinos 120 era distinta a la que se seguía en el Ministerio del Interior.

Sin embargo, el lunes 11 de mayo, tanto Rodrigo Peñailillo como Alberto Arenas salieron de Interior y Hacienda, acompañados de Álvaro Elizalde, que ocupaba la Secretaría General de Gobierno. En el caso del economista, se fue en el más absoluto silencio, con escasos contactos con su equipo de colaboradores y sin ninguna mención pública que lo una a Giorgio Martelli y sus boletas. Peñailillo ya declaró ante la Fiscalía Nacional, mientras que Jorratt se prepara para entregar su testimonio.

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