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Los productores colombianos de marihuana temen que haya caos cuando se disuelvan los grupos guerrilleros

Los productores colombianos de marihuana temen que haya caos cuando se disuelvan los grupos guerrilleros

Se esperaría que los agricultores de las montañas atrapados en ese fuego cruzado estuvieran a favor de las históricas conversaciones de paz entre el Estado y los rebeldes en momentos en que las negociaciones entran en su etapa final. En cambio, tienen miedo. Los guerrilleros, dicen, han sido su autoridad durante toda su vida y su desaparición podría traer no la paz sino un vacío de poder y el caos.


En lo profundo de los Andes del sudoeste de Colombia, zona que desde hace décadas dominan las FARC, a los escolares se les entregan banderas blancas para su evacuación durante los tiroteos que estallan con el ejército.

Mientras que las fuerzas armadas del país patrullan las plantaciones de azúcar que rodean el valle de la ciudad de Cali, los guerrilleros controlan los establecimientos rurales y los pueblos de arriba, cobrando impuestos y dictando normas a los numerosos productores de marihuana.

Por ello, se esperaría que los agricultores de las montañas atrapados en ese fuego cruzado estuvieran a favor de las históricas conversaciones de paz entre el Estado y los rebeldes en momentos en que las negociaciones entran en su etapa final.

En cambio, tienen miedo.

Los guerrilleros, dicen, han sido su autoridad durante toda su vida y su desaparición podría traer no la paz sino un vacío de poder y el caos.

“Otras personas podrían tomar las armas bajo otro nombre y las cosas podrían ser aún peores”, temía Vladimir Bueno, líder comunitario de los alrededores de la ciudad de Corinto en la provincia de Cauca, mientras imaginaba lo que pasaría si el Estado abandonara la región luego de que los grupos guerrilleros se disolvieran.

Grupo armado

Adam Isacson, especialista en temas colombianos de la Oficina de Washington sobre América Latina, dice que su preocupación es legítima.

“Habrá una ventana en la que el gobierno podrá entrar a la zona sin tener que abrirse camino a los tiros porque no habrá otro grupo armado instalado allí”, señaló. “Esa ventana se va a cerrar rápidamente en todo el país”.

Desde casi tres años, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos mantiene conversaciones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o FARC, con el propósito de poner fin a una insurgencia que se inició en la década de 1960. Las tratativas parecen estar cerca de concluir pero lo que ocurra después determinará si las zonas bajo dominio de los rebeldes como Cauca pueden funcionar.

La región, que depende de la marihuana que se vende en el ámbito nacional, evidentemente será difícil de gobernar. Gran parte de ella está dominada por el sexto frente de las FARC, una de las unidades de combate más agresivas y activas del grupo. Las banderas y los graffiti de los guerrilleros engalanan las calles y las casas.

“Nuestra ideología nos mantiene aquí, defendiendo al pueblo”, dijo un miembro de las FARC con una radio estilo militar, parado frente a una hilera de comercios mientras vigilaba a los transeúntes.

Los repetidos ataques del ejército no han logrado desalojar a los rebeldes y las fuerzas de seguridad a menudo quedan bajo el fuego de los francotiradores y los morteros de los guerrilleros cuando entran a la zona. Los guerrilleros han perdido poder desde que se interrumpió el último proceso de paz en 2002 pero siguen controlando grandes franjas de territorio.

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