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Por qué el gobierno de Cuba le sigue diciendo bloqueo al embargo de EE.UU.

Por qué el gobierno de Cuba le sigue diciendo bloqueo al embargo de EE.UU.


En 11 ocasiones el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, utilizó la palabra «bloqueo» para referirse al embargo que Estados Unidos mantiene sobre la isla desde hace más de 50 años.

El término lo usó durante la rueda de prensa conjunta que el jefe de la diplomacia cubana sostuvo el pasado lunes con su colega estadounidense John Kerry en Washington para celebrar la reapertura de embajadas en las capitales de ambos países.

El hecho significó el primer paso concreto tras el anunciado deshielo de relaciones bilaterales el pasado mes de diciembre con la activación del primer vínculo diplomático de alto nivel desde que ambos países se enemistaron en pleno furor de la Guerra Fría.

Sin embargo, a pesar del avance obvio que significa que ambos países ya cuenten con embajadas, el asunto fundamental que aún deberán superar Cuba y Estados Unidos, para realmente hablar de normalización de relaciones, es el levantamiento del embargo -o bloqueo- si se habla del término que las autoridades cubanas siempre han utilizado para referirse a esa medida punitiva unilateral de Washington.

Según el informe de 2014 «Cuba vs Bloqueo» que la isla presentó ante la Asamblea General de la ONU pidiendo su levantamiento, el embargo ha generado daños económicos a la isla que ascienden a US$1,11 billones a lo largo de más de cinco décadas.

Basado en el negativo impacto económico que históricamente ha significado esa medida para Cuba, la instancia de la ONU ha votado 23 veces seguidas desde 1992 a favor de su levantamiento.
Sanciones «necesarias»

¿Pero se trata de un embargo, tal como se le conoce regularmente, o de un bloqueo, como ha argumentado históricamente La Habana?

El embargo, como medida punitiva desde el punto de vista comercial, es la prohibición que impone un gobierno o varias naciones a la vez, de entablar negociaciones y operaciones comerciales con un país.

La idea es aislarlo y evitar su crecimiento económico.

Por lo general, la nación que lo impone le niega a cualquier factor económico dentro de su territorio o que tiene intereses fuera de él, tener un vínculo comercial con el país blanco de la medida, como consecuencia de un acto inamistoso que afecta sus intereses.

El caso más reciente de una sanción tipo embargo son las medidas económicas contra Irán por su supuesto plan para construir una bomba atómica.

La acción incluye prohibir a empresas estadounidenses o a sus ciudadanos establecer vínculos comerciales con el país persa. En todo caso, el reciente pacto nuclear anunciado hace unos días eventualmente terminará con la eliminación de estas sanciones.

En el caso de Cuba, el Congreso estadounidense sostiene que las sanciones son necesarias para obligar al gobierno cubano a que respete los derechos humanos y haya más oportunidades económicas para la población.
Justificaciones

El embargo a Cuba fue la respuesta a la confiscación de bienes de ciudadanos y compañías estadounidenses en Cuba a raíz de la revolución encabezada por Fidel Castro en 1959.

También fue consecuencia de la decisión de Castro de alinearse con el bando soviético y declarar comunista su revolución.

Por su parte, un bloqueo tiene más una connotación militar y apunta al aislamiento total de un país de cualquier contacto con el exterior.

Su expresión más clásica tiene que ver con el bloqueo de fronteras, puertos y aeropuertos y el impedimiento de salida o entrada de cualquier persona o bienes del territorio blanco de la medida.

El caso más reciente ocurrió en la Franja de Gaza, aislada por fuerzas de Israel en la Operación Margen Protector en el marco de la última guerra entre palestinos e israelíes.

En el caso de Cuba, cuando en 1962 ocurrió la crisis de los misiles, Estados Unidos reforzó aún más el embargo comercial que existía sobre la isla tras las nacionalizaciones y para ello aplicó la llamada Ley de Comercio con el Enemigo en vista de la amenaza que significaba la inminente presencia de ojivas nucleares en Cuba en bases que estaban siendo construidas por la entonces Unión Soviética.

Incluso EE.UU. llegó a bloquear cualquier ingreso de buques, especialmente soviéticos, para evitar la llegada de armas de destrucción masiva.

Con estos hechos, la retórica militarista quedó en Cuba y -según algunos historiadores- el carácter armado de la revolución cubana hizo que se incorporara el concepto de bloqueo y el hecho de que, desde entonces, Cuba está «en guerra» con Estados Unidos.

Permanencia en el tiempo

Pero más allá del origen de la medida unilateral estadounidense, el embargo ha permanecido durante décadas y su impacto ha sido considerable en la sociedad cubana, especialmente cuando fue recrudecido en la década de los ’90 por las leyes Torricelli y Helms-Burton, que actualmente lo regulan y agregan elementos extraterritoriales que generan presiones sobre otros países a la hora de establecer lazos comerciales con la isla caribeña.

Usar el término bloqueo «le ha permitido a Cuba denunciar la ilegalidad que representa no solo la violación de la soberanía de Cuba sino la violación de la soberanía de otros estados», explica a BBC Mundo Arturo López Levy, experto en temas cubanos e investigador de la Escuela de Estudios Internacionales Josef Korbel en Denver, EE.UU.

El gobierno cubano siempre ha buscado establecer «una línea de continuidad entre esas políticas (militares y de inteligencia de EE.UU. como el espionaje o la invasión de Bahía de Cochinos) y lo que son las medidas de sanciones económicas actuales», agrega López Levy.

El gobierno de Cuba argumenta que «el bloqueo inflige importantes afectaciones al bienestar material, psíquico y espiritual del pueblo cubano, e impone graves obstáculos a su desarrollo económico, cultural y social».

Para José Gabilondo, profesor en leyes que ha trabajado con el Departamento del Tesoro de EE.UU. y estudiado el impacto de las prohibiciones de viajes a Cuba, el lenguaje es muy importante para argumentar una posición.

«Es una realidad que el embargo ha tenido un impacto fundamental en la sociedad cubana al punto de sofocarla», dice a BBC Mundo.

«Propaganda»

Sin embargo, para muchos otros la utilización del término «bloqueo» no es más que una estrategia propagandística del gobierno cubano para defender su posición ante la medida y auspiciar su levantamiento.

Jorge Salazar-Carrillo, director del Centro de Investigación Económica de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), dice a BBC Mundo que no solo no es un bloqueo, sino que estamos hablando de «un embargo con agujeros».

Salazar Carrillo se refiere a las limitaciones que tienen estas medidas punitivas y que a lo largo de los años han sido suavizadas o simplemente burladas.

En efecto, Cuba mantiene relaciones comerciales estables con otros países, en la última década principalmente con Venezuela y China.

Y aunque suene sin sentido, Estados Unidos está entre los cinco principales socios comerciales de Cuba, a la que envía miles de toneladas de productos agrícolas al año.

Esto ocurre como parte de las excepciones que existen en el embargo para que el país caribeño reciba asistencia humanitaria que también incluye medicinas, una medida tomada por el presidente Bill Clinton en 2000.

En efecto, el 6,6% de las importaciones que recibe Cuba llegan desde su vecino del norte.

Según el Departamento de Agricultura de EE.UU. el país norteamericano suministra alrededor del 96% del arroz y el 70% de los productos de carne avícola. También exporta a gran escala trigo, maíz, soya y sus derivados.

En efectivo

La particularidad de esta relación comercial consiste en que Cuba debe pagar todo en efectivo debido a las sanciones que impiden relaciones financieras bilaterales.

Además, los cubanos en EE.UU. pueden enviar remesas a la isla -unos US$1.000 millones al año- y existen una docena de excepciones por las cuales los propios estadounidenses pueden viajar a la isla como turistas.

Se estima que unos 80.000 estadounidenses visitan la isla cada año.

«No puede existir un bloqueo en una isla donde, por ejemplo, se puede tomar Coca-Cola», asevera Salazar-Carrillo para ilustrar los agujeros que existen dentro y alrededor del embargo.

Lejos de las connotaciones semánticas y los efectos prácticos de las sanciones de EE.UU. a Cuba, el acercamiento bilateral marca un cambio en la relación de enemistad que -pese a todo lo ocurrido en los últimos meses- continúa.

«No hay una luna de miel, lo que hay es un deshielo. Lo inconcebible es que existen dos países tan cerca con tantos temas que discutir para beneficio de ambos gobiernos y ambas sociedades y que haya durado tanto una política de confrontación que ha generado su propia cuota de hostilidad o de resistencia», asevera López Levy.

El embargo, en las condiciones en las que funciona actualmente, no será levantado por la obvia oposición republicana en el Congreso de EE.UU.

«Vivimos actualmente un periodo cálido de expectativas», asegura Salazar-Carrillo, quien agrega que es muy poco probable que la Ley Helms-Burton sea revertida.

Para algunos, la relación de conflicto bilateral finalmente quedará en manos de particulares y que serán los propios estadounidenses los que presentarán demandas ante las cortes pidiendo el levantamiento de las sanciones.

Y no es una afirmación descabellada si se parte de la premisa de que una mayoría de la opinión pública en EE.UU. está a favor de su levantamiento.

Una encuesta nacional publicada este miércoles por el Centro de Investigación Pew en Washington dice que 7 de cada 10 estadounidenses apoyan su fin.

Paradójicamente -según señala el gobierno de Raúl Castro- 7 de cada 10 cubanos han vivido bajo las sanciones de EE.UU.

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