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Planificando a nivel país Columna de opinión

Planificando a nivel país

¿Tiene Chile un plan país? ¿Nos ayudan nuestros líderes a unirnos en un sueño común de largo plazo más allá del fragor de la coyuntura? Los procesos y los caminos tomados por Costa Rica ilustran la importancia de abordar los temas con una visión de largo plazo cohesionada entre el sector público y privado, así como también la de ser flexibles para responder a las exigencias de un mundo globalizado.


Es fundamental que las organizaciones reflexionen sobre la importancia de planificar a largo plazo, para el desempeño y la sostenibilidad de las empresas. A nivel país, esta reflexión también es clave, y casos como el de Intel en Costa Rica son un claro ejemplo del valor que tiene abordar los temas país, con una visión de largo plazo y cohesionada, entre el sector público y privado.

Hace casi 20 años, Costa Rica fue capaz de “seducir” a Intel y atraer importante inversión extranjera del gigante tecnológico. Existe el paradigma simplista de que fue por sus atractivas concesiones tributarias; sin embargo, ellos fueron capaces de desarrollar y ejecutar un buen plan que requirió tiempo y coordinación para cosechar sus frutos y que estaba alineado con una “visión país”.

Durante la década de los 90, las principales exportaciones (textil, café y plátano) de Costa Rica estaban en caída y difícilmente podrían ser el sustento de su desarrollo económico en el futuro. Así, el gobierno costarricense de la época consensuó la necesidad de desarrollar una estrategia enfocada en atraer la inversión extranjera.

Pero, ¿cuáles fueron las claves de éxito que llevaron a este país a atraer inversiones como la de Intel? Más allá de poseer una economía y entorno político-social estable, se pueden destacar al menos cuatro dimensiones que ayudaron al éxito.

En primer lugar, la Definición y consenso de una estrategia clara: instituciones públicas y privadas se unieron con el fin de definir una estrategia para mejorar la productividad y economía de Costa Rica, la que estuvo centrada en la atracción de inversión extranjera. En segundo lugar, el Foco bien definido: los entes se focalizaron en las capacidades distintivas del país, detectando una población de alto nivel de educación, bilingüe y relativamente económica, lo cual podría ser muy atractivo para el sector tecnológico. En tercer lugar, una Integración Gobierno-Privada efectiva: se establecieron mecanismos periódicos de coordinación gobierno-privados y roadshows a los principales CEOs de compañías tecnológicas para promover Costa Rica en el mundo. Y en cuarto lugar, pero no menos importante, la excelente ejecución durante la negociación: se empoderó a los organismos pertinentes para una toma de decisiones fluida, se utilizaron tácticas de negociación y formas de trabajo caracterizadas por su agilidad, eficiencia, involucramiento y flexibilidad, se negoció centralizadamente para demostrar unidad y cooperación, se contó con un equipo local altamente calificado, y con una capacidad gubernamental adaptativa ante las necesidades y escenarios emergentes durante la negociación.

El impacto y los beneficios que trajo la llegada de Intel a Costa Rica son destacables, comenzando por una inversión total de US$ 900 MM y ventas anuales promedio de US$ 2.000 MM, equivalentes al 5% del PIB y al 20% de las exportaciones del país. Además, el país centroamericano se posicionó como plataforma de inversión para empresas multinacionales.

Por otra parte, el mayor volumen de exportaciones forzó la inversión y simplificación de los procesos logísticos, y el mejoramiento y ampliación de las instalaciones para el comercio (aeropuertos, puertos, etc.), teniendo un efecto colateral positivo en el turismo. También hubo efectos importantes sobre la fuerza de trabajo, creándose empleo directo para unas 3.000 personas calificadas y empleo indirecto para unos cuántos miles más. El país avanzó en su desarrollo técnico introduciendo conocimiento e I+D, y surgió una serie de iniciativas educacionales que beneficiaron a miles de costarricenses.

Los procesos y los caminos tomados por Costa Rica ilustran la importancia de abordar los temas con una visión de largo plazo cohesionada entre el sector público y privado, así como también la de ser flexibles para responder a las exigencias de un mundo globalizado.

En este contexto, ¿tiene Chile un plan país? ¿Nos ayudan nuestros líderes a unirnos en un sueño común de largo plazo más allá del fragor de la coyuntura? ¿Qué condiciones debe fomentar el gobierno de turno y sostener más allá del ciclo político? ¿Qué brechas debemos cerrar: formación técnica, infraestructura, otros?

Definir e implementar una “visión país” requiere, entre otros, la generosidad de nuestros líderes para levantar la mirada más allá de la coyuntura, la ideología y el ciclo político, así como para generar consensos y movilizar el país hacia una visión común y mejor para todos.

Gonzalo Larraguibel
Socio de Virtus Partners

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