Publicidad
Otra reforma contra las Pymes

Otra reforma contra las Pymes

Publicidad

«La obligación a la negociación interempresa está al borde de ser una broma en contra de las Pymes y a favor de las grandes empresas. Dejando a un lado todas las complejidades y distracciones que esta medida generará para los trabajadores y dueños, con sus consecuentes perdidas de productividad, es un mecanismo perfecto para que las empresas grandes abusen de las chicas. Ellas con más espaldas serían capaces de otorgar beneficios o acceder a condiciones que simplemente sus competidores pequeños no podrían solventar u operacionalizar».


Cualquiera sabe que frente a un juicio laboral casi siempre gana el empleado. Estoy generalizando, pero este final esperado es tan recurrente que es casi norma. Tanto así, que los demandados no se dan la molestia de ir a juicio y muchos inescrupulosos se aprovechan presentando demandas sin fundamento. Una mala práctica que probablemente vino como respuesta al abuso de grandes empresas en contra de sus trabajadores. Algo que claramente había que frenar y, por la misma razón, es que hoy se busca una nueva Reforma Laboral. Sin embargo, hay alguien que pierde con esta norma de facto y la nueva reforma: las Pymes.

Todo empleado depende casi completamente de su trabajo y, por lo tanto, de su empleador. Lo mismo pasa con las Pymes, cual circo pobre depende su gente; el domador de leones vende cuchuflís cuando no está en el escenario, el gerente hace de junior y la recepcionista también está a cargo de la contabilidad. Cuando las empresas crecen se delimitan más las funciones, pero es como un equipo de fútbol sin reservas. Se enferma uno y hay que hacer magia para que no se caiga la producción o para que un cliente siga siendo igual de bien atendido. Y como no hay suficiente caja y los bancos no ayudan mucho, no hay holgura para pagar reemplazos o tapar los problemas de último minuto. Las pequeñas y medianas empresas dependen tanto de sus trabajadores, como estos de ellas.

La actual reforma sindical (mal llamada laboral) parte con un supuesto de desconfianza, cuando justamente lo que hoy necesitamos promover es confianza. En ella se fundan buenas relaciones laborales y es el cimiento de las Pymes, donde el dueño, más de una vez, firma sin leer. Necesitamos promover buenas relaciones y equilibrar los poderes de negociación. Pero la reforma camina en otro sentido: evitar el reemplazo en huelga es darles el derecho a los trabajadores de secuestrar la empresa si así lo quieren. Ningún Pyme podría soportar su empresa sin producir un par de semanas, entre costos fijos y los clientes que perdería, tendría que ceder simplemente ante la amenaza. De hecho, incluso con la posibilidad de reemplazo actual, es difícil encontrarlos, organizarlos, capacitarlos y pagarlos. Además, la baja de quórum para formar sindicatos (de 25 a 8 personas), abre la posibilidad de huelga en empresas pequeñas que simplemente no podrían soportar una.

La obligación a la negociación interempresa está al borde de ser una broma en contra de las Pymes y a favor de las grandes empresas. Dejando a un lado todas las complejidades y distracciones que esta medida generará para los trabajadores y dueños, con sus consecuentes perdidas de productividad, es un mecanismo perfecto para que las empresas grandes abusen de las chicas. Ellas con más espaldas serían capaces de otorgar beneficios o acceder a condiciones que simplemente sus competidores pequeños no podrían solventar u operacionalizar. No estamos hablando solo de sueldos, esto puede ir desde un gimnasio hasta esquemas de turnos. Créame que el dueño de una Pyme está muy agradecido de sus buenos trabajadores y conoce su realidad lo suficiente para saber los aspectos en los que se puede mejorar, pero simplemente a veces no se puede.

Las Pymes son el motor de nuestra economía y el mayor empleador de nuestro país. Y por sobre eso, son un buen empleador y uno más humano, uno donde si bien no existen muchos beneficios en el papel, existen muchos otros informales y basados en la confianza. El gobierno debe asegurar que esa informalidad no se traduzca en abusos y bajos sueldos, pero no puede hacer lo contrario, que es imponer una carga sindical que entrega todo el poder de negociación a los trabajadores, a la competencia y aumenta la burocracia y la desconfianza. La actual ley laboral claramente necesita reformas, pero de cara a las Pymes, es una que tiene mucho por evolucionar en relaciones contractuales individuales antes que sindicales. Probablemente con un Código del Trabajo diferente que reconozca el abismo de diferencias entre una empresa grande y un chica.

Tomás Sánchez
Co-fundador Alma Suite
@TomsAwaki

Publicidad

Tendencias