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Brasil: no solo la política va mal Opinión

Brasil: no solo la política va mal

«Las altas tasas de interés, el déficit fiscal y una economía que no genera excedentes para pagar, llevan a Brasil a estar en una situación donde la dinámica de la deuda está al borde de volverse insostenible, si es que no lo es ya. Para salir, alguna de las variables que influyen en la dinámica de la deuda debe ajustarse: mayor crecimiento y menores tasas de interés ayudan a reducir la deuda, mientras que menor inflación tiene un doble efecto, positivo a través de las tasas nominales y negativo al aumentar el valor del stock de deuda en términos reales».


Además de la compleja situación política en la que está sumido el país, Brasil enfrenta problemas de gran magnitud en el ámbito económico. En 2015 el PIB cayó 3,8% y este año lo haría de manera similar. La inflación está cerca del 10% y ha limitado el actuar de la política monetaria. Hacia adelante, se necesitan ajustes externos e internos para estabilizar la economía, donde estos últimos representan la piedra más grande en el zapato brasileño.

El ajuste externo puede ser resumido en la evolución del tipo de cambio real (TCR) y la cuenta corriente; ante una demanda interna débil, un tipo de cambio flexible que se deprecia permite potenciar la actividad a través de ganancias de competitividad sobre el resto del mundo haciendo las exportaciones más baratas. Por otro lado, al ser las importaciones relativamente más caras hay una sustitución hacia la producción local.

Aunque con cierto rezago, este ajuste parece estar bien encaminado. Tras la depreciación acumulada de 30% del TCR desde mediados de 2014, la balanza comercial (el intercambio de bienes) lleva un año en superávit, mientras el saldo de la cuenta corriente ha aumentado un 90%, haciendo que el déficit se haya reducido en 1 punto del PIB.

En la parte interna hay más problemas, en particular desde la política fiscal. Desde 2000 el gasto público se duplicó en términos reales y hoy representa el 42%. Parte importante del aumento se explica por gastos permanentes financiados con mayor emisión de deuda e ingresos transitorios durante el boom de los precios de materias primas.

La deuda pública representa hoy el 70% del PIB y el déficit fiscal estructural pasó desde -3% a -9% del PIB potencial, de acuerdo a cifras del FMI.

Las altas tasas de interés, el déficit fiscal y una economía que no genera excedentes para pagar, llevan a Brasil a estar en una situación donde la dinámica de la deuda está al borde de volverse insostenible, si es que no lo es ya. Para salir, alguna de las variables que influyen en la dinámica de la deuda debe ajustarse: mayor crecimiento y menores tasas de interés ayudan a reducir la deuda, mientras que menor inflación tiene un doble efecto, positivo a través de las tasas nominales y negativo al aumentar el valor del stock de deuda en términos reales.

Otra alternativa es ajustar el balance primario y con eso ayudar a disminuir la deuda. Para ello se debe elegir entre dos opciones: aumentar la recaudación de impuestos o recortar gastos. La primera es difícil de mejorar de manera importante, especialmente cuando la recaudación representa el 32% del PIB, lo que está en línea con lo que sería el nivel predicho para un país como Brasil.

La opción de recortar gastos es igualmente complicada, pero debiera estar al tope de las prioridades, principalmente porque hoy el nivel ya es alto en términos comparativos (40% del PIB). Apoyando esto hay investigación que apunta a que el efecto negativo de una reducción del gasto fiscal sobre la actividad sería menor para países emergentes, con tipo de cambio flexible y con altos niveles de deuda, todas características de Brasil. Los riesgos de no hacerlo son evidentes y es fácil ver que el impulso externo no será suficiente para sacar al país de su situación actual.

Esto tiene un impacto directo sobre los precios de los activos. Durante el reciente rally de los emergentes el Bovespa ha rentado 25%, ganancia que es incluso más alta al convertirla a dólares. Las tasas de los bonos soberanos han caído 300-400 puntos base y están en torno a sus promedios históricos; la economía se halla lejos de estarlo. Por eso no es buen momento para comprar Brasil, y cualquier recomendación a futuro dependerá críticamente de que se lleven a cabo medidas impopulares en el área fiscal.

Jorge Cariola
Economista Grupo Security

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