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Debate Bloomberg: el libre comercio, la globalización y la reacción populista La mano invisible de Adam Smith en el banquillo

Debate Bloomberg: el libre comercio, la globalización y la reacción populista

Durante décadas los beneficios derivados del libre comercio han constituido uno de los fundamentos del pensamiento económico. Sin embargo, recientemente los acuerdos comerciales se han convertido en el blanco de una reacción populista, y la oposición a estos acuerdos es un tema clave en la carrera presidencial de Estados Unidos. Al mismo tiempo, estudios recientes sugieren que el comercio provocó una contracción de los salarios y un aumento de la tasa de desempleo para los estadounidenses, en especial para los trabajadores de clase media del sector industrial.


Durante décadas los beneficios derivados del libre comercio han constituido uno de los fundamentos del pensamiento económico. Sin embargo, recientemente los acuerdos comerciales se han convertido en el blanco de una reacción populista, y la oposición a estos acuerdos es un tema clave en la carrera presidencial de Estados Unidos. Al mismo tiempo, estudios recientes sugieren que el comercio provocó una contracción de los salarios y un aumento de la tasa de desempleo para los estadounidenses, en especial para los trabajadores de clase media del sector industrial.

Hemos invitado a los columnistas de Bloomberg View Tyler Cowen y Noah Smith a un debate digital sobre las ventajas y los inconvenientes del comercio.

Cowen: Ante el lento crecimiento de los salarios de la clase media, con frecuencia se argumenta que los políticos estadounidenses exageraron las ventajas de los acuerdos comerciales ante los votantes. Yo discrepo y opino que las ventajas de los acuerdos comerciales tienden a subestimarse.

El punto clave es que el futuro a largo plazo de Estados Unidos depende de un mundo que sea relativamente libre y próspero.

Las últimas décadas han sido las mejores de toda la historia para la humanidad. En términos generales, la paz se ha extendido, la pobreza extrema ha disminuido y la riqueza y la expectativa de vida han aumentado en la mayor parte del mundo. A tal nivel macro resulta difícil señalar el papel causal de los acuerdos comerciales, pero el orden mundial con un comercio relativamente libre ha desempeñado un papel importante en este proceso. Tanto por razones prácticas como simbólicas debemos hacer todo lo posible para sostener y ampliar estas instituciones.

Véase el crecimiento económico de China. El país fue admitido en la Organización Mundial del Comercio en 2001 y, con anterioridad, Deng Xiaoping se inspiró en Singapur, un país de libre comercio, para sus reformas. Los estadounidenses se beneficiarán regularmente de las innovaciones procedentes de China, al igual que los británicos se beneficiaron de las innovaciones estadounidenses durante el siglo XIX.

¿O cómo se transformó Latinoamérica de una región de autócratas en una con numerosas democracias sólidas? Es muy probable que su participación en un orden económico mundial más amplio haya sido un factor importante.

Entiendo muy bien que esta causalidad indirecta, que implica a otros países, sea difícil de articular por parte de los políticos estadounidenses ante los votantes. No obstante, es real, y estas ventajas dinámicas son las que quedarán reflejadas en los libros de historia.Smith: Estoy de acuerdo con los beneficios generales del comercio. En China, en concreto, la diferencia es abismal. Pasó de un comercio internacional mínimo a un volumen importante y se ha convertido en un país mucho más próspero. Todo el mundo está de acuerdo en que el comercio fue fundamental para el milagro económico de este país. E igualmente, si Estados Unidos se cerrase al comercio, sería un desastre económico total.

Pero los economistas aprenden a pensar en beneficios marginales en lugar de beneficios totales. La pregunta es si un poco menos de libre comercio habría sido mejor. Y es aquí donde creo que los economistas han apoyado excesivamente un lado del debate y no han profundizado lo suficiente en el debate de costes frente a beneficios.

Sabemos que el comercio puede perjudicar la carrera profesional y la vida de los individuos. Lo sabemos porque provoca desigualdad. Estos no son argumentos polémicos en el mundo del pensamiento económico y, sin embargo, los economistas han ignorado en gran parte estos temas durante décadas en sus discursos ante el público. Ahora, como demuestran los estudios recientes de David Autor y otros, estamos pagando el precio.

El comercio con China perjudicó a muchos trabajadores estadounidenses en los años 2000, frustró sus carreras y los dejó atrapados en trabajos mal remunerados de manera permanente o en las listas de subsidios. Si Estados Unidos hubiese restringido un poco el volumen y el tipo de comercio permitido con China, quizás podríamos haber protegido a algunos de estos estadounidenses.

Cowen: No siempre resulta fácil elegir “un poco menos” de libre comercio. Fijémonos en la integración de China en el orden económico mundial. Se consiguió en parte por el ingreso de China en la OMC, la cual demostró a los líderes de ese país que los mercados mundiales estarían abiertos si China se liberalizaba e intentaba competir. Y funcionó. Pero éste no es un proceso que el Gobierno estadounidense pueda o deba controlar sino que estuvo regido por un tratado. Necesitamos estos tratados precisamente porque hay muchos gobiernos que tienen sus razones para querer “un poco menos” de libre comercio. Y el resultado final sería mucho menos libre comercio.

Incluso sin las limitaciones de un tratado, ¿confiaría usted en el sistema de gobierno estadounidense para que haga los ajustes marginales necesarios para el libre comercio? Yo no. Estamos hablando del mismo gobierno que prioriza la protección de los agricultores y los dueños de la propiedad intelectual en las negociaciones comerciales.

Por lo que, en lo que respecta al comercio, yo me inclino por avanzar a toda marcha. Puede que haya un rebasamiento desde el punto de vista interno, pero la alternativa es un conjunto de razones para no alejarse nunca de un proteccionismo excesivo.

Smith: Yo propongo una retórica más sutil y realista de los economistas. Opino que no deberían hablar solamente de los posibles beneficios del libre comercio sino también de los costes posibles. Al parecer usted dice que, si los economistas son honestos y sutiles, el resultado será una mezcla imposible de decisiones políticas, regulaciones ineficientes y un proteccionismo instintivo, pero que si los economistas simplifican su mensaje y presentan sólo un lado de la realidad el gobierno en buena medida acabará haciendo lo correcto.

Entiendo la postura de que los economistas deberían tener la política más en cuenta en su asesoramiento. Pero, en este caso, lo que parece haber ocurrido es que, al hacer esto, la teoría económica ha perdido gran parte de la legitimidad. La gente sabe que el comercio conlleva unos costes posibles muy grandes, y ahora, gracias a Autor y otros investigadores, está cada vez más claro que los economistas también lo sabían. Por lo que creo que muchos se sienten engañados por los economistas. Esto resta credibilidad a la profesión ante el público y a largo plazo hace que la gente haga caso omiso de los economistas y apoye fenómenos como el de Donald Trump.

Si le pregunta a la gente por qué no confía en los economistas, probablemente mencione la crisis financiera de 2008 y el libre comercio.Cowen: Creo que nosotros, los economistas, debemos decir la verdad, no presentar unos argumentos extremadamente simplistas. Y desde mi punto de vista, la verdad es que el libre comercio ha sido, en general, mejor de lo que pensaban los economistas. No entendimos o no destacamos lo suficiente las propiedades dinámicas internacionales como deberíamos haberlo hecho. Y el ingreso de China en la OMC ha resultado muy positivo, aunque en aquel momento muchos observadores se preguntaron si el país podía realmente adherir a ese régimen. Ésta es la postura real y sutil, y las ventajas que muchos economistas no apreciaron resultaron ser más importantes que los costes que no previeron.

Usted tiene razón al decir que el público no confía siempre en los economistas, pero tampoco confía siempre en los políticos más inteligentes o en los mejores medios de comunicación.

Nosotros, los economistas, debemos intentar comunicar de la forma más rigurosa y efectiva posible. Pero ganar la confianza del público no es el objetivo final aquí.

Smith: Hablemos de esas “propiedades dinámicas internacionales”. Cuando usted hace referencia a Latinoamérica, da a entender que el comercio propicia la buena gobernanza. ¿Por qué no hemos visto eso en China, que es la más beneficiada -podría decirse- por los acuerdos comerciales? El país parece haber aumentado gradualmente las medidas de represión desde su ingreso en la OMC en 2001. De hecho, según el centro de estudios Freedom House, la libertad se ha reducido en el mundo durante los últimos diez años. ¿Por qué no está surtiendo efecto el comercio en ese aspecto? En cualquier caso, con estas grandes tendencias generales, es difícil separar la correlación de la causa.

De cualquier forma, usted dice que los economistas deben decir la verdad. Bien, la verdad es que incluso las teorías más básicas explican que el libre comercio acarrea grandes costes para sectores importantes de la sociedad. Y las pruebas recientes, de hecho, muestran que muchos estadounidenses pagaron esos costes después de “la conmoción china”. Si los economistas van a decir la verdad, no me explico cómo pueden dejar fuera de la ecuación estas realidades importantes.

Cowen: La mayor parte del declive de la libertad en China se ha producido en los últimos años, cuando la tasa de crecimiento económico y de comercio internacional también cayó. Usted menciona que la libertad en el mundo se ha reducido en los diez últimos años, pero fíjese que el comercio mundial registró una caída acusada hace casi diez años. No quiero decir que entendamos la relación causa-efecto aquí, pero la tendencia general coincide con la intuición neoliberalista generalizada, es decir, que el comercio internacional y la libertad van de la mano. Ésta ha sido la correlación general en la mayor parte de los últimos siglos.

Estoy de acuerdo con que el comercio con China ha rebajado y mantenido deprimidos los sueldos de ciertos estadounidenses de clase media, y de hecho yo advertí sobre esto incluso antes del estudio de David Autor, como lo hicieron muchos otros economistas. Pero, Noah, usted es un ejemplo para mi argumentación de que muchos economistas siguen subestimando las ventajas del comercio. Usted ha escrito sobre los perdedores de la globalización, pero no ha subrayado lo suficiente el hecho de que los aranceles son un impuesto especialmente regresivo. Tienden a aplicarse a los alimentos y la ropa, productos en los que los pobres gastan una parte desproporcionada de sus ingresos. Muchos pobres también tienen empleos de servicios que no resultan perjudicados por el comercio con otros países de salarios más bajos. En otras palabras, el libre comercio es (generalmente) un buen remedio contra la pobreza.

Smith: Sería extraño que el crecimiento continuado del libre comercio fuese necesario para mantener los niveles de democracia. Si fuese cierto, el libre comercio acabaría llegando a un límite y la democracia empezaría a dar marcha atrás. Si las ventajas gubernamentales del libre comercio son tan efímeras, probablemente debería ser un factor menor a largo plazo en nuestro análisis coste-beneficios.

Respecto a mis textos, he escrito a favor del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y subrayé que el libre comercio con otros países desarrollados tiene pocos inconvenientes, de tener alguno. He puesto de relieve trabajos que muestran los posibles inconvenientes del comercio precisamente porque no quiero que el público piense que los economistas son monolíticos en este respecto.

En cuanto a las políticas que mitigan el impacto de los grandes choques comerciales, yo probaría con subsidios a las exportaciones en lugar de aranceles. Pero esto es un debate para otro día.

Esta columna no refleja necesariamente la opinión de la comisión editorial ni de Bloomberg LP y sus propietarios

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