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La Fed debe vivir con incertidumbre durante el mandato de Trump Editorial de Bloomberg

La Fed debe vivir con incertidumbre durante el mandato de Trump

Trump ha prometido recortes masivos de impuestos y un aumento significativo del gasto en infraestructura. Aparentemente, esto proporcionará a la economía un fuerte estímulo fiscal, que afectaría de forma seria a las futuras decisiones de la Fed. Si el resto se mantiene igual, semejante expansión fiscal requeriría un ajuste más rápido de la política monetaria en el transcurso del año próximo y en adelante. Las nuevas proyecciones de tasas de interés de la Fed exigen tres subidas de un cuarto de punto a lo largo del año que viene, en lugar de dos, como se había indicado previamente. Esto refleja la visión de que la economía ya se está fortaleciendo a buen ritmo, dejando el problema fiscal a un lado. Pero he aquí la trampa: no se puede dejar a un lado.


El anuncio de la Reserva Federal el miércoles de que subiría los tasas de interés un cuarto de punto ha llegado sin causar sorpresa. El movimiento, que sube la banda objetivo para los tasas a corto plazo a entre 0,5 a 0,75 por ciento, era universalmente esperado. Sin embargo, las perspectivas a medio o largo plazo para la política monetaria continúan en la misma incertidumbre de siempre.

Esto se debe en su mayor parte a las cambiantes perspectivas para la política fiscal. El presidente electo Donald Trump ha prometido recortes masivos de impuestos y un aumento significativo del gasto en infraestructura. Aparentemente, esto proporcionará a la economía un fuerte estímulo fiscal, que afectaría de forma seria a las futuras decisiones de la Fed. Si el resto se mantiene igual, semejante expansión fiscal requeriría un ajuste más rápido de la política monetaria en el transcurso del año próximo y en adelante.

Las nuevas proyecciones de tasas de interés de la Fed exigen tres subidas de un cuarto de punto a lo largo del año que viene, en lugar de dos, como se había indicado previamente. Esto refleja la visión de que la economía ya se está fortaleciendo a buen ritmo, dejando el problema fiscal a un lado. Pero he aquí la trampa: no se puede dejar a un lado.

Ejecutado con cuidado, un cambio de estímulo monetario a fiscal sería positivo. Puede decirse que llega con retraso. Años de política monetaria súper laxa, con tasas de interés próximas a cero y compras de bonos del gobierno a gran escala, han hecho subir los precios de los activos financieros a unas alturas insostenibles, disparando la preocupación acerca de la inestabilidad financiera, y añadiendo también desigualdad. La Fed tenía pocas opciones: el Congreso había permitido que la política fiscal se ajustase prematuramente después de la caída.

Tasas de interés neutrales

La economía aún necesita apoyo por parte de una combinación de política monetaria y fiscal, si bien mucho menos que antes. Tal y como destaca la Fed, el mercado de trabajo ha alcanzado o está cerca del pleno empleo, según la medida estándar. Pero aún hay espacio para atraer a personas que han dejado de buscar empleo (y que no se incluyen en la cifra total de desempleo) otra vez a la fuerza de trabajo. La inflación sigue por debajo del objetivo, así que cierto grado de estímulo está justificado.

La política fiscal debería asumir mayor parte de la carga. Y sin embargo la pregunta para la Fed (y para todos los demás) es qué conclusiones sacar exactamente de las promesas fiscales de Trump. Un Congreso republicano cooperaría, presumiblemente, en el recorte de impuestos del próximo presidente, pero las ambiciones de Trump respecto a las infraestructuras son un poco vagas. Dice que prefiere la inversión privada en infraestructura en lugar de la pública. No está claro cuánto gasto extra implicaría ese plan.

Las dificultades de la Fed no terminan aquí. Hay preguntas legítimas, por decirlo de una forma suave, sobre los compromisos de campaña de Trump acerca de los costes presupuestarios de sus recortes de impuestos, que dan por hecho una subida del crecimiento improbablemente alta. Una expansión fiscal excesiva podría provocar alarma y resultar perjudicial.

Y ahí está el problema. Una expansión fiscal medida podría extender y fortalecer la recuperación, pero una expansión fiscal imprudente podría suponer lo contrario. En el primer caso, la política monetaria se simplifica. En el segundo, los problemas de la Fed no han hecho sino empezar.

Aparte de llamar la atención acerca de los riesgos, hay poco que la Fed pueda hacer al respecto. La principal lección, sin embargo, es para los inversores y políticos. Uno de los mayores errores de los últimos años ha sido creer que la Fed puede resolverlo todo, e insistir en que así debe intentarlo. La estabilidad financiera futura exige, entre otras cosas, un análisis más realista de lo que puede conseguir la Fed, y una mejor ejecución de planes fiscales sensatos.

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