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Cultura monetaria Opinión

Cultura monetaria

Es realmente importante que pongamos sobre la mesa el «rescate» de la educación financiera desde la infancia. Lamentablemente, si los gobiernos a veces no saben administrar sus propias finanzas o lo hacen en forma ineficiente, difícilmente será prioridad poner este tema en la malla curricular del sistema educativo actual.


A mediados del siglo pasado existía el ramo «Economía Doméstica», en lo que actualmente es enseñanza media. Iba dirigido a las mujeres que debían recibir una preparación para el hogar. En esos años era extraño que una mujer fuera a la Universidad. Por separado a los hombres se les enseñaba labores «de hombre». Este ramo pretendía que la mujer fuera tremendamente eficiente a la hora de llevar un hogar y «ayudar al marido» a optimizar las compras domésticas, y llevar prácticamente la administración financiera de quien mantenía económicamente el hogar. De ahí que la frase «economizar» se asocie a «ahorrar».

En la actualidad, y afortunadamente esa visión dirigida a una mujer eternamente dueña de casa cambió. Pero lamentablemente esa «economía doméstica» debió haber evolucionado a un concepto de ramo desde la enseñanza básica o primaria. No obstante, desapareció absolutamente el tema dejando un vacío en el manejo o educación financiera, la que perfectamente podría haber evolucionado con los tiempos y de hecho enseñar a los niños que es el dinero electrónico por ejemplo . Hay un vacío enorme en esta área de la educación.

Un gran economista dijo hace siglos: «La economía es el arte de sacar todo el partido a la vida»… es una frase que indica aprovechar eficientemente cada recurso que tenemos como personas así como también los insumos que tienen las empresas.

¿A qué punto pretendo llegar? Al combate de la pobreza y la desigualdad.

La pobreza tiene muchas definiciones, la más usada es el no poder satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda y vestuario. Una definición muy básica y limitada. Por ello la economía es vista como algo «frío y distante». Tampoco ayudan mucho las encuestas y análisis técnicos llenos de estadísticas que a quien no tiene que comer no interesan.

La desigualdad es un concepto más amplio que sin duda hace referencia a un tema monetario al no poder muchas veces satisfacer necesidades básicas. Pero además es un tema social, pues contempla el acceso a educación y salud de calidad, a un trabajo digno. Claramente un ítem más que aborda la parte humana, más allá del dinero. La desigualdad es la brecha que separa a los ricos de los pobres, en Chile dramáticamente alta (medida con el coeficiente de Gini donde, cabe destacar que la segunda comuna con la desigualdad más alta a nivel país es San Pedro de la Paz)

La encuesta CASEN de 2015 indica que en Chile hay aproximadamente dos millones de personas en situación de pobreza. Pero también otorga una «buena noticia», que la pobreza ha disminuido en los últimos años…no así la desigualdad. La pobreza pura es no tener techo y comida.

La realidad es que la pobreza es imposible de erradicar, pues en términos comparativos siempre existirá alguien que tendrá más o menos dinero que otros. Lo que hay que combatir es que esta brecha no sea inhumana. Sólo ahí hablaremos de una buena noticia.

¿Y la clase media? Pues bien, esto es tan contradictorio que tiene ribetes dramáticos. Según «estudios» la clase media típica constituye el 60% de los habitantes de Chile (chilenos y extranjeros residentes). Si agregamos la clase media alta y clase media baja llegamos a un 80% de la población.

Y es aquí donde volvemos al análisis con el que partimos esta columna: ¿Que rol juegan las personas y el Gobierno en la pobreza y desigualdad?

Probablemente usted crea que nada pueda hacer contra la pobreza. En muchos casos es cierto pero en una gran cantidad de personas y familias se puede corregir y salir de una situación extrema. Si desde la enseñanza básica tuviésemos un ramo de educación financiera o económica todos tendrían una pequeña o gran noción sobre administrar el dinero. Lamentablemente en lo laboral veo a diario que muchas personas reciben su sueldo, que sería catalogado económicamente como clase media baja por ejemplo una suma de $ 350.000 líquido. Al día siguiente compran un par de zapatillas de $80.000 pesos y algún artículo electrónico tipo celular o tablet…a la semana no les queda dinero ni siquiera para comprar el pan y se dan cuenta que no han pagado la luz o el agua. Una compra impulsiva, por el hecho de sentirse con poder adquisitivo un día. Pero ese dinero debe durar el mes y así como «nuestras mamás o abuelitas» que siempre tenían un “mágico fondito extra” en caso de apuro, la actual generación no tiene esa cultura financiera. Tal vez por no saber administrar un monto de dinero para un mes o porque los tiempos actuales llenos de tecnologías y «tentaciones» de marketing causan estragos.

Más allá de cualquier bono, subsidio o incentivo esto es un ciclo que se repite y nunca acabará si no se aprende a administrar eficientemente el dinero… sea este monto el mínimo o un millón de pesos. Si impera esto y en este escenario «peor aún» hay acceso a tarjetas de crédito se forma un círculo vicioso que se transforma en una bomba de tiempo.

Por tanto en muchos casos la pobreza puede cambiar el nombre si en Chile existiera cultura en torno al dinero y al uso eficiente de este. El estado puede apoyar a los sectores más vulnerables pero el ejemplo clásico es cuando alguien gana un premio millonario, y al cabo de unos meses ya no tiene un solo peso.

El gobierno debe apuntar a combatir la desigualdad con más énfasis que combatir la pobreza. No puede ser que un medicamento de primera necesidad tenga un precio millonario. Si se gana el mínimo…¿Cómo comprar mensualmente un remedio de $80.000? Es aquí donde las políticas económicas y sociales deben apuntar porque nadie puede morir esperando en un pasillo de hospital atención porque «no hay camas» o «no hay médicos especialistas suficientes». No se puede estar pagando por años una operación o tener que hipotecar la casa, hacer bingos y rifas, vender todo con tal de costear una enfermedad.

Salud, educación, vivienda, seguridad, infraestructura, obras públicas deben ser de calidad y al alcance de todos. Esto debe ser prioridad absoluta en un gobierno eficiente. Es esto lo que un gobierno debe hacer para combatir la desigualdad y no solamente entregar bonos o subsidios que ayudan pero no solucionan la raíz del problema, pues en términos coloquiales son «pan para hoy y hambre para mañana».

En síntesis, en temas de pobreza muchas personas pueden ayudarse elaborando un plan de acción en la que diferencien los gastos importantes, urgentes y necesarios versus los «extra» que pueden adquirir si lo importante está cubierto. En temas de desigualdad el estado debe tomar un rol activo y dar prioridad a ello. No digo que olvide el tema pobreza pero combatir la desigualdad debe estar primero.

Es realmente importante que pongamos sobre la mesa el «rescate» de la educación financiera desde la infancia. Lamentablemente, si los gobiernos a veces no saben administrar sus propias finanzas o lo hacen en forma ineficiente, difícilmente será prioridad poner este tema en la malla curricular del sistema educativo actual.

Es de esperar que cambiemos la mentalidad financiera, educando en el hogar a nuestros niños, con tanto énfasis como aprenden álgebra. Pero también es una tarea pendiente como país.

Nicole Carvallo C.
Economista

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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