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Piñera sale al paso de los titubeos de Hacienda y da portazo a los empresarios: no negociará baja de impuestos MERCADOS

Piñera sale al paso de los titubeos de Hacienda y da portazo a los empresarios: no negociará baja de impuestos

La idea de los gremios era entrar en un debate fundado con el gobierno. Pero el Mandatario, adelantándose a septiembre cuando el ministro de Hacienda, Felipe Larraín dijo que se anunciarán los alcances de los cambios a la Reforma Tributaria, ya dejo claro que no debatirá el asunto. Los aplausos en el salón del Congreso Pleno fueron bastante tibios cuando el Presidente mencionó el punto.


Algo cambió esta semana, varios gremios, empresarios y representantes del mundo privado se preguntaron por qué tras las primeras reuniones con el Presidente Sebastián Piñera por la agenda de trabajo de la Reforma Tributaria, el ministro de Hacienda Felipe Larraín, suavizó tanto su discurso en relación a las primeras semanas de gobierno, cuando manifestó que no había que demonizar una posible baja de impuestos a las empresas.

Piñera ocupó los primeros enunciados de su discurso para blindar el desempeño económico fiscal de su gobierno, dejando gran parte de la responsabilidad de la perfomance al mandato de Michelle Bachelet. Un tono que el ministro de Hacienda ha cultivado de forma consistente desde su aterrizaje en La Moneda, apuntando a reponsabilidades de sus antesesores, Rodrigo Valdés y Nicolás Eyzaguirre, como responsables de la deteriorada salud fiscal, armando, de paso, una agenda que apuntó a evidenciar poco capital fiscal, anunciado un plan de ahorro y mostrándose como el salvador de las finanzas. Todo anduvo bien hasta que el caso Harvard lo salpicó.

Pero el Presidente en su discurso blindó la propuesta inicial de Larraín, mostrando que es un objetivo de La Moneda apuntar los dardos de cualquier dificultas económica al gobierno anterior.

“Después de una fase de gran dinamismo, en que Chile crecía más rápido que América Latina y el mundo, reducía con fuerza la pobreza y se transformaba en una sociedad de clase media, este progreso se vio interrumpido porque descuidamos el valor de los acuerdos y del crecimiento económico. Ello, junto al impulso de reformas como la Tributaria y la Laboral, generó incertidumbre, debilitó los equilibrios macroeconómicos, frenó la innovación y el emprendimiento y redujo nuestra capacidad de crecer, crear empleos y mejorar los salarios. Además, la inversión y la productividad no dejaron de caer, la responsabilidad fiscal se debilitó y la deuda pública se duplicó. El resultado fue que durante los últimos cuatro años nuestro país creció apenas un 1,7% en promedio anual”, dijo.

El lunes y luego de una segunda ronda de reuniones en La Moneda, Larraín, aún más tibio y luego en sus declaraciones desde su viaje a la OCDE, apuntó a que no era necesario hablar del pasado -dejando espacio a las manifestaciones de Piñera hoy- y que en septiembre existiría claridad de los alcances de los cambios a la Reforma Tributaria: modernización, simplificación, fueron las palabras que más se repitieron. Consultado sobre la opción de debatir sobre un cambio de tasa, prefirió no referirse.

Con los crespos hechos

Sin espacio para el debate, la noticia se comenzó a rumorear en el sector privado pocos minutos antes que Piñera comenzara a pronunciar en el Congreso su primera cuenta pública. Pasada más de una hora y media de discurso, recién comenzó a hacer referencia a los anuncios económicos. Volviendo a la estrategia que la culpa no es de este gobierno, le borró la sonrisa a los actores privados que apuntaban estas semanas a tener una conversación en base a los trabajos tributarios de cada rama gremial y que tenían un eje claro: la baja de tasas no es un asunto secundario para los privados.

Pero Piñera no les dejó tiempo. “Impulsaremos una modernización del Sistema Tributario, que no sólo corregirá deficiencias de la reforma anterior, sino que significará un gran avance hacia un sistema tributario más simple, equitativo y moderno, que promueva la inversión, el ahorro, el crecimiento, la creación de empleos, la innovación, y el emprendimiento. A su vez, esta reforma otorgará mayor simpleza y certeza jurídica a los contribuyentes, reduciendo la inmensa e insostenible burocracia y arbitrariedad que el sistema actual significa para muchos contribuyentes, y especialmente, para las micro, pequeñas y medianas empresas. Dada las dificultades fiscales heredadas y la envergadura y urgencia de las reformas sociales y proyectos estructurales por hace he decidido mantener la tasa de impuesto corporativo a las empresas”, manifestó. La reacción en el salón del Congreso Pleno fueron tibios aplausos al anuncio.

Los privados estaban coordinando el trabajo a través de varias comisiones sectoriales coordinadas por la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) y que tenía, entre sus objetivos, reunirse con el gobierno y los parlamentarios para exhibir argumentos técnicos de su trabajo. Eso, aunque tras el anuncio, el escenario de vuelve confuso, comentan cercanos a los gremios.

Tras el anuncio, Larraín reforzó el discurso señalando que la decisión se explica por el estado en que se encuentra el aparto público, poniéndose en parche antes de la herida ante eventuales críticas del sector privado. «La situación fiscal que nos encontramos, quiero decirlo con tranquilidad pero con franqueza, es bastante peor de la que pensábamos y por eso, y porque tenemos que financiar el programa económico y social, el programa de gobierno del Presidente Piñera, hemos dicho que vamos a mantener la tasa de impuesto de primera categoría. Pero esa no es la única tasa, eso no es lo único, quiero destacar y poner acento en la modernización de nuestro sistema tributario, vamos a hacer un cambio mayor, una modernización, una simplificación, y una recuperación y mejora», dijo Larraín.

La apuesta era -y sigue siendo pese a la sorpresa del discurso de no debatir sobre la tasa corporativa- analizar con el gobierno en torno a los estudios que han levantado de la realidad de otras economías eventuales beneficios de la baja de impuestos corporativos. Del sector privado en todo caso, reconocen que el margen de debate queda muy reducido con el anuncio de Piñera.

En las asociaciones gremiales también saben que es clave la conversación con los parlamentarios, tomando en Cuenta que ahora existe un tercio del parlamento en manos del Frente Amplio y que su capacidad de escucha con este sector parece más acotada. La tesis del empresariado es que, si el gobierno se abría a debatir una baja de impuestos, la resistencia que ello genera en ciertos sectores políticos podía debatirse con argumentos en torno a que, si se ajustaban los impuestos, podía empujarse la inversión.

“Algo que Arenas no entendió en la reforma anterior”, dijo una fuente. La mayor aprensión del sector privado era que la discusión entonces se volcara a un debate político y no a uno técnico, un camino al que inevitablemente se acercan. Tras el portazo de La Moneda, el giro obvio es que su negociación y poder de convencimiento se vuelque al parlamento, que fragmentado y con nuevas fuerzas políticas presentes en el hemiciclo, parece una barrera difícil de flanquear.

 

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