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Peleas, pérdidas, deudas y conocidos empresarios en el partido entre fútbol y poder MERCADOS

Peleas, pérdidas, deudas y conocidos empresarios en el partido entre fútbol y poder

Andrés Cárdenas
Por : Andrés Cárdenas Periodista El Mostrador
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De una ley nacen hombres fuertes, los empresarios, a la cabeza de las escuadras que juegan en primera. Y si bien se esperaba que existiera un mayor control y orden interno, al quedar sometidos a la fiscalización de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), a más de una década de su implementación, surgen dudas y críticas al modo en que estos conglomerados administran sus equipos. ¿Las razones? Problemas fuera de la cancha.


Todos quienes jugaron fútbol en su infancia deben recordar que ser apodado «el dueño de la pelota» implicaba tener una responsabilidad mayor, una posición de poder frente a los demás vecinos y amigos de la pichanga. Tomar decisiones y hasta poder poner fin al partido, eran parte de sus atribuciones. Bueno, algo parecido sucede ya de adultos, pero no en la multicancha del barrio sino en los clubes más grandes del país. Allí se juegan otros factores además del desempeño deportivo, al menos desde que los clubes chilenos, huyendo de una paupérrima situación financiera, se convirtieron en sociedades anónimas. Reclutaron a inversionistas, se profesionalizaron e, incluso, algunos se abrieron a Bolsa. Se democratizaba el fútbol. Cualquier hincha podría comprar acciones de su club.

Pero el ex presidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls, dijo hace algunos años que el fútbol va de la mano con el poder económico. “No pueden ir por caminos separados (…). Es lo que pasa en todo el mundo. ¿Por qué los que tienen más dinero no pueden invertir en algo que les guste?”. Hoy su apreciación cobra cada vez más sentido.

En la liga nacional hay otros “dueños de la pelota”, quienes surgieron luego que, en enero de 2002, se decretara la quiebra oficial de Colo Colo. Dando paso a que el ex ministro Francisco Vidal impulsara una reforma al estatus de estas organizaciones, las que se convirtieron en Sociedades Anónimas Deportivas (SADP).

La Ley N° 20.019 que las regula hace su ingreso a la cancha como respuesta al «desorden y la falta de regulación» que tenían los clubes a comienzos de la década del 2000. Así, grandes grupos económicos “apadrinaron” a los principales equipos del balompié nacional: Colo Colo, Universidad de Chile, Universidad Católica y el decano Santiago Wanderers, son algunos de ellos.

Hoy, en medio de peleas, inyecciones de capital y dueños que no tienen problemas en gastarse las utilidades de sus otras empresas en sus equipos, el fútbol chileno se convirtió también en una cancha donde connotadas fortunas miden su poder.

[cita tipo=»destaque»]Bautizarse como el dueño del equipo de fútbol más popular del país es un objetivo que también tiene un peso político, algo que ha dejado ver con claridad el accionista y ex presidente de Blanco y Negro Aníbal Mosa, quien ha dicho que el club está en manos de empresarios y que este «debe ser administrado por el pueblo”. Mosa ha buscado desde hace tiempo revocar al actual directorio que controla el bloque que une a Gabriel Ruiz-Tagle, actual mandamás, con el también accionista Leonidas Vial, socio de la corredora de bolsa LarrainVial.[/cita]

“Pasa hasta en las mejores familias”

Detrás de Universidad Católica está Cruzados S.A., presidida actualmente por Juan Tagle Quiroz, reelecto en abril pasado hasta 2021. La Franja, manejada por orden de terceros, tiene como mayor accionista al grupo de empresas Credicorp Capital Chile (antes IM Trust); que tiene como presidente al hermano del timonel, Guillermo Tagle Quiroz.

En el directorio de Cruzados se barajan nombres como Francisco Lavín Chadwick, que llamó la atención de la prensa durante su ingreso como accionista del club al ser hijo de Carlos Eugenio Lavín, formalizado por el caso Penta, y el de Juan Pablo del Río, presidente del directorio de Sodimac y de la distribuidora automotriz Derco, además ligado al holding familiar Dersa, sociedad con la que participan como accionistas de Falabella, están presentes en la lista.

La Cato viene de “buena familia”, pero no siempre ha tenido una buena situación. En 2014, atravesaba una crisis que la tenía en la parte baja de la tabla, y con el técnico Julio César Falcioni a las puertas del despido. Bajo este contexto el directorio acordó crear una comisión para estudiar la factibilidad de realizar un aumento de capital. La propuesta fue realizada por el presidente, Luis Larraín, sin embargo, a comienzos de ese año un grupo de accionistas minoritarios estaba postulando la idea de conseguir más recursos para sacar al club de la difícil situación deportiva.

Se trataba del economista Juan Pablo Swett, el abogado Gustavo Benavente, el empresario Pedro Pablo Díaz, el ex ministro de Cultura de Piñera, Luciano Cruz-Coke, y el ingeniero comercial Ademir Domic. Todos accionistas del plantel.

El proceso finalmente lo llevó a cabo el directorio y ha pasado por varias etapas hasta el día de hoy; financiando tanto refuerzos para el plantel como infraestructura. Al alero de este aumento de capital, la semana pasada, un nuevo nombre asomó en la “tabla de posiciones” del directorio.

Cecilia Karlezi, directora de SACI Falabella y ligada a la propiedad de Clínica Las Condes, anotó de media cancha y adquirió un total de 7.671.228 acciones de Cruzados SADP, a través de Inversiones Auguri Ltda., sociedad parte del Grupo Auguri, al igual que Inversiones Santa Filomena Limitada (también ligada a Karlezi), donde posee el 12,07% de la entidad.

Así, la empresaria, y prima de Carlos Heller (presidente de Azul Azul), desembolsó un total de $1.147 millones, y pasó de tener 10% de la propiedad del club a 19%, lo que la transforma en la accionista mayoritaria.

El objetivo de Karlezi es “tener una mayor incidencia en el directorio e influir más en la elección del presidente y ese tipo de cosas”, dijo Juan Pablo Swett consultado por El Mostrador. Para el accionista, la repartición de la “torta” del club entre distintos grupos y familias poderosas es algo positivo. “Es bueno que los poderes estén balanceados dentro de Cruzados. Es bueno que haya varios grupos económicos potentes detrás del club y no esté en manos de solo un grupo, esto es bueno para los intereses del club”, dijo el fundador de Trabajando.com y socio fundador de la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech).

Fuentes conocedoras explicaron que en ningún caso tiene intención de poseer control en las decisiones del club sino que lo hizo por el cariño que le tiene al equipo y el buen feeling con la familia Del Río.

¿Quién es el verdadero cacique?

Sus hinchas pocas veces quisieran estar juntos, pero Blanco y Negro, la sociedad detrás de los albos, protagonizó junto a Azul Azul las pérdidas del año pasado con $3.002 millones. Y hoy, mientras un sector del directorio evalúa de manera continua la posibilidad de despedir al técnico Héctor Tapia, la sociedad vive una suerte de competencia implícita por quién es el mandamás del albo campeón. Uno es el presidente de la concesionaria, y el otro, el mayor accionista.

Bautizarse como el dueño del equipo de fútbol más popular del país es un objetivo que también tiene un peso político, algo que ha dejado ver con claridad el accionista y ex presidente de Blanco y Negro Aníbal Mosa, quien ha dicho que el club está en manos de empresarios y que este «debe ser administrado por el pueblo”. Mosa ha buscado desde hace tiempo revocar al actual directorio que controla el bloque que une a Gabriel Ruiz-Tagle, actual mandamás, con el también accionista Leonidas Vial, socio de la corredora de bolsa LarrainVial.

Mosa ha incomodado a ambos desde hace tiempo, cuando comenzó un aumento de su participación en el club. Su última jugada, según reportó la Bolsa de Santiago, fue el pasado lunes, cuando realizó tres compras a través de la sociedad Parinacota Fondo de Inversión, en las que invirtió unos $65 millones y elevó su participación en la sociedad a 34,7%.

Eso sí, Ruiz-Tagle no se queda atrás y, hacia fines de septiembre, el presidente de Blanco y Negro realizó dos compras, alcanzando el 12,36% de la propiedad de Colo-Colo. Ruiz-Tagle es el segundo accionista del club tras Mosa, mientras que Leonidas Vial tiene el 9,9%.

Todo indica que Mosa estaría en busca del porcentaje accionario que necesita para recuperar su cupo en el directorio, inclinando la balanza a su favor frente a Leonidas Vial, controlador que llevó a la presidencia al actual presidente de Blanco y Negro.

Hoy las cosas en Colo Colo no están para nada bien. La semana pasada se filtró un audio de Aníbal Mosa refiriéndose, no en los mejores términos, a Gabriel Ruiz-Tagle. Mosa –en conversación con “Patito”– culpa a «Chantagle», junto a Marcelo Espina, de querer sacar a Héctor Tapia antes del torneo, en virtud de que él siempre habría defendido la opción de mantenerlo hasta el fin del campeonato. Esto reveló la insostenible situación entre ambos accionistas que surgió cuando Ruiz-Tagle sacó de la presidencia al empresario, separando aún más la grieta que existe en la mesa directiva de Blanco y Negro.

¿Por qué ninguno de los dos ha salido del club? Todos aseguran que esta ya no es una pelea por el club, sino por quién ronca más fuerte. Ninguno está dispuesto a ceder.

El romántico viajero no ha visto números azules

De probar suerte en el club como arquero en las inferiores azules, sin éxito, Carlos Heller controla a Azul Azul desde el año 2014. El ingeniero agrónomo y empresario, que no solo encabeza a la Chile, sino otros 14 directorios de distintas empresas y tiene participación en 16 firmas de rubros distintos, es casi un histórico del Bulla.

Heller es el accionista individual con más papeles en el Club Deportivo Universidad de Chile y proviene de una familia ligada a los negocios. Es hijo de Liliana Solari Falabella –propietaria del holding Bethia y bisnieta de Salvatore Falabella, fundador de la multitienda del mismo nombre–, además, entre otros nexos, es sobrino de Juan Cuneo, presidente de dicha cadena de retail.

El actual presidente de Azul Azul no llegó así como así al poder del equipo. Se convirtió en el máximo controlador de la concesionaria luego de comprar el paquete accionario a José Yuraszeck, ex mandamás del club, con quien protagonizó fuertes encuentros. «Los dos tuvimos la oportunidad. Él ya la tuvo y ahora la tengo yo. Después se verá quién es mejor y quién es peor», señaló en la oportunidad.

El propietario y también presidente del directorio de Mega ha visto pasar desde Lasarte a Kudelka, derrotas y victorias de su equipo que tuvo un sólido 2017 de la mano del argentino Guillermo Hoyos, cuando logró levantar el título 18 de su historia deportiva. Festejos de hace un año que no se vieron reflejados en la billetera del León.

Fue un buen año para el Bulla en la cancha, sin embargo, según la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), dentro de las concesionarias de los clubes que sufrieron pérdidas por alrededor de $5 mil millones se encuentra, como protagonista, Azul Azul, que registró las peores cifras de 2017. La entidad de los azules anotó pérdidas por $1.428,74 millones, monto que representa una reducción del 68,27% respecto a las mermas por $4.503,75 millones que registró en 2016.

A Heller además se le reprochan varias cosas dentro de su gestión, como la eterna promesa del estadio para la U, la inexistente línea de contratación para técnicos y jugadores, además de las pérdidas millonarias mencionadas anteriormente.

El Decano endeudado

El Decano, como le dicen, en 2008 pasó a ser gestionado como sociedad anónima deportiva bajo el nombre de Club de Deportes Santiago Wanderers SADP y es controlado principalmente por el empresario Nicolás Ibáñez, ex dueño de D&S (hoy Walmart Chile) y uno de los grandes financistas en campañas políticas de Chile Vamos, a través de la Fundación Futuro de Valparaíso.

De futuro no mucho, porque la situación en el club caturro va de mal en peor. En la cancha, el conjunto pasó por una de sus peores campañas, al cerrar la primera rueda de la Primera B en el penúltimo lugar de la tabla y ahora, tras caer por 2 a 1 ante Cobreloa, por la jornada 29 del torneo, se encuentra en la quinta posición.

El equipo que alguna vez tuvo a Joaquín Lavín entre las filas del directorio, en apenas 7 meses pasó del cielo al infierno. Cabe recordar que en noviembre ganó la Copa Chile y un mes después descendió a Primera B. El desempeño del equipo se refleja también en sus finanzas. Por ejemplo, en 2016 el club quedó en la cuerda floja luego que Ibáñez anunciara que dejaría de financiar al Wanderers, alegando un «quiebre social e institucional».

Ibáñez actualmente ejerce como prestamista del conjunto caturro a través de la Fundación que controla el 79% de la sociedad anónima que administra al club.

En entrevista con El Mercurio de Valparaíso, el vicepresidente de Wanderers, Miguel Bejide, reconoció la cruda realidad del cuadro: debe $2.257 millones a la Fundación de Ibáñez. Un “mal necesario” para Bejide, quien reconoció además que, de no haber sido por el apoyo económico de la fundación, el club habría quebrado.

La deuda es grande y parece ser un tema sensible para el Decano. Consultados por El Mostrador sobre cómo la administración, presidida por Rafael González Camus hará frente a este monto, respondieron que no quieren dar tribuna al tema, pero que valoran la labor de Ibáñez. “Fundación Futuro es nuestra sostenedora y efectivamente su aporte ha sido clave durante los últimos 10 años de Wanderers, (la situación) no es distinta a lo que viven todos los equipos del fútbol chileno con sus respectivos inversionistas, la gran diferencia es que acá se canaliza mediante una fundación con fines de desarrollo social para la ciudad”, señalaron.

Cuatros equipos emblemáticos del fútbol chileno, y casos hay de sobra. Las sociedades que controlan el fútbol chileno son una realidad que llegó para quedarse, sin embargo, hay quienes alegan que sus números rojos son causal de eliminación o, al menos, de reforma.

En marzo pasado, la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados aprobó y despachó a la Sala el proyecto que reforma la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales. Se trata de una idea presentada hace un año por 10 diputados, que busca hacer la primera gran reforma al actual régimen del fútbol profesional.

“Las sociedades anónimas deportivas fracasaron”, sostiene lapidario el documento que acompaña a la iniciativa. Los cambios principales serán mejorar la fiscalización, evitar conflictos de interés y dar un incentivo a la participación de los hinchas en los clubes. Así lo resume uno de los autores del proyecto, el diputado de DC Matías Walker. Ahora el futuro del fútbol chileno depende de la decisión final del Senado.

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