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Nicolás Ibáñez compara el fútbol chileno con el desarrollo del país y dice que se debe terminar con «el denigrante espectáculo que ofrece» MERCADOS

Nicolás Ibáñez compara el fútbol chileno con el desarrollo del país y dice que se debe terminar con «el denigrante espectáculo que ofrece»

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El empresario controlador de Santiago Wanderers dice que ha llegado el momento en que la sociedad civil de Chile «termine con el denigrante espectáculo que ofrece nuestro fútbol profesional y se organice para proponer una reestructuración siguiendo las mejores prácticas en el mundo».


El presidente de Fundación Futuro de Valparaíso y máximo controlador de Santiago Wanderers, Nicolás Ibáñez, hizo una apología -con altos y bajos- al fútbol chileno y lo comparó con el desarrollo del país.

«El fútbol chileno como indicador de progreso social», se llama la carta firmada por el ex socio de DyS y Walmart y enviada a El Mercurio.

En ella apunta al fútbol como un buen indicador de la cultura cívica de un país. «En el caso de Chile, y sin desmerecer el rodeo, el fútbol es pasión de multitudes, como en muchos países del mundo», señala.

Ibañez parte diciendo que Chile ha avanzado en muchos indicadores clave, como en el World Economic Forum (posición 33), que según él son el camino para ser un país desarrollado «como Nueva Zelandia por ejemplo», dice.

«Sin embargo -advierte- en un sector clave del desarrollo estamos definitivamente en las cavernas».

A juicio del empresario el fútbol chileno enfrenta una encrucijada alarmante. Ibáñez se refiere a «ciertos empresarios» que «ejercen un poder ilegítimo» en el deporte nacional.

«Ciertos empresarios con falta de tino y de criterio que asignan perversamente su dinero, una práctica abusiva cercana al dumping monopólico, en aras, al parecer, de una espuria proyección personal», sentencia.

Nicolás Ibáñez habla de una industria de fútbol «profesional» que se caracteriza por una falta de racionalidad económica, además de estar subsidiada con dineros de todos los chilenos (construcción de estadios con fondos públicos).

Para el empresario, quienes controlan el fútbol son «un sector condescendiente con el desorden, la falta de civilidad y también con la abierta criminalidad al aceptar en su seno situaciones como las ‘barras bravas'».

Pero no todo es negativo ¿o si?

A pesar de la crítica, Ibáñez dice que hay que destacar tres cosas positivas.

La primera es la creación de las Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales en el año 2005.  Si bien el empresario elogió la iniciativa, dice que es el momento de «revisar este marco general con miras a perfeccionarlo». 

La segunda es el «Plan Estadio Seguro», «que en el marco general de asegurar el Estado de Derecho en Chile debe pulirse e imponerse la tolerancia cero, como en todo el orden social del país».

Y la tercera es el Canal del Fútbol (CDF), pero el que sin una reforma del sector y la reciente venta de los derechos de transmisión televisiva a Turner Broadcasting System «va a permitir solo seguir amparando una fiesta de irresponsabilidad que alienta toda suerte de malas prácticas».

Denigrante espectáculo

Nicolás Ibáñez finalmente repasa la gestión del actual presidente de la ANFP, Arturo Salah, y su directorio, a quienes reconoce «por su labor en recobrar confianzas y limpiar el lamentable legado del señor Jadue». Y dice que ahora «debemos desear al presidente electo don Sebastián Moreno y a su nuevo directorio el mayor de los éxitos en estos nuevos desafíos».

Para el empresario la situación parece nefasta, asegura que «ha llegado el momento en que la sociedad civil de Chile termine con el denigrante espectáculo que ofrece nuestro fútbol profesional y se organice para proponer una reestructuración siguiendo las mejores prácticas en el mundo».

Ibáñez propone como fuentes de inspiración las ligas de España, Inglaterra y Alemania. «También podemos aprender de la industria de la entretención deportiva en Estados Unidos. El rugby en Nueva Zelandia también puede resultar una fuente de inspiración», agrega. »

La carta finaliza con un compromiso de parte de la Fundación Futuro de Valparaíso -presidida por él mismo-, en el que asegura «pondremos todo de nuestra parte para asegurar que Chile salga del abyecto subdesarrollo en que nos encontramos en esta materia».

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