Un estudio del centro de análisis Economist Intelligence Unit (EIU) identifica cuáles son los mayores riesgos políticos, económicos y regulatorios para invertir en la región.
¿Qué han de tener en cuenta los emprendedores y las compañías que quieran invertir en América Latina?
El centro de análisis Economist Intelligence Unit (EIU) publicó recientemente un informe en el que recoge los tres grandes riesgos que enfrentan quienes quieran hacer negocios en la región.
La realidad es que el panorama económico en Latinoamérica es incierto, igual que en gran parte del mundo, por los efectos de la pandemia de coronavirus.
Si en los próximos meses disminuyen las restricciones a la movilidad, «comenzaremos a ver una recuperación más sostenible en la segunda mitad de este año«, le dice a BBC Mundo Fiona Mackie, directora regional para América Latina del EIU y autora del estudio.
«Somos cautelosamente optimistas», agrega, advirtiendo que esa recuperación económica dependerá en gran medida del control de la pandemia, la vacunación y las ayudas fiscales.
Este es un gran año electoral para Latinoamérica, donde pueden cambiar los equilibrios de poder, en un momento de altas demandas sociales y poco espacio de maniobra para los gobierno para mantener o aumentar el gasto público.
Estos son los tres grandes riesgos en la región para los inversores según el análisis del EIU:
El calendario de comicios en América Latina para este año incluye un «superdomingo electoral» el 11 de abril: hay elecciones presidenciales en Perú, segunda vuelta para elegir gobierno en Ecuador y además, ese mismo día, Chile elige por voto popular a los representantes que estarán encargados de redactar una nueva Constitución para el país.
Chile también tendrá presidenciales el 21 de noviembre. Y ese mismo mes hay comicios previstos en Honduras y Nicaragua.
Además, los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador en México y de Alberto Fernández en Argentina tendrán tests de popularidad en junio y octubre respectivamente, con elecciones legislativas de mitad de mandato.
Uno de los mayores riesgos que identifica el análisis de EIU es que ganen terreno líderes considerados como outsiders, que se presentan como ajenos al sistema político y ofrecen promesas electorales de corto plazo que pueden afectar el desarrollo de los países a largo plazo.
Otro tema que destaca el análisis es que el malestar social está aumentando en varios países de la región producto de la crisis económica, pero también por problemas estructurales que Latinoamérica no ha resuelto en las últimas décadas como la corrupción, la pobreza o la inseguridad.
Uno de los grandes desafíos, señala es estudio, es la manera en que los gobiernos latinoamericanos van a gestionar las demandas de un aumento del gasto.
A eso se suman riesgos de solvencia, un aumento de la inflación en algunos países y presiones en las monedas locales en relación al dólar.
«Brasil es uno de los países que nos preocupa porque puede enfrentar un riesgo de solvencia», dice Mackie.
Y en la medida que se acaben los estímulos fiscales en la región, más crecerá el descontento social, apunta.
En ese sentido los gobiernos tienen decisiones muy difíciles que tomar en relación a cómo financiarse, cómo gastar los recursos, cómo lidiar con sus déficit fiscales y qué políticas tributarias seguir.
Este riesgo está asociado a la modificación de políticas fiscales de largo plazo que pueden alterar las reglas del juego para los inversores.
Debido al gran gasto fiscal en el que han tenido que incurrir los gobiernos para hacer frente a la pandemia, se están incubando propuestas de cambio en algunos países en relación a las políticas fiscales, mercado laboral y legislación de la actividad comercial, señala el análisis.
«Creemos que en algunos mercados existe el riesgo, por ejemplo, de políticas de competencia desleal que favorezcan a las empresas nacionales sobre las extranjeras», explica la experta.
Y en otros, una creciente amenaza sobre la independencia de los organismos reguladores y sobre las normas que rigen a sectores como la minería, la energía y la agricultura.
Mackie ve que en América Latina hay mucho potencial desde el punto de vista de la fuerza laboral, ya que en algunos países existen las habilidades para desarrollar productos manufacturados con mayor valor agregado.
Otra ventaja que destaca la analista es que en la región existe un fuerte sentido de emprendimiento y ciertos niveles de conocimiento en áreas tecnológicas.
Desde otra perspectiva, los países que conforman la Alianza del Pacífico -Chile, Colombia, México y Perú- han estado mirando hacia el exterior, promoviendo el desarrollo del sector exportador y potenciando el crecimiento del libre comercio, algo que les ha generado beneficios, según la autora del informe.
Otro elemento positivo, dice, es que Latinoamérica está en proceso de exportar productos con mayor valor agregado y no solo materias primas.
Eso vuelve a la región menos vulnerable a las volatilidad de las alzas y las bajas en los precios de los commodities.