Presiones para producir nuevos programas de estímulo crecen en Europa ante derrumbe global de mercados
La canciller alemana Angela Merkel y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, todavía no están reaccionando.
La racha perdedora más prolongada en las acciones europeas en 11 años y la inflación más baja desde 2009 han intensificado la presión sobre los administradores de la economía ya tambaleante de la eurozona para producir nuevos programas de estímulo.
Endurecidos en la lucha por la crisis de la deuda que estuvo a punto de fragmentar el euro hace dos años, los diseñadores de la política se niegan a entrar en pánico sosteniendo que todavía hay suficiente ayuda en marcha. La lección de esa última turbulencia es, de todos modos, que los inversores pueden llegar a imponer en definitiva una acción ante la perspectiva más cercana de que el BCE rompa el tabú de la flexibilización cuantitativa conforme se intensifican los temores de una deflación.
“Lo más importante es en realidad que la recuperación es muy débil, muy frágil, y algo tiene que pasar”, dijo Martin Van Vliet, economista de ING Groep NV en Ámsterdam. “Los mercados prevén cada vez más que se deberá implementar una QE soberana”.
La eurozona está nuevamente en el epicentro de un derrumbe global de los mercados financieros, dado que los inversores temen cada vez más que su mezcla tóxica de crecimiento débil e inflación en baja pueda transformarse en la norma en otra parte, en tanto los bancos centrales se quedan sin maneras de ofrecer ayuda.
Mientras Europa forcejea en medio de sanciones vengativas contra Rusia, Alemania está demostrando esta semana nuevos indicios de que ya no es inmune a la desaceleración de sus vecinos. La confirmación ayer de que la inflación bajó hasta apenas 0,3 por ciento en septiembre contribuyó a hundir el índice Stoxx Europe 600 por octavo día. El rendimiento de los bonos de Alemania a 10 años alcanzó un mínimo récord.
Juego de la espera
Por el momento, los diseñadores de la política se aferran a su opinión de que la región necesita tiempo y no un nuevo estímulo, pese a que los precios ya están contrayéndose en Italia, España, Grecia, Eslovaquia y Eslovenia.
“Creo que están sorprendidos por la corrección del mercado”, dijo en una entrevista telefónica Michael Schubert, economista en Commerzbank AG en Francfort. “Esperarán que esta agitación pase sola”.
Merkel, líder de la economía más grande de Europa, marcó el tono la semana pasada diciendo a los legisladores en Berlín que la ayuda económica existente había sido desaprovechada y que éste no era el momento para aliviar la disciplina fiscal a la que atribuye haber llevado estabilidad al continente.
“Es poco satisfactorio que se haya desembolsado sólo una pequeña parte” de los 6.000 millones de euros (US$7.700 millones) “aportados para combatir el desempleo juvenil” en la Unión Europea, dijo Merkel. “En Alemania, nosotros estamos mostrando que el crecimiento y la inversión pueden fortalecerse sin abandonar el camino de la consolidación”.
Fue un desaire directo a países como Francia e Italia que defienden el gasto deficitario, prefiriéndolo a las reformas que Merkel optaría por implementar en sus presupuestos y sus mercados de trabajo. También puede molestar a la administración del presidente estadounidense Barack Obama después de que su Departamento del Tesoro dijera esta semana que Alemania necesitaba esforzarse más por impulsar una demanda interna “persistentemente floja” para bien del crecimiento global.