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Optimista sobre Grecia tira la toalla al ver al Primer Ministro Alexis Tsipras volverse ‘loco de remate’


A Erik Nielsen le gusta pasar la mañana del domingo meditando sobre la economía mundial en un café cercano a su casa del oeste de Londres.

Como el Día de la Madre encontró que su Caffe Nero preferido estaba demasiado lleno de gente, el economista jefe mundial de UniCredit Bank AG se batió en retirada a su estudio. Desde allí, también cambió de dirección con respecto a Grecia.

“Tiro la toalla”, escribió Nielsen en su informe “Sunday Wrap”. “¡Si no quieren jugar respetando las reglas (y las últimas semanas me dan pocas esperanzas), deberían prepararse para partir!”

“Y, por favor, tomen conciencia de lo difícil que es esa conclusión para un europeo profundamente comprometido como yo”, dijo Nielsen, que antes trabajó en el Fondo Monetario Internacional y Goldman Sachs Group Inc.

¿El motivo? El reclamo que formuló la semana pasada el primer ministro griego Alexis Tsipras de que Alemania pague indemnizaciones por la ocupación nazi durante la II Guerra Mundial muestra que en Atenas están “locos de remate”. Eso, sumado a lo que califica de “hipocresía descarada” y desconocimiento de las limitaciones que enfrenta el Banco Central Europeo, muestra que todas las partes deben prepararse para la salida del Grecia del euro.

Tsipras tiene ante sí la elección entre aceptar las políticas económicas que se le piden a cambio de la ayuda o aceptar la vida fuera de la zona euro y “una debacle prácticamente segura” de la economía, según Nielsen.

“Si el gobierno griego no quiere la primera opción, debe prepararse para la segunda opción para que la salida sea lo más ordenada posible”, añadió, proponiendo que la elección entre reforma o ruptura se someta a la votación del electorado.

Revertir riesgos

Hasta el domingo, Nielsen parecía más confiado en que Grecia seguiría formando parte del bloque monetario de 19 países. Apenas el mes pasado, decía que el gobierno se había rendido ante la “realidad” al aceptar efectuar concesiones para mantener el rescate en marcha. En enero, señaló que el fracaso de las negociaciones y la pérdida del apoyo externo no eran “más que un riesgo de cola”.

El resto de Europa ahora está “suficientemente fuerte” como para hacer frente a la partida. Permitir que la intimide un solo país bien “podría ser más riesgoso que el hecho de que un miembro decida irse”, escribió.

Una salida ordenada de todos modos requeriría la conversión de toda la deuda denominada en euros a nuevos dracmas y controles de capital. El gobierno incumpliría con el pago de todas deudas extranjeras y la economía se contraería hasta un 40 por ciento. Podría tardar una década en estabilizarse y entretanto provocaría una migración masiva.

“Aún tengo la esperanza de que la política griega recupere la cordura”, señaló Nielsen. “Pero, de no ser así, el resto de Europa debe trazar una línea en la arena, y el gobierno griego debería sacar sus conclusiones, preguntarle al pueblo y hacer los preparativos necesarios”.

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