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Apostarle a la ciencia climática es lo razonable Opinión

Apostarle a la ciencia climática es lo razonable

Leonid Bershidski
Por : Leonid Bershidski Columnista de Bloomberg
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El estudio de Christopher, basado en entrevistas con ejecutivos en firmas de inversión con más de US$1.000 millones bajo administración, mostró que estos financieros no estaban interesados en vender sus activos en combustibles fósiles, no veían maneras productivas de incorporar el cambio climático en sus modelos y, si en efecto lo veían como un riesgo, lo consideraban igual a cualquier otro. De ahí, Christopher concluyó que los cabilderos del medio ambiente y los políticos progresistas no convencerán a la multitud de inversionistas hasta que estos puedan ver un retorno financiero claro de ajustarse al cambio climático. Como están las cosas, la sostenibilidad tiene un rol menor en las decisiones de inversión, como quedó claro en un estudio de 2018 de la firma de gestión de activos Schroeders Plc.


El punto crítico para que los gobiernos alineen su política con la ciencia del cambio climático no será una protesta de colegiales. Vendrá de un cambio en la opinión de los inversionistas.

Los datos muestran que aunque los inversionistas no señalan un cataclismo ambiental como una gran preocupación o incluso expresen escepticismo al respecto, algunos le apuestan consistente y exitosamente a que los científicos tienen la razón.

Los conservadores siguen siendo, en general, escépticos al cambio climático, particularmente en EE.UU. Muchos inversionistas son conservadores. Como dijo un profesional de finanzas al investigador de la Universidad de Uppsala Brett Christophers para un estudio recientemente publicado sobre las actitudes de los inversionistas institucionales respecto al cambio climático:

«En general, los analistas del petróleo y el gas no están incorporando el riesgo climático en sus modelos. No hay ninguna posibilidad de que alguno de estos grupos retire sus inversiones de las empresas de gas o petróleo pronto. Aún hay inversionistas en EE.UU. que no creen en el cambio climático. Honestamente, a estos tipos no puede importarles menos».

El estudio de Christopher, basado en entrevistas con ejecutivos en firmas de inversión con más de US$1.000 millones bajo administración, mostró que estos financieros no estaban interesados en vender sus activos en combustibles fósiles, no veían maneras productivas de incorporar el cambio climático en sus modelos y, si en efecto lo veían como un riesgo, lo consideraban igual a cualquier otro.

De ahí, Christopher concluyó que los cabilderos del medio ambiente y los políticos progresistas no convencerán a la multitud de inversionistas hasta que estos puedan ver un retorno financiero claro de ajustarse al cambio climático. Como están las cosas, la sostenibilidad tiene un rol menor en las decisiones de inversión, como quedó claro en un estudio de 2018 de la firma de gestión de activos Schroeders Plc.

La actitud de «muéstrame el dinero» es natural, pero otro artículo reciente señala al menos una parte de la comunidad financiera que se esta tomando la ciencia climática muy en serio. Wolfram Schlenker y Charles Taylor, de la Universidad de Columbia, revisaron el mercado bursátil de derivados climáticos entre 2002 y 2018 y compararon la manera en que los inversionistas incorporaron los precios de las expectativas climáticas para un mes en particular con las proyecciones de temperatura de los científicos climáticos basadas en el impacto de la actividad humana. Encontraron una concordancia casi total entre los operadores y las batas blancas. Schenkler y Taylor escribieron:

«La tendencia anual observada en los precios de los futuros muestra que los presuntamente eficientes mercados financieros están de acuerdo con que el clima se está calentando. Por lo menos hasta ahora, los modelos climáticos han sido muy precisos a la hora de predecir la tendencia de calentamiento promedio observada en EE.UU. Cuando hay dinero en juego, es difícil encontrar partes dispuestas a apostar en contra del consenso científico».

Esa es probablemente una conclusión demasiado optimista. El mercado para opciones y ETF climáticos es pequeño e ilíquido. Miles de millones de dólares de esos derivados se comercian libremente: se utilizan principalmente en el negocio del reaseguramiento, dado que aproximadamente 30 por ciento de la economía estadounidense se estima directamente afectada por el clima. Pero los derivados del clima siguen siendo un nicho para los inversionistas importantes. Los operadores especializados en estos instrumentos tienen que estar más pendientes que otros profesionales en finanzas de lo que realmente está pasando con el clima del planeta. No hay razón para que los escépticos del clima se esfuercen demasiado en hacer apuestas en contra de contratos apenas líquidos.

No obstante, los inversionistas deberían poner más atención a lo que está ocurriendo con los precios de los derivados del clima. El mercado ha existido durante 20 años, lo suficiente para saber que apostar en contra de los modelos climáticos por consenso no paga. Esto debería tener mayores implicaciones. Si el mercado de derivados está confirmando estas proyecciones, desinvertir en las acciones de combustibles fósiles y buscar oportunidades más sostenibles deberían considerarse estrategias razonables. Las acciones expuestas a los riesgos climáticos podrían tener precios más desenfocados de lo que se percibe usualmente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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