MERCADOS|BLOOMBERG
El jefe de Estado desestimó la inquietud de los líderes europeos sobre la agenda ambiental de su gobierno luego de que Noruega se sumara a Alemania y congelara millones de dólares en ayuda financiera para un fondo de preservación de la selva amazónica.
La Amazonía brasileña se quema a un ritmo récord, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe) que intensifican el escrutinio nacional e internacional a las políticas ambientales del presidente Jair Bolsonaro.
El Inpe reportó un aumento de 84% de los incendios en Brasil entre 2018 y 2019, más de la mitad en la selva amazónica. Se trata del nivel más alto desde que comenzaron los registros hace 7 años. En declaraciones a la prensa formuladas el miércoles en Brasilia, el presidente señaló que las ONG podrían estar detrás de los incendios, en un intento de desacreditarlo y poner el foco de atención en los recortes de financiamiento. No ofreció pruebas de su participación.
Bolsonaro es objeto de enorme presión para contener la propagación de la cifra récord de incendios que actualmente arrasan con la selva tropical más grande del mundo, muchos de ellos provocados por madereros incentivados por su gobierno. Gran parte de la presión obedece a la oscuridad apocalíptica que se posó sobre la megalópolis de Sao Paulo el lunes por la tarde, desconcertando a los lugareños y desencadenando un feroz debate entre meteorólogos y climatólogos sobre su causa exacta. Algunos investigadores argumentaron que la neblina sombría fue el resultado de una combinación de un frente frío en la ciudad y el humo de los incendios en el Amazonas, a más de 1.600 kilómetros de distancia.
Para quienes viven en el Amazonas el humo es intenso. Moisés Fernandes, agrónomo y consultor en el estado de Rondonia, dijo que han pasado varios días sin poder ver el río que se encuentra a solo 450 metros de su apartamento.
Los incendios no son beneficiosos para los dueños de grandes terrenos que poseen ganado que necesita pastar y son causados principalmente por pequeños propietarios de la región para recuperar sus campos. «El productor a pequeña escala es el que quema», afirmó. «Quema porque no tiene acceso a tecnología, medios de producción y asistencia técnica, así que termina haciendo eso».
Fernandes dice que la supervisión ha disminuido en los últimos años, pero precisa que el problema no es nuevo y no se limita a este gobierno.
«Es normal ver incendios al final de la temporada seca», indicó Celso Oliveira, meteorólogo de Somar Meteorologia en Sao Paulo, y agregó que muchas zonas del país estuvieron entre tres y seis meses sin lluvia. “Pero también hay muchos incendios causados por personas que limpian pastos y plantan soja. Hay mucha presión sobre la región amazónica”.
Oliveira, sin embargo, rechazó la especulación de que la misteriosa oscuridad que descendió sobre la ciudad más poblada de Brasil tuvo algo que ver con los incendios en el Amazonas y apuntó a datos oficiales que muestran una buena calidad del aire en el área. «La oscuridad no tiene relación con el humo, sucedió debido a la enormidad de las nubes», aseveró.
Independientemente de la causa exacta del extraño evento del lunes, el suceso pone en el centro del debate las políticas ambientales de Bolsonaro. El presidente ha hablado reiteradamente de su deseo de desarrollar económicamente la Amazonía e integrar a los pueblos indígenas que viven allí en la sociedad brasileña contemporánea.
Hace poco despidió al director del Inpe, Ricardo Galvao, luego de minimizar y calificar de “mentiras” datos que muestran un salto de 88% en la deforestación entre junio de 2018 y junio de 2019. El reemplazante de Galvao aseguró que el cambio climático «no es lo mío».
El jefe de Estado desestimó la inquietud de los líderes europeos sobre la agenda ambiental de su gobierno luego de que Noruega se sumara a Alemania y congelara millones de dólares en ayuda financiera para un fondo de preservación de la selva amazónica.
