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La disputa del poder y la economía neoclásica del profesor Oscar Landarretche


El pasado viernes 17 de mayo, el profesor Oscar Landerretche, Director de Escuela de Economía y Administración de la Universidad de Chile y militante del Partido Socialista, publicó una columna donde se refiere a los modelos que suponen completitud de mercados, ausencia de problemas de agencia y racionalidad perfecta como los grandes problemas de la enseñanza de la introducción a la economía.

El profesor Landerretche sostiene que estos modelos, son “modelitos de kínder”, y que si bien es necesario enseñarlos, hay que pasarlos y superarlos para poder estudiar modelos más complejos que puedan representar de manera más acabada la realidad: agregarles incertidumbre, asimetrías de información y, por supuesto, más matemática.


De esta manera, sitúa a los candidatos de la derecha como simplones que reproducen “los modelitos de kínder”, en contraposición con la candidata y el conglomerado al que pertenece, la cual caracteriza como una coalición que es capaz analizar la realidad con instrumentos teóricos más acabados y proponerle un conjunto de reformas adecuado para “satisfacer las necesidades” de la sociedad chilena, que se ha expresado a través de los movimientos sociales que han surgido al alero del desarrollo del capitalismo neoliberal, sistema que su mismo conglomerado administró y profundizó durante 20 años.

Esta forma de abordar el problema de la disputa del poder político que plantea el profesor Landarretche, es analizar el problema de un paradigma que en economía es conocido como el paradigma neo-clásico. Este paradigma ocupa un marco teórico donde, básicamente, solamente existen agentes en búsqueda de un beneficio, ya sea individual o común, pero sin que exista una estructura social que regule o ponga límites a la acción de estos agentes (Albelda, Gunn y Waller 1987). De esta manera el profesor Landarretche pone a su conglomerado como el actor político que le da la mejor oferta de gobierno a la sociedad chilena, tal como si fueran la mejor empresa del mercado.

Entonces, tanto los modelos de kínder, como los modelos más avanzados tienen un elemento común: el no considerar estructura social alguna, el pertenecer al paradigma neo-clásico. Esto ha tenido serias consecuencias en la política económica de nuestro país – y en los gobiernos de las élites de América Latina –, pues prácticamente todos los economistas que la han dirigido desde el golpe militar hasta hoy, desde Sergio de Castro hasta Andrés Velasco, son economistas que se han formado en la ortodoxia neo-clásica que se desarrolla principalmente en las Universidades Ivy league de los Estados Unidos.

De esta manera, los economistas neo-clásicos que se han disputado la política económica de nuestro país durante los últimos 40 años, le han planteado a la sociedad los debates de la economía tal cual los plantea el profesor Landarretche: abstraídos de ideologías y sin considerar que las distintas recomendaciones de política presentan intereses económicos de ciertos grupos o clases sociales, que se encuentran en conflicto, y que actúan en un determinado momento de la historia. Esta miopía a-ideológica en el análisis del economista es lo que Lavoie (1992) llamó “el problema político de la economía neo-clásica”.

Sin embargo, los economistas podemos analizar el problema de la disputa del poder desde otro paradigma. La sociedad y la economía, son un asunto bastante más complejo que la suma de sus individuos más la intermediación del Estado: existe una relación entre los agentes y la estructura social. Como bien lo explicaba Lenin, es una formación económico-social que está constituida por un conjunto de clases sociales que suscriben a cierta ideología, que se encuentran en conflicto y que están determinada por un momento histórico.

La disputa del modelito de kínder contra el modelo avanzado, no da cuenta más que la disputa de dos bloques políticos que representan ciertos intereses económicos por dirigir la política económica de nuestro país. Si bien el profesor Landarretche y los economistas de la concertación tienen mucho mejores modelos, al parecer carecen de un sujeto político que sea capaz de llevar adelante las transformaciones que quiere la mayoría de los chilenos. Por el contrario, pareciera que el único interés es volver a mamar de la teta del Estado, y no se vislumbra un escenario de que esta actitud de los partidos de la concertación haya cambiado.

Por otro lado, existe un conjunto importante de fuerzas democráticas que han surgido del campo popular, unas nuevas y otras con una larga de historia de lucha en contra del capitalismo. Lo que va a marcar estas elecciones es si estas van a poder trabajar juntas para impulsar al movimiento social para que sea la ley de la calle y la voz del movimiento social la que dirija la política económica. Para esto es urgente que los estudiantes empiecen a hablar de la nacionalización de los recursos naturales, la salud pública, el sistema de pensiones y como construir una nueva constitución donde el movimiento social tenga el protagonismo en su elaboración.

La crítica de la economía política realizada por Marx a los economistas clásicos es hoy más vigente que nunca para los economistas del consenso neo-clásico de la concertación y la derecha: los economistas, así como la política, son objetos de la historia y de las transformaciones impulsadas por sus propios conflictos.

Los jóvenes economistas que nos hemos formado al calor de las luchas estudiantiles estamos convencidos de esto y tenemos una gran diferencia con el profesor Landarretche. El principal problema de la enseñanza en la economía no es si el modelito es de kinder o es de cuarto medio o universitario, sino que es el consenso neo-clásico, que ha hegemonizado las escuelas de economía desde el 11 de septiembre de 1973 hasta nuestros días.

Los conflictos sociales de nuestro país, y la crisis económica mundial parecen estar resquebrajando este monolito, el desafío del movimiento social es encontrar puntos apertura para disputar este “celebrado” consenso.

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