A quienes hoy rasgan vestiduras por los costos de este plan piloto, les debiese preocupar más que ENAP, durante administraciones anteriores, haya perdido de forma significativa su participación en el mercado nacional de gas licuado. No están claras las razones por las que ENAP abandonó la producción de gas licuado a partir de los líquidos asociados a la producción de gas natural en Argentina, que importaba y fraccionaba en Cabo Negro (Magallanes).
En Gobierno impulsó, a través de ENAP, un plan piloto para distribuir gas licuado en cilindros. Como todo plan piloto, su costo no puede ser prorrateado entre las unidades que se lograron comercializar. Indudablemente, es un argumento falaz que los costos fijos se carguen a unos pocos balones.
Cabe recordar que este plan surgió a raíz de un lapidario informe de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) respecto a la falta de competitividad y mal funcionamiento de este mercado y, también, el de gas natural. En él se recomienda la desintegración vertical del mercado de GLP (balones) y la apertura de redes de distribución de gas natural, lo que debiera resultar en aumentar la competencia y, por tanto, en una baja los precios.
Para ello, propuso al Ejecutivo medidas que apuntan a otorgar un mayor acceso, prohibiendo que las empresas de distribución mayorista de este producto participen, ya sea directa o indirectamente, en la distribución minorista de gas licuado a los consumidores finales. En concreto, facilitar que los distribuidores minoristas de gas licuado vendan cilindros de gas de cualquier marca sin estar “amarrados” a una compañía distribuidora mayorista de GLP, lo que les permitiría elegir libremente a la empresa que les ofrezca un mejor precio. Si bien, en algunos escasos casos, la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) ha sancionado a las empresas distribuidoras mayoristas cuando son denunciadas por retener balones de empresas de menor tamaño y que venden a un precio sustancialmente menor, esta entidad solo tiene capacidad de actuar cuando hay denuncia, es decir, carece de capacidad para fiscalizar adecuadamente.
A mi juicio, el Gobierno ha optado por el camino más difícil e, incluso, contraviniendo la recomendación de Fiscalía, ya que ENAP solo comercializó sus propios cilindros. Hubiese sido más sencillo utilizar instrumentos más efectivos y rápidos para disminuir los precios del GLP, como lo es la regulación.
De cualquier forma, considerando que una gran parte de las viviendas de la zona centro-sur de Chile usan leña para cocinar y calefaccionar, con el consiguiente impacto ambiental por la contaminación y el consecuente daño a la salud, bajar los precios del gas licuado implicaría aumentar su competitividad frente a la leña y otros combustibles más contaminantes, trayendo beneficios no solo a la economía de las familias. Es urgente tomar medidas eficaces para ponerlo al alcance de la mayor parte de los hogares.
A quienes hoy rasgan vestiduras por los costos de este plan piloto, les debiese preocupar más que ENAP, durante administraciones anteriores, haya perdido de forma significativa su participación en el mercado nacional de gas licuado. No están claras las razones por las que ENAP abandonó la producción de gas licuado a partir de los líquidos asociados a la producción de gas natural en Argentina, que importaba y fraccionaba en Cabo Negro (Magallanes).
Es importante reconocer las mejores capacidades y los recursos escasos que tiene el Estado y optimizar el uso de sus instrumentos.