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Por una justa transición energética Opinión

Por una justa transición energética

Victoria Uranga Harboe
Por : Victoria Uranga Harboe Presidenta de la Corporación Defensa de la Cuenca del Mapocho
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La transición energética debe tener el rostro de las mujeres, de los niños y niñas, de los pueblos indígenas, de las comunidades del sur global que son las que conviven con las empresas que extraen los minerales considerados estratégicos para esta transformación.


Las intensas lluvias que tuvimos en Chile, las olas de calor que están sufriendo en el hemisferio norte y las sequías en vastas zonas del planeta evidencian una intensificada crisis climática. Es urgente descarbonizar la matriz energética para disminuir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero. Los combustibles fósiles deben ser reemplazados por energías limpias y renovables. Sin embargo, también es clave promover un uso más eficiente de las energías y los recursos, reducir los consumos energéticos, avanzar hacia modelos locales descentralizados, aumentar los impuestos a los combustibles sucios y, especialmente, realizar una transición energética haciéndonos cargo de las desigualdades que están en la base de esta crisis socioambiental. 

No cualquier transición energética sirve. Lo primero es constatar que el cambio debió ser mucho antes que ayer. La alerta de Greta Thunberg por nuestra casa en llamas duele cada día más (la semana pasada fue la más cálida para el mundo en más de 100 mil años). Por eso hoy es inaceptable que la transición energética se use como estrategia para explotar con más intensidad la Tierra. Tampoco sirve que la transición energética se convierta en un concepto vacío con promesas que los países no cumplen porque avalan un modelo capitalista que invisibiliza el daño a los grupos sociales más marginados, que son los que menos han contribuido a la crisis.

La transición energética debe tener el rostro de las mujeres, de los niños y niñas, de los pueblos indígenas, de las comunidades del sur global que son las que conviven con las empresas que extraen los minerales considerados estratégicos para esta transformación. Para lograrlo, en el corazón de todas las decisiones debe estar la defensa de los derechos humanos y de la naturaleza, sin eso no habrá justicia. 

Cobre, litio, cobalto, níquel, tierras raras son algunos de los minerales considerados estratégicos para esta transición y junto a la producción de hidrógeno ponen a países como Chile ante una gran oportunidad, pero también en una peligrosa subasta neocolonialista en que nos ofrecemos al mejor postor. Urge mirar más lejos y profundo, si no, europeos, chinos, estadounidenses tendrán autos eléctricos, paneles solares y autonomía energética, a costa de nuestro sacrificio.

Naomi Klein, en su libro Esto lo cambia todo, enfatizó que el cambio climático es un problema ambiental y de derechos humanos. Reconocer este vínculo obliga a que esta transición energética lleve en alto las banderas de la perspectiva de género, del fortalecimiento de la seguridad social, de la soberanía alimentaria, de la protección de los derechos laborales, del empoderamiento de las comunidades y el respeto a su cultura y formas de vida, de la responsabilidad de las empresas por sus actos, de leyes ambientales que efectivamente protejan y de la reparación a quienes han sido afectados por el modelo imperante.

En Latinoamérica hay más de 300 conflictos mineros socioambientales (Enviromental Justice Atlas), lo que refleja que el aumento en la extracción minera se produce con múltiples impactos negativos. Chile aloja varios de esos espacios en disputa y recientes decisiones, como la aprobación por parte del Comité de Ministros de la mina Los Bronces Integrado de Anglo American, con mitigaciones absurdamente insuficientes ante la dimensión del daño, hacen activar todas las alertas para defender la vida. Cuidado, las necesidades y las presiones son enormes, pero la transición energética puede ser especialmente injusta para países como Chile.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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