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Opinión: ¿Qué te pasó, Selección?

Opinión: ¿Qué te pasó, Selección?

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En el duelo de estrategias, Pekerman fue un poco más sabio y bastante más astuto que Sampaoli. Pero el gran factor del tropiezo fue la merma física de los jugadores trascendentes. Uruguay asoma como un cuco temible, pero no todo está perdido.


El trastabilleo del jueves por la noche resultó doloroso, pero no inesperado. Revisemos la columna de opinión escrita en la víspera:

“Es bueno el equipo chileno. Muy bueno. Tiene asombradas a muchas eminencias del fútbol y sorprendidos a fanáticos de todo el mundo, incluyendo a los que por un siglo lo miraron con lluvias de desprecio y gotitas de lástima.
Le alaban el despliegue, la osadía, la contundencia y la actitud. Le admiran el juego asociado, la capacidad de reacción, las variantes tácticas y la calidad individual de sus integrantes. Y, aun así, si me preguntan, no me atrevo a ponerle todas las fichas. Esta, para mí, es la doble fecha más difícil de la Clasificatoria”.

Y así se está dando.

Con el zigzagueante estado de ánimo que nos caracteriza a los chilenos, ahora estamos en el punto más alto del pesimismo, en el punto más lejano del optimismo desbordante que se vivía hasta las 21:30 de anoche (cuando se iniciaba el segundo tiempo, con Chile en ventaja). Y ya estamos escuchando o leyendo que “la Roja se desinfló”, que “se nos enredó todo”, que “fue el peor partido de la era Sampaoli”.

La Selección no está desinflada. Mantiene el mismo espíritu, cuenta con los mismos jugadores, su técnico sigue con ganas de aumentar su prestigio. Ocurrió que se encontró con el rival preciso para verse mal. No hay que olvidar que Colombia es el único adversario sudamericano imbatible para Chile desde que asumió el casildense. Y eso se debe a las características de su juego y quienes lo practican. Con los cafetaleros ocurre algo similar que con los mexicanos. Fueron los americanos del norte quienes peor la hicieron ver en la Copa América. Y -no hay que olvidarlo- después de ese empate eran pocos los que apostaban a la clasificación para la segunda ronda.

¿Tanto se nos enredó el camino hacia Rusia 2018? No tanto. Ni siquiera una derrota con Uruguay -perfectamente posible por el poderío del rival y por el clima en que desarrollará el partido- significa una lápida para las pretensiones chilenas. Este es un torneo muy largo, que recién comienza y que ya está deparando sorpresas desagradables a los favoritos de siempre.

En el duelo de estrategias, Jorge Sampaoli perdió esta vez. Su colega José Néstor Pekerman fue algo más sabio y bastante más astuto. Comenzó con una alineación inesperada y terminó con la más poderosa. Cada cambio derivó en una mejoría, al revés de la Roja: ninguno de los que entraron lo hizo mejor que los que salían (aparte de que todo fue muy tarde).

Se vio mal Chile en el segundo tiempo, y eso coincide con la merma física de jugadores trascendentes. Alexis Sánchez ya demostraba en los últimos partidos del Arsenal inglés que está reventado: perdió velocidad y se le acabó la chispa. Eduardo Vargas llegó con un tobillo lastimado, y se notó pese a su empeño. Arturo Vidal -para mí, el mejor del equipo-, sintió el rigor de un trajín demasiado prolongado, intenso y extenso para cubrir solo un sector tan importante como el mediocampo. Jorge Valdivia duró media hora a ritmo de alta competencia, afectado por la diferencia que se siente al jugar en medios poco exigentes.

Viene Uruguay, y el cuco ya está asomado.

Si la Roja pierde o empata, igual terminará la cuarta fecha un poco más arriba de la mitad de la tabla. Si gana -hazaña nunca lograda en el Centenario- seguirá siendo el gran candidato.

Será un partido igual de difícil, pero distinto en el juego. Los celestes no tienen la habilidad ni la técnica para apoderarse del juego y hacer correr sus rivales detrás de la pelota, como hicieron los colombianos en el segundo tiempo. Con ellos habrá que resistir sus embates en el juego aéreo y sus pelotazos directos. Pero podría darse que Chile imponga sus características y recupere el juego fluido que normalmente le da el gran ausente del último duelo clasificatorio: el volante central Marcelo Díaz.

La reaparición del jugador del Hamburgo obligará al movimiento de piezas.

Sampaoli ya debe estar pensando si deja afuera a Jorge Valdivia o a Matías Fernández, porque es difícil que vuelva a utilizar a los dos simultáneamente.

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