No fue malo el partido jugado ayer por el argentino en La Serena. Pero el brasileño sacó hoy ventaja en Temuco gracias a su inspiración de último minuto. Los dos gigantes prometen no darse tregua en esta Copa América.
Hasta el minuto 90 la figura del partido no estaba clara. Podían ser el escurridizo alero brasileño Willian, o el zaguero central peruano Carlos Ascues, una grata revelación en el centro de la defensa peruana.
Ambos habían destacado dentro de un ramillete de muy buenos jugadores que se desplegaron hoy en el estadio Bicentenario Germán Becker.
Pero en los descuentos apareció la genialidad de Neymar, que si bien había anotado el primer gol de su escuadra, creado peligro y regalado algunos lujos a la galería, estaba al debe porque había sido incapaz de lograr que los suyos derribaran la resistencia peruana.
Pero lo que no pudo hacer ayer Messi, ante Paraguay, lo hizo su compañero en el multicampeón Barcelona. El pase arrastrado entre un bosque de piernas para dejar solo a Douglas Costa, cuando restaba un par de minutos para el término del partido, solo lo pueden hacer los privilegiados.
Pudo haber rematado a la desesperada o haber tocado atrás para el disparo de algún volante. Cualquier otro habría decidido así, pero posiblemente la jugada hubiese terminado mal. Él, no: vio lo que otros no hubiesen visto y puso un pase letal para el pobre Perú y glorioso para Brasil.
Gracias a Neymar, el Scratch consiguió su undécimo triunfo en línea después del fracaso del Mundial de 2014. Y él elevó a 44 la marca de goles anotados por su selección.
Bien por la Copa América y por el público que llenó hoy el estadio de Temuco. Ya podrán contar después que presenciaron en vivo una joya de esas que se ven de tarde en tarde.
