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El árbitro Roldán borró las suspicacias

Desmintiendo las aprensiones sobre su imparcialidad en el partido final, el colombiano controló el partido ayudado por un buen comportamiento de los jugadores.


Las fotos difundidas en las redes sociales mostrándolo aparentemente como un admirador del fútbol argentino habían despertado recelos anticipados entre los chilenos, pero el cometido del colombiano Wilmar Roldán en el duelo final despejó cualquier duda.

Condujo el partido con aplomo. Cada cobro lo acompañó con gestos de calma que no descontrolaron a los sancionados. De parte de los jugadores también recibió una buena cuota de ayuda porque no hubo mala intención ni violencia desmedida. Tampoco simulacros ni reclamos airados. Prueba de ello es que, cosa rara en una final, la primera falta recién la sancionó a los seis minutos. Con ese escenario de fondo su actuación pasó la prueba de la blancura y chilenos y argentinos no tienen argumentos para cuestionar su cometido.

Cobró 25 faltas chilenas y 22 argentinas. Mostró siete tarjetas amarillas, cuatro a Chile y tres a Argentina. A Francisco Silva, Marcelo Díaz, Gary Medel y Charles Aránguiz por los rojos y a Marcos Rojo, Pablo Zabaleta y Ever Banega por los albicelestes.

En la primera etapa estuvo atinado y las amarillas chilenas fueron incuestionables. Incluso pudo haber mostrado
tempranamente una cuarta a Aránguiz, cuando a los 11 minutos este bajó un arranque de Di María, en una típica falta que habitualmente es castigada con tarjeta.

Si algo puede reprochársele en ese período fue no haber castigado con igual rigor a alguno de los varios trasandinos que golpearon a Jorge Valdivia. Ninguna de las faltas era grave, pero la intención reiterada de anular al «Mago» merecía un castigo mayor, sobre todo una bajada de Lucas Biglia en el minuto 42.

Roldán tuvo buena colaboración de sus jueces de línea Alexander Guzmán y Cristian de la Cruz, que cobraron atinadamente dos fuera de juego en contra de cada equipo. Lo mismo puede decirse del venezolano árbitro asistente José Argote, que aplacó con firmeza algunos reclamos desmedidos de la banca argentina.

En el segundo tiempo partió siendo riguroso con Argentina y pintó de amarillo a Rojo a los 54 minutos y a Zabaleta a los 55. Desde ese momento el partido transcurrió sin polémica hasta pasado el minuto 80. Rojo primero pudo haberse ganado una segunda amarilla y su consecuente expulsión por foul a Mauricio Isla. Y luego en un tiro de esquina en contra de Chile soslayó un «abrazo» de Silva Rojo que bien pudo haberse sancionado con un penal.

Finalmente, en el tiempo extra estuvo certero cuando no se compró una zambullida de Lavezzi en un choque dentro del área con Silva.

En definitiva, ayudado por su seguridad y el buen comportamiento de los jugadores, Roldán pasó la prueba de la blancura y fue un juez digno de una final de Copa América.

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