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Seleccionada iraní doblegó oposición de su marido y competirá fuera de su país

Seleccionada iraní doblegó oposición de su marido y competirá fuera de su país

Gracias a un fallo judicial, la jugadora de fútbol sala Niloufar Ardalan representará a su país en el mundial que se disputará entre hoy y el domingo en Guatemala.


En medio de la pesadilla desatada por el terrorismo fundamentalista, un reciente fallo judicial en Irán demuestra que en el islamismo predomina la moderación y la sensatez.

La favorecida en este caso fue la capitana de la selección iraní de fútbol sala, Niloufar Ardalan, de 30 años, quien recibió una autorización judicial para participar en el mundial de Guatemala, pese a la oposición de su marido, anunció la televisión estatal en Teherán.

En septiembre último, el marido de la deportista, Mehdi Toutounchi, le impidió viajar a Malasia para participar en el campeonato asiático, con la excusa de que su hijo, de siete años, iba a comenzar a ir al colegio.

Pese a la ausencia de su capitana, Irán obtuvo el título y los pasajes para el torneo mundial.

Según la ley iraní, una mujer debe tener la autorización del marido para abandonar el país. Sin embargo, cada vez son más las mujeres que exigen que esta autorización se incluya en el contrato matrimonial para no depender permanentemente de la voluntad (o la arbitrariedad) del esposo.

Pero ahora la justicia iraní ha intervenido a favor de la deportista y Ardalan ya se encuentra en Guatemala, para disputar el mundial.

«Mi presencia ha sido posible con el permiso del fiscal y he obtenido la autorización de abandonar el país solamente para un viaje», declaró Ardalan a un programa de la televisión de su país días antes de embarcarse.

En septiembre, ella había asegurado que, como «mujer musulmana», deseaba llevar «a lo más alto la bandera» del país. «No iba (a Malasia) a divertirme», zanjó molesta esa vez.

Ahora Ardalan ha reclamado que «las autoridades aprueben una ley para que las deportistas puedan defender sus derechos» en este tipo de situaciones.

Actualmente la situación de la mujer en Irán -gobernado por musulmanes chiitas- es contradictoria, porque pese a restricciones sociales y culturales profundas, tiene oportunidades de las que carecen sus pares en otras naciones islámicas.

Aparte de la sujeción a sus esposos, ellas deben vestir el velo islámico, pero en cambio tienen derecho a votar y muchas van a la universidad, trabajan, conducen y ocupan cargos gubernamentales importantes.

Así, Irán ha tenido varias mujeres ministras y tres de los 12 vicepresidentes del país son mujeres: Massoumeh Ebtekar, responsable del Medio Ambiente, Elham Aminzadeh, encargada de Asuntos Jurídicos, y Shahindokht Molaverdi, al frente de los Asuntos Familiares y de las Mujeres.

Esta última fue criticada duramente en junio pasado por grupos radicales contrarios a la presencia de mujeres en los recintos deportivos, al día siguiente de un simbólico encuentro de voleibol que disputaron Irán y Estados Unidos.

Pero tanto la ministra como la futbolista impusieron finalmente sus puntos de vista y ganaron pequeñas pero decidoras luchas a favor de la emancipación femenina en la cultura islámica.

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