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Obama: “Europa y Estados Unidos, alineados para el futuro”

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Dicho en términos simples, somos recíprocamente nuestros socios más cercanos. Ni Europa ni Estados Unidos pueden enfrentar los desafíos de nuestro tiempo sin el otro.


Con la cumbre de esta semana entre la OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea, siento orgullo por haber visitado Europa media docena de veces como Presidente. Esto refleja una verdad perdurable de la política exterior estadounidense: nuestra relación con nuestros aliados y socios europeos es la piedra angular de nuestro compromiso con el mundo y un catalizador para la cooperación global. Con ninguna otra región tiene Estados Unidos un alineamiento tan estrecho de valores, intereses, capacidades y metas. Siendo la relación económica más grande del mundo, el comercio transatlántico respalda a millones de empleos en Estados Unidos y Europa y constituye un cimiento para nuestros esfuerzos por sustentar la recuperación económica global. Como una alianza de naciones democráticas, la OTAN asegura nuestra defensa colectiva y ayuda a fortalecer a las democracias jóvenes. Europa y Estados Unidos están trabajando juntos para evitar la propagación de las armas nucleares, promover la paz en el Medio Oriente y enfrentar el cambio climático. Y, como hemos visto en la reciente alerta de seguridad en Europa y el frustrado complot para detonar explosivos en vuelos de carga transatlánticos, cooperamos estrechamente todos los días para impedir ataques terroristas y mantener a salvo a nuestros ciudadanos.

La transición afgana

Dicho en términos simples, somos recíprocamente nuestros socios más cercanos. Ni Europa ni Estados Unidos pueden enfrentar los desafíos de nuestro tiempo sin el otro. Estas cumbres son por lo tanto una oportunidad para profundizar aún más nuestra cooperación y para asegurar que la OTAN (la alianza más exitosa de la historia humana) siga siendo tan relevante en este siglo como lo fue en el pasado. Es por eso que en Lisboa tenemos una agenda coherente.

Primero, en Afganistán, podemos alinear nuestros esfuerzos tendientes a una transición hacia un liderazgo afgano, aun manteniendo un compromiso duradero con el pueblo afgano. Nuestra coalición encabezada por la OTAN en Afganistán está compuesta por 48 naciones e incluye contribuciones de todos los 28 aliados de la OTAN y 40.000 efectivos militares de países aliados y socios, cuyo servicio y sacrificio saludamos. Nuestro esfuerzo compartido es esencial para negarles a los terroristas un refugio seguro y es necesario para mejorar las vidas del pueblo afgano. Con la llegada de fuerzas adicionales durante los últimos dos años, tenemos finalmente la estrategia y los recursos para quebrar el impulso Talibán, privar a los insurgentes de sus baluartes, entrenar a más fuerzas de seguridad afganas y ayudar al pueblo del país. En Lisboa, alinearemos nuestro enfoque para que podamos iniciar una transición a la responsabilidad afgana a comienzos del próximo año y adoptar el objetivo del Presidente Hamid Karzai de que las fuerzas afganas tomen la conducción de la seguridad a través de Afganistán para fines de 2014. E incluso si la transición y la reducción de tropas de Estados Unidos comenzarán en julio próximo, la OTAN (como Estados Unidos) pueden forjar una asociación perdurable con Afganistán para dejar en claro que cuando los afganos asuman la conducción no estarán solos.

Tecnologías y arsenal nuclear

Mientras avanzamos en Afganistán, la OTAN se transformará también en Lisboa mediante un nuevo Concepto Estratégico que reconoce las capacidades y los socios que necesitamos para hacer frente a las nuevas amenazas del siglo XXI. Esto debe comenzar por la reafirmación de la sangre vital de esta alianza: nuestro compromiso, contenido en el Artículo 5, de que un ataque contra uno es un ataque contra todos. Para asegurar que este compromiso tenga un significado, debemos fortalecer la gama completa de capacidades necesarias para proteger a nuestro pueblo hoy y prepararnos para las misiones de mañana. Mientras modernizamos nuestras fuerzas convencionales, debemos reformar las estructuras de mando de la alianza para hacerlas más efectivas y eficientes, invertir en las tecnologías que permitan que las fuerzas aliadas se desplieguen y operen conjuntamente con eficacia, y desarrollar nuevas defensas contra amenazas tales como los ataques cibernéticos. Otra capacidad necesaria de la alianza es la defensa misilística del territorio de la OTAN, destinada a abordar la amenaza real y creciente de los misiles balísticos. El Enfoque de Adaptación en Fases para la defensa misilística europea que anuncié el año pasado brindará una defensa fuerte y efectiva del territorio y los pueblos de Europa y de nuestras fuerzas estadounidenses desplegadas. Sobre todo, constituye el cimiento de una mayor colaboración, con un rol para todos los aliados, protección para todos ellos, y una oportunidad para cooperar con Rusia, la que también está amenazada por misiles balísticos. Además, podemos trabajar para crear las condiciones para reducciones de los arsenales nucleares y avanzar en la visión que delineé en Praga el año pasado: un mundo sin armas nucleares. Sin embargo, mientras estas armas existan, la OTAN debiera seguir siendo una alianza nuclear; y he dejado claro que Estados Unidos conservará un arsenal nuclear seguro y efectivo para disuadir a cualquier adversario y garantizar la defensa de nuestros aliados.

Rusia: socio, no adversario

Finalmente, en Lisboa podemos seguir forjando las sociedades más allá de la OTAN que ayudan a hacer de nuestra alianza un pilar de la seguridad global. Debemos mantener la puerta abierta a las democracias europeas que cumplen con los estándares de pertenencia de la OTAN. Debemos ahondar la cooperación con organizaciones que complementan las fortalezas de la OTAN, como la Unión Europea, Naciones Unidas y la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa. Y con la presencia del Presidente Dmitri Medvedev en la cumbre del Consejo OTAN-Rusia, podemos reanudar la cooperación práctica entre la OTAN y Rusia que beneficia a ambas. Porque, tal como Estados Unidos y Rusia hemos reiniciado nuestra relación, así también pueden hacerlo la OTAN y Rusia. En Lisboa podemos dejar en claro que la OTAN ve a Rusia como un socio, no como un adversario. Podemos profundizar nuestra cooperación en Afganistán, contra los narcóticos y los desafíos de seguridad del siglo XXI, desde la propagación de armas nucleares hasta la expansión del extremismo violento. Y al avanzar en la cooperación para la defensa misilística, podemos convertir una fuente de tensiones pasadas en una fuente de cooperación contra una amenaza compartida.

Durante más de seis décadas, europeos y estadounidenses hemos permanecido hombro con hombro, porque nuestro trabajo conjunto ayuda a nuestros intereses y protege las libertades que valoramos como sociedades democráticas. Así como el mundo ha cambiado, también ha cambiado nuestra alianza; y, como resultado, somos más fuertes, más seguros y más prósperos. Esa es nuestra tarea en Lisboa: revitalizar una vez más nuestra alianza y asegurar nuestra seguridad y prosperidad para las décadas que vienen.

Herald Tribune, derechos exclusivos para La Nación

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