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Elecciones argentinas: Las idas y vueltas de Carlos Saúl Menem

El ex presidente argentino decidió en el mediodía de ayer no presentarse a la segunda vuelta el próximo domingo, pero demora una comunicación oficial. Mientras crece la ansiedad, Menem ocupó como nunca la escena mediática trasandina, aunque todas las encuestas lo dan como perdedor por una amplia diferencia.


A las nueve y media de la noche de ayer, el hombre con más posibilidades de ser el próximo presidente de Argentina, Néstor Kirchner, dijo basta y se fue a cenar. Minutos antes, su competidor en la segunda vuelta del domingo, Carlos Menem, había salido a una ventana del hotel donde montó su comando de campaña a saludar a un puñado de seguidores.



El favorito para las elecciones del domingo vio a un Menem jugando el juego que mejor juega y que más le gusta: ocupar el centro de la escena política, aún cuando esté a punto de abandonar la carrera presidencial.



"Les ruego que no nos pidan a nosotros que lo convenzamos a Menem de que se presente. Hacer que Menem sea razonable no está en nuestro manos", disparó el vocero de Kirchner, Miguel Núñez, antes de apagar la luz del cuartel central de su jefe en Buenos Aires.



Minutos después el vocero de Menem, Jorge Azcárate, confirmaba que el ex mandatario "está considerando seriamente la posibilidad de no participar del ballotage" previsto para dentro de apenas cinco días. Pero minutos después uno de sus hombres más cercanos, Alberto Kohan, manifestaba que su jefe todavía estaba "en carrera".



Sin embargo, más allá de estas indefiniciones de último momento, la conclusión generalizada entre los medios de comunicación era que Menem ya se había bajado y que las idas y venidas tenían que ver con precisar cómo y cuándo haría el anuncio oficial.



Con esa sensación se cerró anoche muy tarde una jornada cargada de versiones y tensiones, que comenzaron cerca del mediodía, cuando se supo que el ex presidente había cancelado una reunión con empresarios de medios de comunicación y un acto de campaña previsto para la noche en el Gran Buenos Aires, zona vital para sus aspiraciones presidenciales, que le fue esquiva en la primera vuelta del 27 de abril.



También se dijo que había cancelado parte de la publicidad en televisión y radio y hasta se llegó a aventurar que en reemplazo se proyectaría un spot explicando las razones de la renuncia. Sin embargo, esta versión se diluyó con el correr de las horas, cuando se vio que en los espacios contratados apareció una publicidad donde actores caracterizados como gente humilde gritaban: "vamos Menem".



Una pieza creada por el mismo publicitario que acompañó a Fernando De la Rúa en su ascenso al poder en 1999, y que bien podía interpretarse en cualquiera de los dos sentidos posibles. Fue un aporte más a la confusión general.



Mientras tanto, circulaba en las redacciones bonaerenses un non-paper de los asesores directos de Menem con argumentos a favor de por qué bajarse de la pelea electoral, que -se aseguraba- ya tenían el visto bueno del "jefe".



Allí se acusaba al gobierno encabezado por Eduardo Duhalde de alentar "una nueva antinomia" y se recordaba que "por cada antinomia, nuestro bendito suelo se regó con sangre de hermanos y con lágrimas de madres. Por cada antinomia, creció el hambre en los cuerpos y la miseria en los corazones argentinos". Después, acusaba al gobierno y, por extensión, al candidato oficial de "bastardear la buena fe de los argentinos"y "manipular la opinión pública para reducirla a la estatura de sus propias limitaciones y mezquindades".



Aunque la veracidad de ese papel no fue confirmada y hasta hubo una tibia desmentida oficial desde el seno del menemismo, lo cierto es que por ahí pasarían por estas horas los argumentos de Menem para confirmar la renuncia al ballotage desde su provincia natal, La Rioja, probablemente en el mediodía de hoy.



El día elegido para la retirada no es casual. En 14 de mayo Menem ganó las dos elecciones que lo llevaron a la presidencia. La primera en 1989 y la segunda en 1995.



Más críticas que apoyos



Cercanos a Menem dijeron durante la tarde de ayer que una de las razones que demoraron la comunicación final de la decisión del candidato de no participar en el ballotage fue la andanada de críticas variopintas que se desplegaron ante la inminencia de la medida anunciada por los medios.



Fue el mismo presidente Duhalde el que abrió el fuego temprano, al calificar de "irresponsabilidad histórica" la decisión de Menem todavía en ciernes. "Hay una responsabilidad histórica de concluir este proceso electoral con el voto en segunda vuelta, interrumpirlo sería una irresponsabilidad histórica", aseguró el presidente.



Sin embargo, otros desde el gobierno insistieron en la táctica de poner a Menem contra la pared. Como el jefe de Gabinete de Ministros, Alfredo Atanasoff: "si renuncia es porque sabe que pierde", aseguró.



En rigor, el mismo Duhalde empezó el hostigamiento la semana pasada con una metáfora boxística: "Menem pierde por abandono o por nocaut, pero pierde", aseguró, haciéndose eco de lo que ya pronosticaban todas las encuestas: cerca de 70 puntos para Kirchner y no más de 30 para Menem en la segunda vuelta. Una abultadísima diferencia que, opinan muchos, el ex presidente no está dispuesto tolerar.



La otra cara del histórico voto a Kirchner que anticipan las encuestas -ni el caudillo Juan Domingo Perón a mediados del siglo XX cosechó votos mucho más allá del 50 por ciento- es el decidido voto anti-Menem. Un estudio conocido ayer asegura que siete de cada diez votantes de Kirchner lo seguirán para rechazar a Menem.



Esa tendencia que parece imparable del voto anti-menem para el domingo es lo que le quita el sueño al ex presidente, quien -todo indica- hoy formalizará su retirada aunque vestida de "servicio a la patria". Demasiado tarde, dicen muchos, para un hombre que hasta el anteayer dijo las versiones de su retiro eran "una locura".



Idas y vueltas que son demasiado incluso para el pueblo argentino, que en los últimos tiempos se mostró muy difícil de sorprender.



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