Publicidad

Las interrogantes que rodearon el adiós de la ONU a Sergio Vieira de Mello

Publicidad

El representante del Secretario General de la ONU en Irak, Sergio Vieira de Mello, quien pereció en un atentado en Bagdad el pasado 19 de agosto, fue enterrado el jueves por la tarde en el cementerio de Plainpalais de Ginebra, acto que fue precedido por una emotiva ceremonia religiosa en la iglesia católica de Saint Paul, en otro barrio de esta misma ciudad.


Bernard Pichon, el suboficial francés responsable de la custodia personal de Sergio Vieira de Mello, planteó un enigma tras la ceremonia en que la ONU rindió homenaje -el jueves pasado, en Ginebra- a las 24 víctimas del atentado del pasado 19 de agosto en Bagdad.



Pichón recordó que «en el momento de la explosión, Sergio estaba en su despacho con cuatro personas invitadas, cuyos nombres no recuerdo, y lo acompañaban sus colaboradores Nadia Younès, Fiona Watson y Jean-Selim Kanaan, todos ellos murieron, mientras yo me salvé en una oficina contigua, la onda expansiva me sacudió arrojándome contra una pared».



Para el funcionario de la ONU los asesinos contaron con alguna colaboración desde dentro del edificio del Hotel Canal donde se encontraban. «La bomba fue dirigida a la oficina de Sergio, quien no debía estar allí a esa hora ya que estaba prevista una reunión con las autoridades de la coalición, una cita que se anuló a último momento», agregó.



Asimismo, Bernard Pichon afirma que el camión cargado de explosivos no chocó contra el muro que rodeaba el Hotel Canal, como se ha sostenido, «sino que se hallaba estacionado allí», sin poder explicar cómo no fue detectado por las fuerzas de seguridad que patrullaban la zona y ciudad.



El representante del Secretario General de la ONU en Irak, Sergio Vieira de Mello, quien pereció en un atentado en Bagdad el pasado 19 de agosto, fue enterrado el jueves por la tarde en el cementerio de Plainpalais de Ginebra, acto que fue precedido por una emotiva ceremonia religiosa en la iglesia católica de Saint Paul, en otro barrio de esta misma ciudad.



Tres de los custodios de la ONU que lo acompañaron a su última misión en Irak, vestidos de negro y confundidos con empleados de las pompas fúnebres municipales, transportaron el féretro al interior de la iglesia mientras sonaban las campanadas de la 14 horas, bajo un cielo encapotado, atravesando un corredor de siete guardias uniformados de Naciones Unidas.



Alrededor de 500 personas participaron de la ceremonia, en presencia de la viuda, Annie, y los dos jóvenes hijos del difunto, Adrien y Laurent, quienes leyeron un mensaje de esperanza y de fraternidad, recordando que «cuando no se puede volver atrás, hay que seguir adelante», encendiendo con su madre una vela, junto a otras 23, en honor a todos los caídos en Bagdad con su padre.



El féretro, de madera marrón clara, solo tenía una inscripción metálica con la identificación de Sergio Vieira de Mello, quien era católico no practicante, mientras que las banderas de Brasil y la ONU permanecieron dobladas en taburetes, una escena en el centro de la nave de la iglesia, con coronas de flores multicolores alrededor y un ramo de flores blancas sobre el catafalco.



El réquiem de Gabriel Fauré, una balada del grupo Cold Play ofrecida por los hijos del occiso al padre, música de órgano e «Imagine», de John Lennon se intercalaron con discursos de amigos de la familia, hombres y mujeres solo identificados por sus nombres, quienes insistieron en el destino excepcional de Sergio Vieira de Mello, de origen brasileño, diplomático de la ONU desde 1969.



Descrito como un aventurero de la paz y la libertad, «que brilló para esclarecer», no en beneficio personal, el funcionario de Naciones Unidas fue recordado por su gusto de la acción, de una vitalidad inextinguible, que lo llevó, entre otros países, a Camboya, Chipre, Kosovo, Mozambique, Líbano, Sudan, Bangladesh, Perú, Argentina, y Timor Oriental.



Héroe de la paz



El actual ministro de exteriores de Timor Oriental, y Premio Nobel de la Paz, José Ramos Horta, que asistió a las exequias, declaró a El Mostrador.cl «que la perdida de Sergio es para mi una tristeza, fue un amigo para mi pueblo, muy solidario, su liderazgo en la construcción del Estado fue importante, de una gran competencia».



Los restos de Sergio Vieira de Mello fueron bendecidos por un sacerdote católico antes de abandonar la iglesia de Saint Paul y recibir sepultura, pasadas las 16 horas del jueves y en la intimidad, en el cementerio de Plainpalais, el Pantheon de Ginebra, donde solo descansan ginebrinos célebres o amigos ilustres de la ciudad, un camposanto que alberga una centena de tumbas.



Por la noche, sus colegas de trabajo en el Alto Comisionado de Naciones para los Derechos Humanos, organizaron una «celebración» en su honor, en donde participó Louise Fréchette, vicesecretaria general de la ONU, colegas y amigos, proyectándose una película sobre las actividades humanitarias de Sergio Vieira de Mello en diferentes puntos del planeta.



Los diferentes oradores revelaron a un Sergio Vieira de Mello luchador por los principios de la ONU, manejador de crisis, de un gran magnetismo, alguien de un perfil universal impregnado por los derechos humanos, quien se ha convertido en un ejemplo a seguir, capaz también de amar la música de Mozart, el fútbol, correr para mantenerse en forma y hacer chistes.



Jonathan Prentice, su asistente en Bagdad que salvó su vida por encontrarse de descanso unos días en Ginebra, relató que Sergio Vieira de Mello había visitado no hace mucho tiempo el cementerio donde hoy ha sido enterrado, descubriendo una frase en una tumba que inicialmente no pudo descifrar por estar escrita en un inglés antiguo y que resultó significar: «no temas».



Gene Dewey, antiguo funcionario del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) que tuvo ocasión de hablar con Sergio Vieira de Mello poco antes de su muerte, contó que al pedirle que se quedara en Irak, este le dijo que no, que terminaba su mandato de cuatro meses y volvía Ginebra el mes próximo.



Una frase pronunciada por Sergio Vieira de Mello en una conferencia en la Universidad de Ginebra presidió esta celebración, indicando que «la ONU es el único instrumento que permite reintroducir normas de moralidad en el curso de la historia y humanizarla. Soy el primero en reconocer que la ONU deja mucho que desear pero he aprendido que es indispensable para la supervivencia de la especie humana».





Vea lo último sobre la guerra Irak-Estados Unidos

Publicidad