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EEUU: ¿Para qué una convención si ya se conoce el candidato?

Es una larga fiesta partidista con poco suspenso y costeada por los estadounidenses. Hay argumentos para reducirlas y que cada partido pague.


En la historia política moderna de Estados Unidos los candidatos presidenciales ya se han definido mucho antes de que se hayan celebrado las convenciones de sus respectivos partidos, sin embargo, tanto demócratas como republicanos continúan realizando, cada cuatro años, los extensos eventos políticos de discursos, presentaciones, videos, himnos, cantos y algarabía generalizada.

Aunque los resultados ya se conocen, la plataforma partidista ya se ha reiterado durante las largas campañas y en constante publicidad política, algunos analistas consideran que es una buena vitrina para presentar a la nación la cara unida de cada partido, lanzar las nuevas figuras del futuro y dar la largada a la carrera presidencial en serio.

Pero también son celebraciones muy costosas, muy largas, en algunos casos muy frívolas y financiadas en gran parte por el contribuyente. Los críticos consideran que, en esta época de enormes déficit presupuestarios, la extravagancia debería correr por parte de los respectivos partidos que tienen sus arcas llenas de donaciones.

La cantidad de dinero que se recauda durante el evento de cuatro días y la conexión con el patrocinio de las grandes corporaciones es, además, un aspecto preocupante para varios observadores.

Poco drama

La Convención Demócrata empieza en Charlotte, Carolina del Norte, con poco suspenso.

El propósito de una convención de antaño era reunir a los miembros del partido de cada rincón del país para que respaldaran a un candidato único a la presidencia. Había acalorados debates, negociaciones públicas y entretelones, intrigas, alianzas y rupturas y, sobre todo, drama.

En 1968, durante la Convención Demócrata, hubo un intento de desafiar la postulación de Hubert Humphrey por un movimiento que abogaba contra la guerra en Vietnam. Se dieron manifestaciones violentas, la convención captó la tensión dramática del país, pero la movida fracasó.

Por el lado de los republicanos, en 1976, el entonces presidente Gerald Ford no llegó a la convención con el total necesario de delegados para ser el claro nominado. Ronald Reagan, favorito de los conservadores, creó suspenso intentando arrebatarle la nominación sin éxito al final.

Desde hace décadas no ha habido una convención en la que las diferentes facciones de un partido negocien la nominación de su candidato. Esa decisión ya está tomada para cuando finaliza el proceso de elecciones primarias y las convenciones de hoy en día sirven un propósito muy diferente.

«Le ofrece al candidato su primer discurso, su primera prueba frente a un público nacional para que lo vean en acción. Eso es significativo», dijo a BBC Mundo Julian Zelizer, profesor de Historia y Relaciones Públicas de la Universidad de Princeton.

«Es un momento de cierto riesgo que también tiene beneficios pues influirá en los votantes cuando lleguen a las urnas a decidir por quién votan».

El académico añade que otra función del evento dar la largada oficial de la carrera presidencial, después de un período de primarias y debates disputados entre los sendos precandidatos.

«Es el evento que enfoca la atención del electorado, el campanazo que dice ‘ahora empieza el concurso'», comentó Zelizer. «También juegan un papel en cómo se percibe el candidato».

Estrellas del futuro

El discurso de Marco Rubio en la Convención Republicana fue elogiado por los analistas.

No obstante, a estas alturas, son muy pocos los que no están enterados de que el concurso es entre el exgobernador republicano de Massachusetts, Mitt Romney, y el presidente demócrata, Barack Obama.

Amy Kaufman, analista del Instituto Hudson, un centro de investigación política en Washington, dice que «en la era de internet y de noticieros de 24 horas por TV cable, la mayoría del público siente que ya está familiarizado con los candidatos y sus plataformas».

Aunque reconoce que el evento aumenta el perfil nacional del candidato, ya no existe la misma expectativa. Kaufman señala que es un mitin que le brinda una oportunidad para introducir figuras como el candidato republicano a la vicepresidencia, Paul Ryan, o crear una vitrina para la nuevas figuras ascendentes del partido.

«En el pasado Barack Obama y Bill Clinton usaron convenciones demócratas como plataforma en beneficio de sus aspiraciones políticas futuras», explicó Kaufman.

Obama, un desconocido y nuevo senador de Illinois, ofreció el discurso de apertura de la Convención Demócrata, en 2004, que cautivó al público y sirvió de base para su exitosa campaña presidencial en 2008.

Pero el tiro también puede salir por la culata, según opinó la analista del Instituto Hudson refiriéndose al discurso del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, en la Convención Republicana este año.

«Christie buscaba expandir su base y estar en la vanguardia dentro de cuatro años en caso de que Romney no tenga éxito», indicó. «Pero no tuvo el impacto necesario y en realidad se ha hecho mucho daño en el escenario nacional».

Varios analistas y observadores sostienen que el senador de Florida, de origen cubano, Marco Rubio, dejó una mejor impresión cuando tuvo la oportunidad de tomar el podio para presentar a Romney oficialmente como candidato republicano.

«Parrandas» costosas

Una convención es una gran fiesta de cuatro días, dicen algunos.

Sin embargo, como comentó Amy Kaufman a la BBC, no todo en la convención son discursos. Es una ocasión que reúne a los fieles del partido que los llena del espíritu y energía partidista para que regresen a sus regiones a promover la elección de su candidato. Y eso se hace con todo tipo de actividades.

«Es una gran fiesta para los de a pie. Los discursos simplemente se entrometen por unas horas al día. El resto del tiempo están yendo de un evento a otro», afirmó.

Los eventos incluyen comidas, bailes, giras en barco, tours, simposios, seminarios y otros que, además de la organización, dispositivos de seguridad, alquiler de la sede y equipos, y hospedaje, corren por cuenta de dinero público.

«Cada vez que uno llena la declaración de impuestos hay una cajita que uno chulea para donar US$3 a las campañas presidenciales», manifestó Kaufman. «Eso es voluntario, aunque podría ponerse a mejor uso».

El dinero se usa para cubrir el entretenimiento, hospedaje, alimentación, transporte, producción de vídeos de los candidatos y otros. La Comisión Electoral Federal dispone de estos fondos directos del contribuyente que, en 2012, suman más US$18 millones para cada partidos, según sus cuentas.

Además de esto, sin embargo, el Congreso tiene un fondo para cubrir las convenciones que proviene de dinero público. El total que se distribuyó entre ambos partidos para sus convenciones en esta ocasión fueron mas de US$136 millones.

Es un tema que Julian Zelizer de la Universidad Princeton dice tendrá que ser abordado en el marco de los recortes presupuestarios que se vienen. «No me sorprendería que ese gasto no quede bajo escrutinio de los que están a cargo del presupuesto nacional», manifestó.

«Dada las enormes cantidades que los partidos recaudan, habrá más presión para que ellos costeen sus propias convenciones sin el apoyo del gobierno federal».

Ha habido llamados en el Congreso para acabar con ese subsidio, particularmente del senador republicano de Oklahoma, Tom Coburn, quien se refirió a las convenciones políticas como «parranda de verano».

Patrocinio preocupante

Barack Obama estará dando su discurso de aceptación desde el estadio Bank of America.

Pero el dinero que va y viene durante una convención no es sólo para la producción de ese espectáculo. Muchos más millones se mueven en el patrocinio corporativo y en el recaudo de fondos para las campañas.

Amy Kaufman resalta que una de las sedes de la Convención Demócrata será el estadio del Bank of America, la mayor institución bancaria del país. «¿Qué más publicidad que la del presidente Obama dando un discurso desde el podio de ese predio?».

Ese escenario es apenas uno de muchos sitios en los que se despliegan abiertamente los logotipos de los patrocinadores de los eventos individuales que congestionan la convención. Kaufman considera, sin embargo, que por lo menos es más abierto que recibir donaciones millonarias anónimas. «Por lo menos vemos de dónde viene el dinero».

Pero Julian Ziegler anota que hay una creciente preocupación con la cantidad de dinero que financia esa publicidad.

«Hay una conexión directa con el patrocinador muy preocupante, donde el dinero privado y la política se mezclan», aseguró. «Da la apariencia de que algo no muy bueno está pasando».

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