
Como el papa que enfrentó a Atila: el antagonismo que se prevé entre León XIV y Trump
La elección del nombre del nuevo líder católico evoca al papa conocido como “el Grande”, quien –según la tradición– logró disuadir al “rey de los hunos” de invadir Roma. La decisión de no hablar inglés en su presentación fue, para analistas, la primera señal de su postura frente a su connacional.
El humo blanco volvió a teñir de júbilo el cielo de Roma. A sus 69 años, el cardenal estadounidense (con nacionalidad peruana) Robert Prevost fue elegido como el nuevo jefe de la Iglesia católica, adoptando el nombre de León XIV. Un gesto con fuertes resonancias históricas, que ha desatado inmediatas interpretaciones políticas y teológicas.
León XIV, exobispo de Chiclayo, exministro vaticano y heredero espiritual del papa Francisco, se presentó en el balcón que da a la Plaza de San Pedro con un mensaje de paz y unidad que resonó en español e italiano, pero no en inglés, idioma de su connacional y quien a ojos de analistas internacionales será su principal antagonista, sobre todo en temas de migración: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Esta omisión del idioma –considerando que una de las primeras medidas del jefe de la Casa Blanca fue declarar el inglés como idioma oficial– no pasó inadvertida para la doctora en Ciencias Políticas y Sociales y directora del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Concepción, Paulina Astroza, quien leyó en el gesto una señal política.
Para la académica, lo que hizo León XIV fue reafirmar su cercanía con el fallecido papa Francisco, con quien “comparte la visión sobre temas como la inmigración, la guerra, y cómo la Iglesia debe mirar más allá de la curia y debe mirar también a los desposeídos y a los que están más en la periferia que en el centro del poder mundial”.
Y es que en un mundo convulsionado y ante la inminente consolidación del segundo mandato de Donald Trump, la elección de un papa nacido en Chicago y formado en América Latina adquiere dimensiones que van más allá de lo religioso. “Nos encontramos en un mundo hoy día muy turbulento, en el cual la política exterior de Estados Unidos, desde que el presidente Donald Trump asume por segunda vez, se ha vuelto mucho más compleja”, señaló Astroza a El Mostrador, a la vez que recordó como una suerte de provocación desde la Casa Blanca cuando Trump subió una foto –generada por IA– de él mismo vestido de papa. La acción fue calificada por la académica como “una banalización de la figura del papa”.

Una de las claves del nuevo líder del Vaticano es la elección del nombre León XIV. Astroza recordó la figura de León XIII, autor de la emblemática encíclica Rerum Novarum –sobre las condiciones de las clases trabajadoras y la cuestión social– y apuntó a un simbolismo cargado de implicancias sociales y doctrinarias: “No es por azar que haya elegido este nombre. Nos da una idea de lo que este nuevo papa significa”.
Y añadió una lectura contemporánea con sabor a advertencia: “Hoy, la Iglesia aún debilitada, tiene poder. Y va a enfrentarse a un presidente de los Estados Unidos con las características que tiene Trump, y que son connacionales”.
Cabe mencionar que Prevost ha mostrado un claro perfil crítico hacia Trump, especialmente por sus políticas migratorias. En sus redes sociales ha compartido publicaciones que cuestionan al mandatario, como un tuit de un reportero vaticanista que acusó insensibilidad de Trump y Nayib Bukele frente a casos de deportación, y otro artículo del National Catholic Reporter que critica al actual vicepresidente JD Vance por tergiversar el mensaje de Jesús sobre el amor al prójimo.


“El connacional (Trump) puede hacer caso omiso”
El profesor titular del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda, matizó la carga reformista del nuevo papa, calificándolo como “un candidato de consenso” que “no es un reformista radical ni un ultraconservador”, sino parte de “los moderados” dentro de la Iglesia.
Aún así, Aranda no dudó en advertir las tensiones que podrían surgir: “León XIV tiene una postura frente a algunos temas que son portaestandartes de la administración Trump, tiene una posición muy distinta, antagónica”. El tema migratorio aparece como el primer campo de batalla: “Lo primero donde va a intervenir es en el tema migrante respecto a Estados Unidos, y ahí va a hablarle a un connacional, independientemente de que el connacional puede hacer caso omiso”.
Durante la jornada, Gustavo García-Siller, arzobispo de San Antonio (Texas), una diócesis que incluye parte de la frontera entre EE.UU. y México, dijo estar seguro de que el recién electo papa León XIV abogará por la dignidad de los migrantes y refugiados en el país.
Gilberto Aranda, experto en religión y política internacional, también evocó al papa León I, conocido como “el Grande”, quien –según estudios ligados al catolicismo, aunque no todos los detalles están completamente corroborados por evidencia empírica– en el siglo V logró disuadir a Atila, el huno, de invadir Roma. Eso sí, “yo no creo que Trump vaya a cambiar por lo que le diga León XIV, pero sí creo que su claridad puede hacer reflexionar a muchos católicos, incluso a partidarios de Trump”, declaró el académico.
Hereda “la vara bastante alta” dejada por Francisco
Más allá del simbolismo y la diplomacia vaticana, el analista internacional y académico de la Universidad de Valparaíso, Guillermo Holzmann, subrayó el carácter “geoestratégico” –más que geopolítico– del humo blanco. “La elección del papa tiene un significado especial, profundo, teológico, doctrinario para la Iglesia católica a nivel mundial”, destacó. Según Holzmann, León XIV hereda “la vara bastante alta” dejada por Francisco en materia de “diplomacia silenciosa”, ecumenismo y mediación en conflictos internacionales.
El académico resaltó que Prevost acompañó a su antecesor en todos los esfuerzos que hizo en Medio Oriente, incluso en inéditas negociaciones con China para poder designar cardenal sin intervención del Gobierno chino. A su juicio, el tono de Francisco no fue estridente, pero sí dejó una huella en la diplomacia. De hecho, remarcó que, “al inicio de la invasión rusa a Ucrania, ofreció sus buenos oficios para ser mediador de ella, pero eso lo supimos por otros actores y no por un comunicado del Vaticano”.
En ese sentido, para Holzmann lo más relevante es que el nuevo papa “puede validar los procesos de negociación desde el punto de vista civilizacional asociado al cristianismo”.
Lo cierto es que la reacción desde Washington fue medida. Donald Trump publicó un mensaje en su propia red, Truth Social, donde celebró la elección señalando “es un gran honor saber que es el primer papa estadounidense”, aunque, como destacó la académica Paulina Astroza, “no con muchas ganas”. Asimismo, el vicepresidente JD Vance, católico converso, aseguró que millones de “católicos estadounidenses y otros cristianos orarán por la exitosa labor” de Prevost.
En contraste, la presidenta peruana Dina Boluarte se mostró emocionada al declarar que “eligió ser uno de nosotros”.
El nuevo papa tiene una estrecha relación con Perú, país en el que ha pasado gran parte de su vida y del que es ciudadano desde 2015. “Un saludo a todos aquellos, en modo particular, a mi querida Diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”, dijo en español, dirigiéndose a la multitud reunida en la plaza San Pedro del Vaticano.
Machado confía en que “su santidad acompañará y velará” por Venezuela
La elección de León XIV no solo es histórica por su doble nacionalidad y su conexión con América Latina. Lo es también porque abre un nuevo capítulo en la relación entre el Vaticano y la política global, especialmente con un Estados Unidos liderado por un mandatario que no ha tenido reparos en desafiar los símbolos y las figuras más sacras.
Quien también reaccionó en línea con el tema migratorio fue la líder antichavista María Corina Machado, quien felicitó al nuevo papa por su elección y dijo que Venezuela confía en que “su santidad acompañará y velará” por el país caribeño, del que –señaló la opositora– “millones han sido forzados a migrar y millones aquí sufren hambre y persecución”.
Nicolás Maduro también se pronunció y pidió para León XIV que Dios “lo ilumine y fortalezca en la alta misión que le ha sido encomendada” para “restaurar los equilibrios éticos, espirituales y morales dentro de la comunidad católica y del conjunto de la humanidad”.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, se sumó también a las felicitaciones. “Ojalá sea el gran líder de los pueblos migrantes en el mundo y, ojalá, aliente a nuestros hermanos migrantes latinoamericanos, hoy humillados en los EE.UU. Es hora de su organización”.
Tal como –según los estudios que avalan este hecho– León I se paró frente a Atila, hoy León XIV parece encaminarse hacia un inevitable choque con otro gigante del poder terrenal.
Jorge Mario Bergoglio, el papa argentino (2013-2025), también rechazó desde el Vaticano las políticas de Trump y llamó a los católicos en EE.UU. a resistir contra ellas. En una carta publicada en febrero de este año, dirigida a los obispos del país norteamericano, Francisco se refirió a la campaña de deportaciones masivas como una “crisis” y se declaró en contra de la criminalización de la migración.
En paralelo, en su impulso por acelerar las deportaciones, el presidente Trump se ha enfrentado con el Poder Judicial, en lo que expertos califican de una “crisis constitucional”. Varios ciudadanos, decenas de residentes permanentes y personas que han solicitado asilo en el país han sido detenidos y expulsados por las autoridades migratorias desde que Trump regresó al poder el pasado 20 de enero.
El Gobierno de Trump también ha sometido a más de 200 migrantes, enviándolos a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador, sin comunicación con sus familiares o abogados, ni posibilidad de apelar sus casos, lo que organizaciones de defensa de los derechos humanos califican como “desaparición forzosa”.
La elección del nombre del nuevo líder del Vaticano evoca al papa conocido como “el Grande”, quien según la tradición logró disuadir al “rey de los hunos” de invadir Roma. Su decisión de no hablar en inglés ante la Plaza de San Pedro –según analistas– fue la primera señal de su postura frente a su connacional.
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