Publicidad

El cobre: horrible error de Herrera y del gobierno (el Chile de la impunidad


«…es probable que un hombre no sea
un buen economista si no es más que eso».

John S. Mill

Afortunadamente tuve la oportunidad de colaborar en 1996 con el profesor Orlando Caputo, año en que escribió su trabajo clave sobre el cobre y la sobreproducción de ese metal creada desde Chile. A partir de allí he conocido las críticas que se han hecho a los planteamientos del documento y he leído un poco más de los autores de las críticas. La variedad de ellos no es muy grande; su pensamiento tampoco.



En ese trabajo, además de señalar los profundos cambios en el mercado mundial del cobre, se proponía, entre otras cosas, adecuar los crecimientos de la producción chilena a las señales del mercado. En caso contrario la crisis implicaría grandes pérdidas para Chile.



De hecho, el profesor Caputo estimó las pérdidas que se ocasionarían al país por la baja del precio del cobre para el período 1996-2000. Para esa estimación tomó diferentes precios ‘malos’ posibles; 90, 85, 80 y 75 centavos de dólar por libra. Hubo dudas sobre si poner o no el valor de 75 centavos ya que en una comparación histórica con caídas anteriores de precios era muy difícil que se alcanzara este valor y además se creyó también que el gobierno reaccionaría mucho antes de llegar a precios tan bajos. Se suponía que precios menores a 90 centavos ya causarían una gran polémica en el país, el gobierno intervendría, pues a esa altura iba a entender el problema, Ä„se trata del cobre! Ä„del sueldo de Chile!



En fin, llegamos al 2001 y esta primera semana de noviembre, el precio llegó a 59,8 centavos. A esta altura es obvio que «algo huele mal en Dinamarca». Pero ¿qué hacer? ¿a quién recurrir? ¿al mundo privado o al sector público? ¿Ir a Codelco (o a Cochilco)? ¿Escribir una nueva carta al Presidente (Ä„la quinta desde 1996 hasta ahora!)?



Cuando pienso en los encargados oficiales del cobre chileno (léase, por ejemplo, funcionarios de Codelco, Ministerio de Minería, etc.) recuerdo la Marcha de los Nibelungos (guardando las proporciones, ya que en Chile no hablamos de guerreros): un líder avanza con sus tropas desde el Rin a la corte del rey Atila. El viaje está lleno de amenazas y peligros, pero caminan con ánimo firme y desafiante ante la muerte que los acecha. En el camino encuentran un clarividente que les asegura que nadie va a volver vivo excepto el capellán. Pero no hacen caso y siguen adelante. Cuando están cruzando un río lleno de torbellinos, el líder ordena que arrojen al capellán de la expedición al agua. No tiene ninguna posibilidad de alcanzar la orilla nadando y así, al morir el capellán, se mostrará la falsedad de la profecía. Sin embargo, el capellán es tragado por el ojo del torbellino y lanzado por éste a la ribera. El capellán se salva. Todos están convencidos ahora que van a morir. Sin embargo, deciden -felices- seguir adelante.



¿Por qué nos han conducido a la ‘nibelunga’ situación actual? ¿Quién nos ha conducido? Creo que ha sido un grupo compuesto por ministros de Minería (incluyendo a de Gregorio), Cochilco, Codelco, centros académicos (U. de Chile, Patricio Meller, U. Católica, etc.), periódicos como El Mercurio, políticos como Pérez Walker, Hernán Büchi. Todos ellos llamaban a seguir incrementando la producción. Büchi: «Para mantener el aporte de la minería en el crecimiento futuro, debería volver a multiplicarse por tres la producción del cobre en esta década, vale decir, llegar a más de 12 millones de toneladas en el 2009″, El Mercurio, enero 2001 (con el gran incremento de la producción, Chile llegó a producir 4,6 millones de toneladas).



Sin duda detrás de este grupo están las empresas y empresarios como Hochschild Alessandri (en Estrategia, jueves 22 de marzo de 2001, se lee: «Agregó [Hochschild Alessandri] que las proyecciones afirman que de continuar el panorama actual, se producirá una escasez de cobre en el mercado, lo que impulsará su cotización por sobre el dólar la libra en la parte final del año«).



Pero en el último tiempo el alto ejecutivo de Codelco, Juan Eduardo Herrera, ha escrito sobre el tema del cobre. Tiene mucho años trabajando en el sector y sus opiniones sobre el tema son muy influyentes en el gobierno.



Siguiendo la línea argumental de dos breves escritos de Herrera se pueden encontrar interesantes ‘contrastes’. Llamaré Herrera 1988 a un documento titulado «Una estrategia para Chile en el mercado del cobre: proposiciones del Centro de Estudios del Cobre y la Minería», en el libro «Desafíos de cobre al año 2000», publicado por Cesco en 1988. Elijo este documento, porque, tal como dice el título, imagina el cobre y a Chile desde 1988 hasta ahora.



Llamaré Herrera 2001 al otro documento aparecido en la página electrónica www.asuntospublicos.org en septiembre de 2001 y en www.areaminera.com. Veamos lo que suavemente hemos llamado ‘contrastes’ (todas las cursivas de las citas siguientes son mías).



A. Participación e influencia de Chile en el mercado del cobre: participando más se influye menos



Herrera 1988: «Chile es el primer país productor mundial de cobre, responsable en cerca de 1/5 de la producción total de cobre de mina y de ź de las exportaciones globales del metal. Semejante posición la ha logrado por las altas leyes de sus minerales…».



Herrera 2001: «El total de la producción de cobre sólo alcanza al 30% de la producción mundial y eso es insuficiente para influir en el mercado obteniendo ventajas» (En realidad Chile tiene en torno al 35%).



Como el 20% (1/5) de la producción total es menos que el 30% de la producción mundial se podría pensar que se pasa de ‘semejante posición’ a Ä„Ä„Ä„semejante posición!!!. Pero no. Resulta que con el 30% de participación en el mercado se influye menos. ¿Serán las nuevas matemáticas de la nueva economía?



En 1988 Herrera escribe, «Chile ha sido, es y seguirá siendo el primer actor obligado en la industria mundial del cobre. Esto significa que, al menos en cierta proporción, por las cosas que haga o deje de hacer es y será responsable de lo que pase con el metal a nivel global […] Nadie en el mundo puede estar más interesado que Chile en el cobre, como nadie debiera estar más capacitado para asumir su liderazgo».



No es para nada claro que Herrera 2001 sostenga lo mismo.



B. De lo colectivo a lo individual: la unidad hace la… desgracia



Herrera 1988: «A continuación se exponen cuáles podrían ser las estrategias necesarias para alcanzar tal objetivo […] Para materializar esta estrategia hay dos vías posibles; reactivar Cipec, cuya potencialidad como instancia de expresión es preciso aprovechar al máximo, o establecer relaciones más estrechas con otros productores no incluidos en el organismo y con los consumidores».



Herrera 2001: «Entonces ¿por qué no intentar un acuerdo más amplio de productores con el mismo objetivo? No es posible; las conductas de tipo monopólico son duramente castigadas en los países donde se ubican las principales empresas productoras y las empresas involucradas no están dispuestas a ese tipo de arreglos».



¿La conclusión del 2001 indica que la propuesta de 1988 era «utópica»? ¿Con los años se aceptaron las bondades del mercado compuesto por individuos atomizados? Curiosamente -y simplemente como dato de contexto- fue en 1988 cuando la dictadura pierde el plebiscito y comienza el modelo y su principios teóricos a ser dulcemente aceptados.



SIGUE…

C. El papel del Estado: sólo cumplir despropósitos





_____________

Juan Radrigán A. es economista e investigador del Centro de Estudios sobre Transnacionalización, Economía y Sociedad (Cetes).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias