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Un desafío basado en el amor


La calidad de la educación preescolar en Chile está a un paso de ser certificada y acreditada. El largo proceso de preparación, reflexión y diseño de este proyecto está llegando a su fin, para abrir las puertas hacia lo que será la puesta en aplicación del nuevo Sistema de Acreditación de la Calidad en Jardines Infantiles y Salas Cuna, que traerá consecuencias positivas al desarrollo de la educación y al cuidado de los niños menores de 6 años que ingresan al primer nivel del sistema educativo en Chile.



Cuando las ideas que conformaron en un primer momento este proyecto comenzaron a tomar cuerpo, una de las primeras preguntas que nos asaltó fue por qué estaba siendo tan importante esto de certificar. La respuesta fue clara: certi es cierto, y ficar o ficare viene de hacer, ambos en latín; por lo que certificar es «hacer cierto», demostrar la verdad de algo.



Para quienes trabajamos por el cuidado y la educación de nuestros niños más pequeños, esto se traduce en que la idea de certificar y acreditar es decirnos a nosotros mismos y decir, a todos quienes quieran saber, que el modo cómo educamos a los niños es a través de estándares reconocidos nacional e internacionalmente como válidos y apropiados. Esto es, demostrar que lo que hacemos vale, según pautas preestablecidas.



Como modo de enfrentar este desafío, es destacable el esfuerzo que durante los últimos años está desarrollando el Ministerio de Educación y la JUNJI. Esfuerzo que nos lleva a decir, sin ánimo de autocomplacencia, que estamos en condiciones de prestar cada vez un mejor servicio.



El desafío consiste en demostrar, que, en materia de educación parvularia, Chile también sigue pautas que velan por la calidad de la educación y atención de los niños. Garantizando con ello que la estrategia de desarrollo nacional estima indispensable acompañar el esfuerzo productivo con una preocupación permanente y sistemática por la calidad de vida de los trabajadores, de las madres y de los niños.



A ello aportará el Sistema de Acreditación de la Calidad en Jardines Infantiles y Salas cuna. En dar seguridad que hacemos bien lo que tenemos que hacer. Por ello, voluntariamente y, esperamos, hasta de manera entusiasta, cada jardín infantil estará interesado en obtener esta certificación.



La acreditación implica conocer los procesos que se realizan en cada espacio educativo y de esta manera, lograr de manera amigable, una evaluación de sus métodos y resultados. Si lo hacemos bien, tendremos la certificación. Si no lo hacemos del todo bien, tendremos recomendaciones que nos permitirán mejorar. Lograr estos resultados es positivo en cualquier circunstancia. En consecuencia, no es fiscalización ni persecución. Es evaluación en el mejor sentido del término. En estas condiciones la evaluación es una forma de aprender y mejorar. Es lo que siempre hemos aspirado que signifique evaluar.



Es bueno para los niños porque el constructor de la calidad es el amor o el afecto con que se desarrolla la tarea de educar. Es la oportunidad de medir el amor. Con cuidado, afecto y preocupación por los niños lograremos cultivar las potencialidades de cada uno, y socializarlos en la nueva sociedad de solidaridad que cada día estamos comprometidos en construir.
El tiempo que se dedica a una persona o a una causa, es claramente medible. Cuando se renuncia a algo por dar, ese algo es medible. Cuando se dedica tiempo, trabajo, y atención, claro que se puede medir. No sólo es importante evaluar a través del tiempo la atención o los recursos que se otorgan, sino también porque el amor es una relación social y «hay otro». En la relación de amor, siempre hay otro u otros que reaccionan ante el estímulo, que sienten el amor. Algunos lo agradecen de manera explícita y reaccionan de acuerdo a la expectativa. Otros no lo dicen, ni lo manifiestan de manera abierta, puede ser por condiciones de carácter, pero atesoran el buen trato, lo acumulan y crecen con amor.



Cuando esto se produce en los primeros años de vida, el resultado es muy impactante. La presencia o no de amor, afecto en el trato, dedicación con tiempo y calidad, es determinante en la salud mental y en el despliegue de potencialidades del niño. Por eso no sólo hemos aceptado sino que además estamos convencidos de que el amor debe ser un estándar.



También este sistema es importante para las comunidades educativas, ya que como grupo social ingresamos a un proceso de aprendizaje. En estos términos, quien acredita es un aliado que ofrece un reconocimiento y un incentivo a la importancia del trabajo que cada día realizamos.

Para las mujeres este sistema puede tener un enorme significado. Revisemos algunos de los roles de la mujer. En su condición de madre, por la tranquilidad que le entrega saber que sus hijos están en buenas manos y en un entorno de buenos sentimientos, con personas eficientes y comprometidas con su trabajo. De esta manera, en su rol laboral las mujeres estarán mejor, en cuanto se despojarán de esa angustia que nos acompaña a todas las madres cuando dejamos a nuestros hijos por la necesidad de trabajar. Esa confianza, si está acreditada, nos provocará una tranquilidad mayor.



Por su parte las empresas, al saber que existen estos procedimientos para el resguardo de los niños, tendrán menos resquemores al momento de contratar a una mujer. Este sistema nos instala en una nueva forma de relación con las empresas, que serán aliadas en la visión estratégica de crecer respetando a nuestras mujeres y protegiendo a nuestros niños, en un compromiso con el futuro.



Así nos encontramos con que mediante la ejecución de este compromiso, estaremos construyendo una sociedad sana y tendrá un efecto positivo en la cadena y en el sistema educacional puesto que se logrará niños mejor socializados, una disminución de la deserción escolar, el mejoramiento de la calidad de la enseñanza, y en definitiva formar mejores hombres y mujeres para nuestro país. Que esto impacte en lo económico como fuerza de trabajo más competitiva es un resultado tan esperable como que logremos personas más auto-realizadas y más solidarias con su entorno social.



Finalmente, entrar a la modernidad por esta vía de mejorar nuestros procedimientos, es, en definitiva, una buena noticia para los niños, las madres, la comunidad educacional, las empresas y el estado. Todo esto, como parte del compromiso que hemos hecho como instituciones públicas, en orden a conseguir una sociedad más justa, para lo cual, estamos convencidos, debemos empezar con nuestros niños.



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Adriana Muñoz Barrientos es Vicepresidenta Ejecutiva de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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