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Estadio Santa Rosa de Las Condes


En la edición del 24 de Abril pasado publicamos en El Mostrador nuestra columna «Doble estándar y mercaderes», en donde denunciamos el intento de la Directiva del Club Deportivo de la Universidad Católica de vender el terreno área verde que ocupa en actividades sociales, deportivas y de recreación el Estadio Santa Rosa de Las Condes desde hace 55 años, predio riberano artificial de relleno del maltratado Mapocho. Ya que hay hechos nuevos, es necesario darlos a conocer públicamente.



En aquella época los bien conectados directores de ese Club Deportivo recurrieron donde Rosa Markmann, esposa del primer mandatario, solicitándole que intercediera ante su marido, Gabriel González Videla, para que se erradicaran las faenas extractivas de arena, con las cuales se ganaban la vida muchos pobladores de escasos recursos y se les entregara a ellos ese sector de la caja del río con las debidas autorizaciones legales con el sano propósito de construir allí las instalaciones deportivas que el Club con urgencia necesitaba. Don Gavito, sumamente simpático y buena persona, contestó inmediatamente que bueno y manos a la obra.



Y así fue como la Municipalidad de Las Condes, administradora de aquellos bienes públicos riberanos, se los entregó en concesión gratuita por 20 años al referido Club Deportivo. No está demás decir que dicho Club nunca le ha pagado al Estado contribuciones de bienes raíces por ese inmueble, ya que las áreas verdes están exentas de pagarlas.



Es decir, tal institución deportiva, en lugar de comprar un terreno apto para tal loable objetivo, utilizó el expediente de conseguírselo gratuitamente, hecho que fue reconocido como muy positivo por todos los socios de la Católica, ya que así se ahorraron una sustancial suma de dinero. En agradecimiento a las valiosas gestiones de doña Rosa Markmann, los directivos del Club bautizaron al Estadio con su nombre propio y con el nombre de la comuna en donde está localizado.



En los inicios de los 1950 fue necesario que se construyeran defensas fluviales por parte del MOP, porque el nuevo complejo deportivo estaba asentado en el costado externo de una curva del río Mapocho y había que prevenir los daños derivados de sus crecidas : se ejecutaron con recursos fiscales porque se consideró que el Estadio cumplía una función social, a pesar de que el común de los mortales no podía ingresar ni menos hacer algún deporte en sus excelentes canchas.



Ahora bien, gracias a las simplistas autorizaciones de la seremi de Vivienda y Urbanismo y de la municipalidad de Las Condes, tales avispados directivos del Club Deportivo de marras llamaron a una licitación pública para vender el terreno regalado de 5 hectáreas. Producto de lo anterior, ya han suscrito un pre-acuerdo comercial con un consorcio inmobiliario para vendérselo en la suma de 30 millones de dólares con el propósito de construir elevadas torres de oficinas.



En nuestra columna anterior aseverábamos que el terreno en cuestión era un bien nacional de uso público no desafectado como tal y por tal razón le formulamos la consulta de rigor a las autoridades sectoriales, las que nos informaron que no están registrados los Decretos Supremos firmados por el presidente de la República, mediante los cuales se debió haber levantado tal condición.



Por lo anterior y ya que para vender hay que tener un dominio válido, averiguamos de qué manera y a través de qué títulos ese Club Deportivo quería enajenar para su beneficio particular el terreno área verde que está utilizando. Y así fue como se nos informó que la Pontificia Universidad Católica de Chile se lo había cedido gratuitamente, según escritura pública del 29 de Enero de 1982. Le seguimos la pista a las escrituras y verificamos en el Archivo Judicial que la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu) del Minvu se lo había donado a la anterior, según escritura pública del 2 de Septiembre de 1970, curiosamente dos días antes de la elección presidencial que ganó Salvador Allende.



Pero -oh sorpresa !- esta escritura tiene una cláusula que expresa «es condición esencial de la presente donación, según modalidad impuesta en la escritura de cesión de estos terrenos por la Ilustre Municipalidad de Las Condes a la Corporación de Mejoramiento Urbano, el que la Universidad Católica de Chile destine estos terrenos a Club Deportivo, por lo que don Álvaro Marfán Jaramillo, quien comparece aceptando la cesión en representación de la Universidad Católica de Chile, se compromete, en forma expresa a respetar esta limitación».



Es decir, ese órgano del Estado (CORMU) le impuso una obligación a la Pontificia Universidad Católica de Chile, en orden a que los terrenos que recibió gratuitamente tenían como único objetivo ser áreas verdes para actividades deportivas del Club cruzado. La escritura explícitamente no contempló la libre disposición del inmueble, lo cual era de elemental lógica.



Ahora bien, esta área verde está descrita como «Parque Metropolitano» en el Plan Regulador Comunal de Las Condes, al igual que el terreno vecino de 4 hectáreas, más al oriente, que le pertenecía a EMOS y que la CORFO acertadamente no transfirió a Aguas Andinas en 1999.



Si de negocios se trata, estimamos que esta institución pública sí tiene todo el derecho de vender su predio área verde peladero, que mantiene cercado y lleno de malezas, porque nuestra institucionalidad urbana-ambiental permite modificar su uso de suelo hasta en un 20% de su superficie, siempre y cuando el terreno no se encuentre materializado como área verde, situación que acontece con el predio de la CORFO. En este caso proceden compensaciones, una de las cuales es que el 80% restante se transforme en un vergel, a expensas del titular del proyecto y que además materialice un área verde equivalente al mencionado 20% en una comuna de escasos recursos.



Hemos relatado este caso porque en Chile es muy difícil que los actores fuertes del mercado se ciñan a las normas regulatorias existentes y por ello públicamente afirmamos que lo mencionado en esta columna ya se le manifestó por escrito a la ministra de Vivienda, Urbanismo y Bienes Nacionales, a la intendenta Metropolitana, al alcalde de Las Condes y al propio rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es tarea de los anteriores que se cumpla a cabalidad el mandato impuesto solemnemente por la Cormu a la tradicional casa de estudios superiores de Alameda 340.



No quisiéramos creer que -a pesar de lo anterior- prevalecerán los criterios meramente mercantilistas y de contingencia, que impulsan los trogloditas de siempre. Nosotros, por el contrario, estimamos que el juicioso rector Rosso hará valer su potestad para que el terreno que le fue donado con limitaciones hace 35 años se mantenga como Club Deportivo de su Universidad.





Patricio Herman P.
Agrupación «Defendamos la Ciudad»
www.defendamoslaciudad.cl










  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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