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Regionalismo en serio o las bravatas de Soria


«Entiendo» el apoyo potencial de Soria a Piñera, son de la misma especie, al menos, en su individualismo caudillista profundo. Yo a Soria le admiro sus intuiciones para conectar a Iquique con el mundo, pero siento profundas diferencias hace mucho rato al interior del «movimiento regionalista» con sus modos y propuestas:



– Como secretario general del PPD, tuve que separar definitivas aguas con él, quien solía hablar contra la «clase política», mientras su hijo fue diputado con la peor asistencia histórica al Congreso de la República. Se enojaba si él no controlaba «todo» y designaba a dedo hasta el «último concejal». Él era el poder «del norte», como Luis XIV, pero despotricando contra el centro.



– Su regionalismo «concentrador del poder» lo lleva a pedir que no se elijan por el pueblo los «consejos regionales», sino que esté conformado por alcaldes y parlamentarios. Un desastre corporativista y «acabronado del poder», ya que los legisladores están llamados a pensar Chile y los alcaldes a aceptar que la esfera regional sobrepasa la municipal en áreas de competitividad, siendo además esencial dar poder a otros. Queda la duda si Piñera ha comprado esa propuesta que sería un desastre, ya que el «gobierno regional autónomo» debe «agregar demanda» y no ser un mero espacio para solucionar «deudas municipales».



– sus continuos déficits presupuestarios- siendo justos, de Iquique y un tercio de los municipios-, reafirman las tesis más centralistas de control estatal y de suspicacias a una mayor descentralización.



– sus ataques infundados, como eso de que no se invirtió en el puerto de Iquique porque hay «negocios» en Mejillones, aunque expertos neutrales una y otra vez tratasen de explicarle las razones técnicas y las limitaciones de la rada de Iquique. Es decir, un regionalismo quejoso y generador de malestar muchas veces infundado. Yo he hecho críticas severas al modelo centralista, pero también hay que hacer reconocimiento de los avances y no levantar injurias.



Pero, bueno, se levanta una posibilidad para el norte de renovar sus liderazgos, como lo hace Atina Arica y el Morrocotudo, la creación de proyectos y la generación de nuevos líderes, como la red progresista de Fulvio Rossi en Iquique.



Como «federalista» me quedo con la propuesta «seria» de Bachelet: que los gobiernos regionales (consejeros y presidente del Consejo Regional) los elija el pueblo en forma directa, y que el 75% de la inversión se haga fuera de Santiago, con proyectos «rentables» y «evaluados socialmente», no sujetos a cualquier capricho de un «señor del territorio».





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Esteban Valenzuela Van Treek. Diputado PPD por Rancagua.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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