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Lucha antidelito: Evitemos la reincidencia


Una cuestión calurosamente debatida es si la delincuencia en Chile va o no en aumento. Pero cualquiera que sea el punto de vista, su presencia es una situación alarmante. Muchas voces se han alzado propugnando un endurecimiento en aspectos represivos, por la vía del aumento de las penas, mayor aplicación y extensión de la prisión preventiva, mayores facultades policiales y particular drasticidad frente a la reincidencia.



Pero esas no son las mejores vías. Al igual que lo que ocurre con la salud, las políticas preventivas son mucho más eficaces e importan menores costos que las curativas. En materia delictual aquello es evidente, y viene propugnado desde el siglo XIX. Pero muy poco se ha caminado en tal sentido.



Un ejemplo es particularmente demostrativo. Si una persona delinque y cumple una pena, estas circunstancias quedan registradas y sus posibilidades laborales futuras pasan a ser cercanas a cero. En un país con una apreciable tasa de desocupación, un razonable criterio selectivo lleva a no contratar al que delinquió y cumplió su condena, lo que es demostrativo del escepticismo generalizado en cuanto al efecto rehabilitador de la sanción penal.



Ese ser humano, que en su perspectiva pagó su culpa, queda así sin medios lícitos de subsistencia y empujado a la reincidencia, reingresando al diabólico círculo delictual, con enormes costos sociales. Es necesario que el Estado intervenga y rompa este trágico anillo. Ello podría hacerse por el simple mecanismo que el erario público subvencionara la contratación de estas personas, asumiendo por ejemplo su costo provisional y/o de salud, con lo cual se estimularía su reinserción social, alejándolo del profesionalismo delictual.



Los costos directos de semejante medida, son substancialmente más bajos que los asociados a la reincidencia, que acarrea tanto importantes desembolsos directos como enormes pérdidas indirectas. A todo ello hay que añadir que se dignifica a un ser humano, permitiéndole abordar su futuro con esperanza.





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Juan Agustín Figueroa Yávar. Abogado, ex ministro de Agricultura.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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