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24 horas

Al minuto de ocurrido el terremoto, la principal agencia sismológica norteamericana ya alertaba de la intensidad del seísmo y enviaba a toda la zona del pacífico una alerta de tsunami.


Finalmente lo que tanto se anunció a lo largo de décadas llegó. Lo que en la jerga técnica se denomina como “Big One” nos visitó, con las aterradoras consecuencias de muerte, pánico y devastación que aún no terminamos de ver, ni mucho menos de evaluar y cuantificar.

Sin embargo, a escasos días de acontecido este Apocalipsis, no sólo es necesario señalar qué salió mal, sino también identificar y sancionar a sus responsables, por más alta investidura que estos tengan.

Hace algunos meses, a través de este mismo medio, señalaba que a mi modesto entender la falta de liderazgo político de parte de la Presidenta de la República, colocaba en serio riesgo la continuidad la Concertación al frente de los destinos del país.

En esa misma columna señalaba además que el legado político del Gobierno de Michelle Bachelet sería el entregar la banda presidencial a Sebastián Piñera, tras 20 años de la administración más exitosa de la historia de Chile por parte de la coalición que este 11 de marzo traspasará el poder a la derecha.

[cita]Al minuto de ocurrido el terremoto, la principal agencia sismológica norteamericana ya alertaba de la intensidad del seísmo y enviaba a toda la zona del pacífico una alerta de tsunami.[/cita]

Algunos meses después y con la tragedia viva y a flor de piel, liderazgo o mejor dicho la falta de él, es lo que ha sido posible observar como un mal endémico de este gobierno, en las primeras horas de esta catástrofe, con las funestas consecuencias de muerte y devastación que aún no nos cansamos de ver.

Vamos por parte. Que el SHOA de la Armada se equivocó en alertar el Tsunami, que la Onemi no avisó, e incluso señalar que la iniciativa individual permitió evacuar gente en el borde costero en el momento mismo de la tragedia, son explicaciones que no resisten análisis y que tristemente se pagarán con cientos, sino miles de vidas.

En Chile el único organismo encargado por ley de la protección civil en situaciones de emergencia o catástrofe es la Oficina Nacional de Emergencia, Onemi. Porqué este organismo no alerto al borde costero de la inminencia de un maremoto, siendo su función legal el hacerlo, más aún, cuando dada la intensidad de este seísmo, es de libro de texto que inmediatamente después ocurriría un tsunami. Exijo una explicación. Falta de información dirán. Pamplinas digo yo. Al minuto de ocurrido el terremoto, la principal agencia sismológica norteamericana ya alertaba de la intensidad del seísmo y enviaba a toda la zona del pacífico una alerta de tsunami.

Las primeras 24 horas luego de ocurrida una tragedia son fundamentales para apalancar la primera de las prioridades requeridas para organizarlo todo: LA SEGURIDAD. Y aquí la responsabilidad escala a la más alta magistratura. Nadie puede alegar por qué las Fuerzas Armadas no actuaron de inmediato. Ellas son (al fin), subordinadas de la autoridad política y en  la práctica y la realidad, no actúan sino se les ordena que lo hagan.

Fueron pues, estas primeras 24 horas de inactividad gubernamental, las que finalmente desembocaron en las tristes imágenes de vandalismo y pillaje de las que fuimos testigos estos días y que a todos nos avergüenzan sin distinción de clases, credos o nivel educacional.

Michelle Bachelet es constitucionalmente la generalísima de las fuerzas de tierra, mar y aire de nuestro país y es a ella a quien se le deben exigir las explicaciones por la tardanza del despliegue militar en la VII y VIII regiones, más aún teniendo a su disposición todos los estados de excepción constitucional que el Estado de Derecho pone a su disposición para enfrentar una crisis.

No se necesitaban de kilos de información para dimensionar en las primeras horas de la catástrofe la magnitud de la misma. Por qué no se decretó el control militar de estas zonas en esas horas críticas es una pregunta que sólo la Presidenta puede responder.

El trabajo fundamental de los militares es estar listos a toda hora y en cada momento. Michelle Bachelet, ex ministra de Defensa y experta en estos temas, sabe perfectamente que nuestras Fuerzas Armadas pueden efectuar un despliegue masivo de control urbano con la rapidez que la emergencia lo amerite.

El haber reaccionado tempranamente a este escenario, no sólo habría eliminado de las pantallas de TV las imágenes de saqueos y pillajes, sino que, y lo más importante, habría permitido a las cuadrillas de trabajo de rescatistas, bomberos y funcionarios de los servicios de agua y electricidad actuar con la celeridad requerida en un clima de paz y tranquilidad social.

Me temo que en este caso, primó más la desconfianza de la Sra. Presidenta en el accionar de nuestras Fuerzas Armadas, que a la realidad de las mismas, educadas en 20 años de doctrina democrática.

Para el futuro quedarán los análisis respecto de qué es lo que consideramos Seguridad y Defensa. Ciertamente el peso brutal de la realidad está demostrando que estos conceptos no sólo se refieren a escenarios de conflictos internacionales, sino que también a cómo estamos efectivamente preparados en el largo plazo para enfrentarnos nuevamente con la naturaleza.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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