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Falla de San Ramón y el rol de la ciencia y tecnología en Chile

Por: Adriano Rovira


Señor Director:

Después de leer la columna escrita por don Moisés Scherman, así como los comentarios a ella por parte de varios lectores, me parece necesario hacer algo más que un comentario ya que es conveniente tener mayor claridad sobre estos temas.

Lo primero es aclarar que me parece fundamental el rol de los ciudadanos en estos temas, así como la necesidad de una adecuada información para que la participación y las opiniones sean suficientemente fundadas. Por ello valoro una columna como la del señor  Scherman que motiva a comentar y discutir sobre estas cuestiones.

Lo primero que hay que tener presente es que las tecnologías de construcción antisísmica son de uso corriente en nuestro país y prueba de ello son los relativamente bajos destrozos de un terremoto de la magnitud del reciente. Si bien es cierto que no debería caerse ninguna construcción y no debería haber muertes por terremotos o tsunamis, un sismo de esta magnitud provoca destrucción y los niveles de destrucción en este caso han sido menores (lo que no significa minimizar el daño a las personas ni mucho menos).

Los grandes edificios de Santiago y Concepción, en general se comportaron bien; los edificios construidos en el borde costero de Valparaíso y Viña del Mar, que los mirábamos con desconfianza, tampoco sufrieron grandes problemas, todo lo cual habla de una buena aplicación de las tecnologías de construcción.

Pero al mismo tiempo denuncian los casos en que las empresas constructoras aplicaron mal esas mismas tecnologías, y lo que el país debe hacer es insistir en que se investiguen porqué fallaron construcciones que debieron estar diseñadas para resistir este tipo de fenómenos. ¿Por qué se cayeron algunas pasarelas de las autopistas urbanas y otras no? ¿Por qué hay sectores precisos de las autopistas urbanas de Santiago que sufrieron daños? La investigación no sólo debe estar dirigida a buscar responsabilidades o culpabilidades, sino a acumular conocimientos para prevenir problemas a futuro.

Otro tema es el de la normativa. Un sismo asociado a la citada falla de San Ramón no difiere en cuanto a sus efectos sobre las construcciones, del reciente terremoto. Sus características son las mismas, por lo que la normativa antisísmica es igualmente válida.  El problema, estoy de acuerdo, está en los Planes Reguladores que zonifican la ciudad en función de factores naturales y de organización y funcionalidad. Estos planes fueron concebidos a mediados del siglo XX y responden a lo que era la dinámica urbana de esos tiempos, al rol que tenía el Estado y a la lógica planificadora de aquellos momentos.

Pero todo eso ha cambiado y seguimos con más o menos los mismos instrumentos. Y más encima como sociedad, no creemos en la planificación. Resultado de ello, los planes reguladores más que normar a futuro, regularizan situaciones. Por ello los planes reguladores acumulan decenas de modificaciones respondiendo a demandas de las inmobiliarias o del sistema público, por disponer de más suelo urbanizable.

Cuando se pretende intervenir la ciudad y el plan regulador no lo permite, el camino es la modificación, lo que es un contra sentido a la idea básica de esa panificación. Lo que es urgente es entonces adecuar los instrumentos de planificación urbana a los tiempos actuales. Dar cuenta de las tendencias actuales de las ciudades y definir que tipo de ciudades queremos.

Espero que a través de esta tribuna podamos iniciar una discusión sobre estos temas.

Otro aspecto que me parece relevante de la nota del Sr. Scherman y de los comentarios a ella, es la relación entre la ciencia y la política, o los políticos. Y cuidado, no sea que empecemos todos a hablas de “los señores políticos”, porque sería una mala señal.

No todo es culpa de los políticos o las autoridades que no acogen la información que entregan los científicos. El sistema de ciencia y tecnología también tiene culpa. A los investigadores universitarios se nos evalúa por la producción de artículos y sobretodo por artículos en revistas en el sistema ISI, las que son muy mayoritariamente escritas en idioma inglés y de circulación bastante restringida a los círculos de especialistas.

Por eso los artículos que daban cuenta de las probabilidades de un sismo en el área de Concepción y que se divulgaron después del terremoto, eran desconocidos para la mayoría de la gente. Hay que replatearse respecto a las políticas de valoración de las actividades en ciencia y tecnología en Chile.

Como podemos ver, un terremoto de esta magnitud provoca un remezón en diferentes frentes y es una gran oportunidad parea revisarnos como sociedad; todos: autoridades, políticos, profesionales, científicos, medios de comunicación y ciudadanos en general.

Adriano Rovira
Geógrafo
Universidad Austral de Chile

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