Publicidad

El escritor virtual

Javier Campos
Por : Javier Campos Poeta y columnista. Profesor de Literatura Latinoamericana, Fairfield University, Connecticut.
Ver Más

Uno piensa si Cervantes hubiera podido escribir El Quijote teniendo a su mano estas herramientas virtuales. Porque con esta revolución, y el fin de las ideologías, los mega relatos han desaparecido para siempre.


En reciente artículo de Federico Joannon, publicado aquí en El Mostrador, “El irresistible poder de las audiencias”, señala el siguiente punto que me interesa:   “Estamos en tiempos de una comunicación más horizontal, interactiva y participativa. L

a narrativa en la Era Digital es multimedial, es una amalgama de texto, gráfica, audio y video, con vínculos e hipervínculos entre sí, de ida y vuelta con otros medios, fuentes y soportes: diario on line – TV Digital on line – radio on line – teléfonos móviles; blogs; Facebook; Twitter; otras redes digitales”. Quisiera continuar reflexionando sobre lo anterior. No sólo la cultura de la imagen desde mediados de los 80 cambió la forma (y el contenido) de escribir entre nuevas generaciones,  también lo ha hecho -y lo sigue haciendo- la comunicación digital a partir del 2000.  No existe otra forma de escribir o comunicarse. Las románticas cartas escritas con pluma o tinta negra o verde son tan del pasado como lo son  la victrola o los cassetes.

[cita]Uno piensa  si Cervantes hubiera  podido escribir El Quijote teniendo a su mano estas herramientas virtuales. Porque con esta revolución, y el fin de las ideologías,  los mega relatos han desaparecido para siempre.[/cita]

Se ha dicho que la revolución digital es tan importante como el mismo encuentro que tuvo Cristóbal Colón con  el “Nuevo Mundo” en 1492. Dos etapas históricas de la globalización. Con Colón la mitad desconocida del planeta entra a juntarse con la otra historia que había empezado en Mesopotamia. Con la revolución digital se inicia  la globalización virtual/electrónica  planetaria  junto a la libertad absoluta del intercambio de los mercados mundiales que a su vez depende y alimenta  a esa misma revolución digital. Ambas son inseparables y por eso levantar una bandera para exterminar  al capitalismo o la sociedad de mercado (lo que hacen inútilmente los Chávez, los Ortegas, los Castro  o los Morales, por ejemplo) resulta complicado por no decir imposible.

Ya sabemos que realmente la www (World Wide Web) comienza a funcionar a nivel global a partir de 1993 (pero es en marzo de 1989 cuando la crea Tim Berners Leer).  Ese 1993 es un año importante en la historia humana. Jamás antes nos habíamos comunicado y obtenido la información global de manera instantánea. Ya no sería necesario, a partir de entonces,  esperar semanas para que pudiéramos leer un artículo  literario, científico, económico desde Madrid, Londres, Nueva York, Ciudad de México, etc.  Va quedando en la nostalgia romántica, a partir de 1993, el viaje a una biblioteca a hojear un suplemento literario que esperábamos hace un mes. Y eso ocurría no hace mucho.  En 1990 yo mismo viajaba desde Connecticut a una de estas espectaculares bibliotecas de New York, como la de Columbia University, o a Yale en Connecticut, a leerme las últimas revistas de literatura o economía, política, de América Latina que llegaban por el correo aéreo desde otros países.

Viajando con un grupo de poetas jóvenes en Costa Rica no hace mucho, de los 30 que allí iban en el bus que nos llevaba a un lugar que tomaría 5 horas de viaje, la mayoría tenía sus celulares, otros unos iPods, los iPhones otros un Blackberry. No contento con eso, otro poeta joven sacó de su mochila unos DVD y partió donde el chofer para que los pusiera en la TV del bus. Era música y video de una banda de Rock de Nueva York.  O sea que no era tan fácil conversar con esos poetas jóvenes. Su conversación y su diálogo se había modificado. Era ahora a través de los medios digitales. Sus poemas o sus cuentos o novelas están publicados mucho más en distintos blogs que en libros impresos y desde allí se leen, reciben críticas, elaboran manifiestos virtuales, recomiendan a otros escritores. También se envían poemas por text messages o  por el breve twitter.

En otras palabras lo virtual para nosotros es nuestra biblioteca de Alejandría. Y ahora, por los blogs, se publican cientos de poemas, o miles, que circulan por millones en distintas lenguas. Y no sólo eso, por ejemplo los encuentros poéticos, narrativos, charlas, entrevistas,  se difunden por Youtube. También  allí leen y discuten  escritores jóvenes o no tan jóvenes.  Si algo no está en Internet, es que no existe, dicen los que han crecido con esta constante evolución de la tecnología digital.  Nosotros los escritores, e igualmente los periodistas,  no podemos escribir sin la ayuda de esta revolución digital. Consultar una multitud de información en forma instantánea y reprocesarla inmediatamente es indispensable.  Uno piensa  si Cervantes hubiera  podido escribir El Quijote teniendo a su mano estas herramientas virtuales. Porque con esta revolución, y el fin de las ideologías,  los mega relatos han desaparecido para siempre. Habríamos tenido sin duda  otro Alonso Quijano,  otra Dulcinea del Toboso y otro tipo de gracioso llamado Sancho Panza.

La valoración tradicional del arte y la literatura  ha cambiado  justamente por esta revolución digital del Tercer Milenio. Igualmente el imaginario del artista joven o viejo. Principalmente los más dispuestos a contaminarse voluntariamente con la nueva cultura de la imagen y los nuevos medios virtuales.  Pero, por otro lado,  aquello  dificulta  lo siguiente: determinar cuál es el valor artístico de esa masiva producción literaria que entra cada día por miles a la red.

El escritor del Tercer Milenio es sin duda un escritor virtual y lo será aún más en los años siguientes. Como lo es también su lector. Muchos ya ni llevamos libros de referencias en nuestros bolsos sino un mini laptop, un BlackBerry,  y un  iPods. O como esta columna que no la escribo en un biblioteca tradicional sino en una globalizada librería (“Borders”)  que tiene conexión gratis a la red. Es un ejemplo del  inseparable encuentro, en este milenio globalizado,  entre la cultura popular consumista y el que en este momento ha dejado de escribir en una torre de marfil.  Por eso también los escritores nos hemos convertido cada vez más en productores mestizos porque la misma revolución digital entremezcla múltiples géneros. O sea,  somos lectores y productores  multi híbridos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias