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Bullying y mesianismo: ¿la estrategia presidencial de Hinzpeter?

Marco Moreno Pérez
Por : Marco Moreno Pérez Decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Universidad Central de Chile.
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Lo cierto es que la voluntad real muestra como la principal apuesta del piñerismo para el 2013 -el Ministro de Interior Rodrigo Hinzpeter- parece estar clavando sus banderas en esta disputa en ciernes. Su estrategia, fiel a un estilo frontal y pragmático, vuelve a generar incomodidad en el oficialismo.


En medio de los efectos por la elección de la ANFP dado su insospechado alcance político, asistimos también al inicio de otro hecho que está marcando la agenda y que  dice relación con el inicio de la disputa por la sucesión presidencial en la Alianza.

Si bien los actores involucrados en un intento por aparecer políticamente correctos -a lo menos en el discurso público- plantean que es inoportuno hablar de candidaturas recién transcurridos 8 meses del inicio del gobierno, los hechos y, especialmente sus palabras, parecen contradecir esta voluntad declarada. Lo cierto es que la voluntad real muestra como la principal apuesta del piñerismo para el 2013 -el Ministro de Interior Rodrigo Hinzpeter- parece estar clavando sus banderas en esta disputa en ciernes. Su estrategia, fiel a un estilo frontal y pragmático, vuelve a generar incomodidad en el oficialismo. La performance del Ministro parece descansar sobre dos líneas.

[cita]La tensión instalada entre dos miembros del actual gabinete –sin sumar a Lavín por ahora– con altos niveles de popularidad en las encuestas obligará al Presidente a congelar los proyectos personales de sus ministros o derechamente sacarlos del Ejecutivo para que puedan desplegar su carreras por La Moneda.[/cita]

En primer término y en una suerte de bullying al mediático Ministro Golborne ha cuestionado su liderazgo presidencial y de paso sus capacidades políticas. A Hinzpeter no le parece justo que un evento -la gestión del rescate de los mineros- pueda reemplazar al proceso de formación de un verdadero líder presidencial marcado por “la vida política, la trayectoria y el oficio” de quien aspira a conducir los destinos de un país. A juzgar por sus dichos, Golborne carecería de dichos atributos o a lo menos solo serían resultado del azar y casualidad. En una crítica abierta -pero también inédita- a su colega de gabinete Hinzpeter busca marcar diferencias con quien en las encuestas aparece amenazando sus planes presidenciales, que si bien no aparecen explicitados no cabe duda que existen.

En segundo lugar proclama la fundación en este gobierno de lo que denomina  la “nueva derecha, democrática y social” que define como condición sine qua non para la continuidad y proyección de la Alianza. Solo la crítica de la UDI lo obliga tácticamente  a compartir créditos señalando que habría sido el gremialismo quien inicio este proceso. No cabe duda que en épocas de transformación política por lo general se da una dosis de mesianismo. El líder político se siente y es visto como alguien que tiene el deber y la capacidad de llevar al país hacia la redención. Hinzpeter cree firmemente en esto cuando busca instalar esta idea de derecha hinzpeteriana.

Si se estuviera aportas del término del gobierno situaciones como la descrita serían consideradas normales, habituales y propias de la faz agonal de la política. Pero se entiende menos en los comienzos de una gestión gubernamental donde la coalición en el gobierno aún no se termina de instalar y donde los problemas en áreas clave como seguridad ciudadana, salud y reconstrucción posterremoto registran en la percepción ciudadana una hasta ahora deficiente evaluación, distante por ahora de la “nueva forma de gobernar”.

Por último la tensión instalada entre dos miembros del actual gabinete –sin sumar a Lavín por ahora– con altos niveles de popularidad en las encuestas obligará al Presidente a congelar los proyectos personales de sus ministros o derechamente sacarlos del Ejecutivo para que puedan desplegar su carreras por La Moneda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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