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La nueva derecha y los consensos de contradicción

La construcción de una nueva derecha está lejos de ser un proceso voluntarista. Por muy destacados que sean los líderes políticos que intenten impulsarla, la política y las coaliciones tienen sus tiempos, sus procesos de maduración. Para ser francos, en estos procesos políticos tan complejos como construir una nueva “mayoría social” al final nadie sabe bien para quién trabaja.


Hasta hace poco tiempo, la construcción de una nueva derecha sólo había tenido a un equipo jugando en la cancha -la UDI-; ahora se suma (con 20 años de atraso) un sector importante de RN. Por tanto, ya están los jugadores en la cancha, el árbitro dio el pitazo inicial y quien domina el balón en este primer tiempo no es precisamente la UDI.

A la discusión sobre la “Nueva Derecha” se ha referido el Presidente Sebastián Piñera en una entrevista en el diario El País; el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, y el senador Pablo Longueira en un documento entregado en el último Consejo Directivo Ampliado de la UDI.

Si bien la idea de construir una nueva derecha no tiene nada de nuevo –Jaime Guzmán fue el primero en ver su necesidad, hace ya casi 30 años-  se ha vuelto ahora a un tema actual y candente debido a una especial circunstancia. Hoy, el  Presidente de la República es de centroderecha y con un fuerte respaldo en las encuestas de opinión, es decir, un Presidente con lo que se llama “capital político”. Y como bien sabe el Presidente, todo capital se debe invertir en algo, de lo contrario se desvaloriza y se pierde.

[cita]Los temas de la nueva derecha no se agotan en la sola “UDI Popular”, sino en más temas que necesariamente producirán nuevos “dolores de parto” (como en su momento los generó la UDI) y que dicen relación, especialmente, con los temas valóricos (aborto, eutanasia, matrimonio, etc.)[/cita]

Así, entre más capital se tiene, mayor es la inversión que se puede realizar. En política, ese tipo de inversiones se materializan, generalmente, en crear una “mayoría social” que haga carne en la ciudadanía los principios y valores que impulsan a una determinada coalición política.

Sin embargo, la construcción de una nueva derecha está lejos de ser un proceso voluntarista. Por muy destacados que sean los líderes políticos que intenten impulsarla, la política y las coaliciones tienen sus tiempos, sus procesos de maduración. Para ser francos, en estos procesos políticos tan complejos como construir una nueva “mayoría social” al final nadie sabe bien para quién trabaja.

No se sabe para quién se trabaja, porque en esto de “modernizar el sector” se puede terminar ayudando a los propios adversarios políticos, permitiendo que “sus” ideas se lleven a la práctica y, por tanto, terminaría la “nueva derecha” convirtiéndose en una verdadera aliada en las sombras de las ideas de otros (aunque creyendo que ganó…).

Tampoco se sabe bien para quién se trabaja, porque en estos procesos, que implican romper muchas resistencias al interior de los propios seguidores, no siempre recoge los frutos políticos de esa renovación los que hicieron el trabajo duro y sin brillo de abrir el surco (bien lo sabe la UDI).

Así las cosas, el nacimiento de la nueva derecha que hoy se discute, si bien comenzó hace al menos 20 años con el desafío electoral de la UDI en las poblaciones y que formó la llamada “derecha popular”, está lejos de ser un proceso terminado y tiene aún pendientes importantes elementos por definir.

Los temas de la nueva derecha no se agotan en la sola “UDI Popular”, sino en más temas que necesariamente producirán nuevos “dolores de parto” (como en su momento los generó la UDI) y que dicen relación, especialmente, con los temas valóricos (aborto, eutanasia, matrimonio, etc.) y sobre las nuevas formas del rol del Estado en la economía (reformas tributarias, laborales, medio ambientales, protección al consumidor, etc.).

Por eso es que a pesar del voluntarismo de muchos, es casi imposible saber en forma precisa hacia dónde avanzará la evolución renovadora de la centroderecha chilena y, sobre todo, tampoco sabemos bien quiénes la encabezarán.

Lo que sí está claro es que en la centroderecha chilena están las condiciones dadas para seguir avanzando en una renovación más profunda del sector. Y aunque no a todos nos gustarán en un cien por ciento los resultados que salgan de ella, es necesario que se generen “CONSENSOS DE CONTRADICCIÓN”, es decir, hasta dónde estamos dispuestos a vivir y convivir con las contradicciones propias de una coalición de gobierno más amplia, evitando, al mismo tiempo, convertirnos en un simple circulo vacío falto de toda convicción.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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