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TV Digital: suma urgencia, sumos errores

Óscar Cabello
Por : Óscar Cabello Consultor en telecomunicaciones; Director Ejecutivo de Alfa Centauro S.A.; ocabello@alfacentauro.cl
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Tal vez después de una discusión profunda –de un par de años– concluyamos que en el siglo XXI es imposible convertir a la TV de libre recepción en un medio capaz de elevar nuestro nivel cultural, lo que sería lamentable, pero al menos hay que intentar esa discusión, que la suma urgencia impide.


La profesora pregunta en clases: «dime rápidamente, Juanito, ¿cuánto es dos más dos?»  Juanito le contesta: «tres, señorita».  La profesora le dice indignada: «¡Cómo es posible, Juanito! ¡Son cuatro!»  A lo que Juanito le responde: «¡Usted me pidió rapidez, señorita, no precisión!»

Algo parecido está ocurriendo con el proyecto de ley de TV digital de libre recepción, que acaba de ser aprobado por la Cámara de Diputados, y que ahora será visto por el Senado con trámite de suma urgencia, dispuesto por el gobierno.

La TV de libre recepción que vemos gratuitamente en nuestros hogares (TVN, Canal 13, Megavisión, etc.) emplea aún tecnología analógica para transmitir las señales.  Entre otras cosas, ello significa que a través de cada canal podemos ver sólo un programa.

Sin embargo, en la mayor parte del mundo se está abriendo paso la TV de libre recepción con tecnología digital, que tiene varias ventajas sobre la analógica, como la emisión de varios programas en forma simultánea (a través de un mismo canal), la emisión de programas en alta definición (con mejor calidad de imagen, con relación a los actuales), o la posibilidad de incorporar nuevos actores a esta industria.

[cita]Tal vez después de una discusión profunda –de un par de años– concluyamos que en el siglo XXI es imposible convertir a la TV de libre recepción en un medio capaz de elevar nuestro nivel cultural, lo que sería lamentable, pero al menos hay que intentar esa discusión, que la suma urgencia impide.[/cita]

Lamentablemente, y por diversos motivos, Chile se ha quedado muy atrás en la introducción de la TV digital de libre recepción, y el actual gobierno está haciendo esfuerzos para recuperar el tiempo perdido; de ahí, al parecer, nace la suma urgencia.

El gobierno pasado adelantó algo en la materia, al adoptar para Chile el estándar brasileño de TV digital de libre recepción, pero lamentablemente cometió un grave error –tal como se lo advirtió de manera oportuna el Colegio de Ingenieros de Chile–, ya que ése era el estándar menos desarrollado, lo que probablemente se traducirá en mayores costos para los televidentes nacionales.  Pero esa decisión ya fue tomada, y a esta altura sería una locura tratar de cambiarla.

Paralelamente, el gobierno pasado elaboró un proyecto de ley para desarrollar en Chile la TV digital de libre recepción, que fue presentado al Congreso Nacional en 2008, pero ese proyecto también contenía errores importantes –técnicos y jurídicos–, que hoy empiezan a ser reconocidos.

Sin embargo, pocos se han dado cuenta de que el referido proyecto, pese a las mejoras que se le han introducido en su paso por la Cámara de Diputados, sigue siendo deficiente.  Y entre quienes aún no parecen darse cuenta de ello está el propio gobierno, que lo ha acaba de enviar al Senado con trámite de suma urgencia, para que se discuta poco y se apruebe rápido.

¿Y vale la pena tanto apuro, a cambio de una buena ley?  Me parece que no…

La TV de libre recepción tiene dos grandes aristas: la generación de contenidos (noticiarios, telenovelas, programas infantiles, programas culturales, etc.) y los medios técnicos empleados para difundir esos contenidos.  Para difundir los contenidos, la TV de libre recepción se apoyó inicialmente en sus propios medios técnicos, constituidos por transmisores de radio que empleaban bandas de frecuencias reservadas internacionalmente para ese objeto.

Pero en la actualidad, como consecuencia del avance tecnológico, la TV de libre recepción también cuenta con importantes medios complementarios para difundir sus contenidos, como son Internet y las redes de TV de pago, que son explotadas por operadores de la industria de las telecomunicaciones, como Movistar o VTR, que actúan como simples «transportistas» y son totalmente ajenos a la generación de contenidos.  Internet y las redes de TV de pago ayudan a extender la cobertura de la TV de libre recepción mucho más allá del alcance de los transmisores de ésta; gracias a aquellas, hoy es posible mirar los principales canales de la TV chilena prácticamente desde cualquier lugar de Chile o del mundo.

Por tratar de abordar esas dos grandes aristas –contenidos y medios técnicos para difundirlos– el proyecto de TV digital en curso puede afectar de manera significativa a la industria de las telecomunicaciones.  Tal es el caso, por ejemplo, de la iniciativa que pretende obligar a algunos operadores de TV de pago a portar gratuitamente las señales de TV de libre recepción emitidas por operadores regionales o locales.  Sin duda que los impulsores de esta iniciativa tuvieron la buena intención de ayudar a los canales regionales o locales a mejorar su cobertura, pero es absolutamente equivocado hacerlo a costa de un empresario de otro rubro.

Otra dudosa iniciativa del proyecto de ley en curso es la facultad que se pretende otorgar a los operadores de TV digital de libre recepción, para que destinen hasta un 50% de su capacidad de difusión de contenidos en el espectro de libre recepción, a emisiones que podrán ser vendidas a los televidentes; en consecuencia, a través de ese espectro obtendrán una ventaja competitiva injustificada, que les permitirá actuar simultáneamente como operadores de TV de libre recepción y como operadores de TV de pago.

Es importante tener presente que la regulación actualmente vigente no impide que un operador de TV de libre recepción elabore contenidos para ser vendidos a los televidentes.  De hecho, TVN y Canal 13, por ejemplo, tienen señales especiales, que se venden a través de los medios de TV de pago.  Sin embargo, otra cosa muy distinta es destinar un recurso público importante –el espectro de libre recepción–, que de acuerdo a los tratados internacionales suscritos por Chile está reservado a emisiones de este carácter, para que los operadores de TV de libre recepción monten un negocio paralelo.  Sería casi como encargar la conservación de los jardines de una plaza pública a una empresa especializada, y permitirle que destine la mitad del espacio de los jardines a la construcción de un mall, para que mejore sus ingresos. La empresa que mantiene los jardines de la plaza tiene todo el derecho a construir un mall, pero debe hacerlo en otro terreno, y no en espacios públicos.

Pero el tema de fondo que debería abordar este proyecto de ley, que dice relación con cómo lograr que la TV de libre recepción –junto con entretener a la población– se convierta en un medio para elevar el nivel cultural y los valores de nuestra comunidad, prácticamente no ha sido tratado, ni menos resuelto.  Es más, durante la discusión casi nadie parece haber abordado el tema de fondo, sino que lo que ha ocurrido ha sido una verdadera guerra de todos contra todos –operadores contra gobierno, operadores chicos contra operadores grandes, operadores contra actores, operadores de TV de libre recepción contra operadores de telecomunicaciones– para defender sus respectivas posiciones, sin entrar a considerar qué queremos como país para la TV de libre recepción del futuro.

Puedo entender la suma urgencia que ha dado el gobierno al proyecto de ley, porque es inconcebible que en la época actual Chile no haya desarrollado aún la TV digital de libre recepción, pero para ello bastaría con un proyecto de ley muy simple, que resuelva únicamente los problemas relativos al otorgamiento de las concesiones de TV digital, y que se postergue la discusión de fondo, que dice relación con cómo mejorar los contenidos de la TV de libre recepción.

Tal vez después de una discusión profunda –de un par de años– concluyamos que en el siglo XXI es imposible convertir a la TV de libre recepción en un medio capaz de elevar nuestro nivel cultural, lo que sería lamentable, pero al menos hay que intentar esa discusión, que la suma urgencia impide.

Oscar Cabello es Ingeniero civil electricista; experto en telecomunicaciones y director ejecutivo de la empresa consultora Alfa Centauro S.A. – ocabello@alfacentauro.cl

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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