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Cómo ser un idiota latinoamericano


Miren el video notable que viene después de este post y entenderán perfectamente a qué me refiero sin necesidad de leerme. O léanme y luego confirmen lo que digo: es Jaime Bayly, así que el video es ágil y fluye muy bien, como fluyen las tonterías al salir de su boca.

Para contradecir, aparentemente, una afirmación de Hugo Chávez según la cual «el imperio de los incas» era «un paraíso socialista», Bayly nos brinda una espectacular clase de historia precolonial y colonial. Nos dice, en resumen, lo siguiente:

Que entre los incas no había democracia ni pluralidad política ni «libertad de expresión». Que los incas tenían esclavos; que lo suyo era una «dictadura teocrática» porque «el inca era el representante de Dios». Que el gobernante estaba rodeado de «una casta de cortesanos que tenían todo el poder y podían matar a quien quisieran». Dice, además, que los incas hacían «sacrificios humanos» y que «al disidente lo quemaban vivo».

Luego añade, con alivio histórico: «menos mal que llegaron los españoles, porque nos salvaron». Se refiere con eso, como es obvio, a la llegada de los españoles que, como sabemos todos, vinieron al Perú a principios del siglo dieciséis para convocar a una asamblea constituyente, llamar a elecciones libres, abolir la esclavitud e instaurar una democracia representativa, descartando la monarquía teocrática y deteniendo para siempre la costumbre de quemar vivos a los disidentes (para, acto seguido, proclamar la economía de libre mercado, la jornada de ocho horas, la libertad de culto, el voto femenino y los derechos humanos).

Al principio de su comentario, Bayly se refiere a sus conocimientos históricos como los de alguien que «ha leído con perspicacia». Habría que preguntarse qué fabuloso atlas histórico le dieron a leer al hombre, que tan mal objeto ha encontrado para su mayúscula sagacidad.

Lo de Chávez es una idiotez, eso está claro. Lo de Bayly es la idiotez opuesta, la idiotez refleja, no menos ignorante ni menos ridícula: su descripción del Tawantinsuyo podría ser la del imperio español: autoritario, teocrático, esclavista, que asesinó indiscriminadamente y quemó en la hoguera a musulmanes, a judíos, a criptojudíos, a protestantes, a conversos, a falsos conversos y a algunos otros buenos samaritanos a los que detestó por razones que no viene al caso mencionar.

Pero es obvio que yo no perdería el tiempo escribiendo esto si fuera sólo para hacer notar la tontería de Bayly: ella es transparente y se anuncia sola cada día. Lo que quiero hacer notar es el racismo intrínseco de su comentario. «Menos mal que llegaron los españoles porque nos salvaron, porque ahora seríamos todos como Evo Morales».

Rápidamente notemos que Evo Morales no es un gobernante teocrático, autoritario, esclavista y asesino y que no es un reproductor de los modales de la Santa Inquisición. Notemos también que Evo Morales no es un rey ni un emperador ni es un gobernante inca (y entiendo que es de origen aymara, lo que lo coloca en una región distinta de la tradición, por lo demás). Evo Morales es simplemente un presidente electo de un país latinoamericano y pertenece a un grupo étnico que a Bayly le suena parecido a los incas.

Pero lo fundamental es lo otro: ¿qué cosa le hace pensar a Bayly que, sin la llegada providencial del imperio español, los andes de hoy seguirían siendo los de hace 500 años? Respuesta: su incapacidad de percibir a la población andina como cualquier otra población mundial: una colectividad cambiante, una entidad temporal, que gira y crece y se transforma en la historia, como toda la humanidad.

¿Y qué hay detrás de esa idea? La creencia de que el único camino para el progreso latinoamericano es la abolición de lo indígena, su negación, su reemplazo por cualquier otra cosa.

Bayly cree que la importación de cientos de miles de esclavos africanos, el criminal subyugamiento de los indígenas, el régimen despótico de tres siglos, la imposición de una nueva religión, la condena a muerte de los que se resistieran, la confiscación de lo ajeno, la servidumbre y la conversión del continente americano en la despensa y el centro de extracción de la corona española eran ya en sí mismos una mejoría, porque lo que había antes, eso sí que era brutal, eso sí que era bárbaro y eso sí que era salvaje. Pero no esto otro. ¿En qué cabeza cabe? En la cabeza de un idiota.

Y para que quede claro que Bayly no sólo tiene dificultades con la historia, sino que tiene también problemas para el pensamiento abstracto, recordemos lo siguiente: lo que él trataba de probar en su monólogo era que los incas no eran socialistas. Sin embargo, al final dice que si no hubiera sido por los españoles los latinoamericanos seguiríamos siendo «como Evo Morales», a quien Bayly detesta, entre otras cosas, por socialista. ¿Total? Son misterios que sólo penetran las mentes esclarecidas y los lectores «perspicaces». Como diría Borges: deben tener una explicación «en su libro».

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