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El chamullo energético de Piñera

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Si los jesuitas mostraron que había que hacer un techo para todos, si Alejandro Aravena y ONGs como Sur han señalado que es posible densificar con dignidad y belleza, si hay una docena de países que han crecido en la última década y bajado su consumo energético, significa que otro camino es viable.


El intelectual Elmar Roempczik, eligió la cumbre del cerro Santa Lucía en el otoño del año 91, para lanzar su libro Crecimiento o Desarrollo, el dilema del modelo chileno. Desde el cerro no se divisaba, por cierto, la cordillera de Los Andes, tan sólo oír el ruido ensordecedor de la Alameda y la azotea de algunos edificios, incluyendo alguna de las oficinas de Piñera, quien sí podía ver el verde en el otelo mítico de los pichunches.

Era obvia la afirmación del alemán partidario de alianzas entre verdes y socialdemócratas- de hecho trabaja en la Fundación Ebert, pero votaba por los Verdes-: el modelo chileno de crecimiento  basado en materias primas, mediocre educación y un demanda creciente de energía (7%  anual), redundará en la incapacidad del desarrollo, sucesivos conflictos sociales, incapacidad de producir empleos de mayor valor agregado, y por tanto, la desigualdad se prolongará.

Los verdes, que acaban de ganar en Sttutgart y obtener una alta votación en otras regiones de Alemania y Europa, eran considerados en el año 91 unos “bichos raros”. Su “programa” esencial es ir a un modelo alternativo de crecimiento moderado, pero más solidaridad, convivencia ambiental y menos compulsión por el consumo y el gasto energético.

Piñera y el Gobierno de derecha, así como una parte importante de los economistas concertacionistas, insisten para apoyar Hidroaysén con la vieja cantinela de que si no se hace vendrán cortes de luz y que se hipotecará la posibilidad del mentado desarrollo. Los opositores seríamos una colección de hippies, verdes rabiosos, progresistas desubicados, los disidentes e izquierdistas de siempre, y algunos curas liberacionistas que adoran más a San Francisco que algunos santos contemporáneos.

[cita]Hay una docena de países que han crecido en la última década y moderado e incluso, como la propia Alemania, bajado su consumo energético. Se lo explicamos hasta el cansancio al Ministro Tokman en la tramitación de la Ley del Ministerio de Energía, que transitaba hacia un ministerio pro autorización de nuevas centrales  y represas, subvalorando todo el amplio mundo de acciones en ahorro.[/cita]

La repuesta es que ellos son unos chamullentos que cometen un error estratégico y de que los datos demuestran que el otro camino es viable. Ya se ha dicho: hay una docena de países que han crecido en la última década y moderado e incluso, como la propia Alemania, bajado su consumo energético. Se lo explicamos hasta el cansancio al Ministro Tokman en la tramitación de la Ley del Ministerio de Energía, que transitaba hacia un ministerio pro autorización de nuevas centrales  y represas, subvalorando todo el amplio mundo de acciones en ahorro.

La GTZ, instituciones ambientalistas, Nicola Borregard, Sara Larraín, mostraron los ejemplos y se logró que la eficiencia energética ocupara al menos un espacio en el modelo institucional; se trabajó con la SOFOFA mejora en motores, alumbrado con algunos municipios, etiquetado de refrigeradores y otros electrodomésticos para que el consumidor prefiriera lo más “responsables”. Tibiamente, y con poca implementación práctica, se lanzaron subsidios de apoyo a la aislación térmica de nuevas viviendas. La colocación de esos subsidios ha sido ínfima, así como la apuesta por un mejoramiento masivo y puesta al día en eficiencia energética de miles de escuelas y servicios públicos.

No hay “premios” a las municipalidades con redes de ciclovías, o que apliquen la obvia disminución del alumbrado después de medianoche. Seguimos en la iluminación paranoico y extrema para defenderse del “delincuente”, que quita poesía a las ciudades, como lo denunciaba Diamela Eltitt en Lumpérica. País de metrópolis del miedo, el control y el gasto energético desenfrenado, como si no se viera el mundo que avanza en iluminación con celdas solares, en luz tenue y eficiente en veredas, en industrias con motores menos ruidosos y con menos gasto de consumo, en aislación de las casas de los pobres, y en doble ventanas como subsidios a las clases bajas y medias para comprometerse al desarrollo de verdad, aquel que es amigable con el medio ambiente.

Vino la crisis de los altos precios del petróleo y la falta de gas argentino. Se probaron algunas de estas medidas- también el creciente mercado de las fuentes verdes gracias a la ley del 5% de origen en centrales de paso o eólicas-. El “milagro” se produjo: Chile bajó sustancialmente su demanda de energía en el trienio 2007-2009.

Los partidarios de las mega represas chamullan, mienten para no ver que es posible hacer mucho más en eficiencia y crear nuevas industrias y empleos, que como se ha dicho hasta el cansancio, se puede hacer el triple en apoyo a nuevas fuentes amigables y socialmente con utilidades repartidas (como un programa sustantivo a lo solar, a las micro fuentes de pasada con asociaciones de canalistas, movilizando capital social), en un  nuevo trato para la vivienda verde y con menos gasto en todo Chile. Si los jesuitas mostraron que había que hacer un techo para todos, si Alejandro Aravena y ONGs como Sur han señalado que es posible densificar con dignidad y belleza, los arquitectos y empresarios pro verde están esperando las normas e incentivos para Chile revolucione en este ámbito y sea ejemplo de drástico recorte energético.

El cura liberacionista ve en Aysén un pedazo verde del “Reino” que se extingue, los  micro empresarios turísticos de Coyhaique tienen pesadillas,  los que han creído en el país de los parques al fin del mundo, la Patagonia inmaculada, ven desterrada una épica civilizatoria, agraviado un sueño para el mundo.

Piñera compró unos bosques en la zona sur de Chiloé y aún debe tener la oficina que mira el cerro Huelén en el centro de Santiago. Su error es “histórico”. Otro camino para Chile es posible. Elmar Roempczik, como muchos, sueñan con la nueva convergencia fraterna roja,verde y lila, que construya ese camino en el país dramático al fin del mundo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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