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Aprobación de Hidroaysén

José Maldifassi
Por : José Maldifassi académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias y experto en energía
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El aporte energético, económico y social de Hidroaysen será significativo en el mediano plazo ayudando a satisfacer la creciente demanda por electricidad, la cual, de no haberse logrado tal aprobación, habría requerido de una cantidad importante de centrales a carbón, con los consiguientes costos ambientales.


Después de años de controversias finalmente se aprobó por parte del consejo regional de Aysén la construcción de las centrales hidroeléctricas en la zona de los ríos Baker y Pascua.  Desde un punto de vista institucional este hecho viene a reforzar el modelo de desarrollo regional, donde los responsables de la administración de cada zona política del país asumen la decisión de autorizar los proyectos que afectan directamente el bienestar social y económico de los habitantes de la zona, protegiendo su patrimonio ecológico y cultural.

Si bien la operación de las centrales hidroeléctricas generará beneficios económicos para los inversionistas, es indudable que la otra arista de este proyecto es el beneficio económico y social que producirá su capacidad de generación de electricidad, en un país en el cual cerca de un 66% de la energía que se consume es importada.  La principal fuente de energía primaria de origen nacional es la leña, la cual al año 2007 representó un 53,4% del total, algo que refleja el bajo grado de industrialización de nuestra matriz energética nacional.

Al existir una correlación casi 1 a 1 entre el crecimiento económico y el crecimiento del consumo de energía eléctrica, es indudable que para que el país crezca también lo debe hacer su capacidad de generación de energía eléctrica.

[cita]El aporte energético, económico y social de Hidroaysen será significativo en el mediano plazo ayudando a satisfacer la creciente demanda por electricidad, la cual, de no haberse logrado tal aprobación, habría requerido de una cantidad importante de centrales a carbón, con los consiguientes costos ambientales[/cita]

En nuestro país las zonas de demanda eléctrica están fuertemente concentradas en la zona minera del Norte, la zona industrializada de Santiago y las zonas urbanas de Concepción-Talcahuano y Valparaíso-Viña.

La geografía no ayuda mucho en este sentido ya que el Sistema Interconectado Central (SIC), columna vertebral de la generación y transporte de electricidad, debe llevar electricidad por tramos muy largos, con pérdidas significativas y problemas operativos serios en casos de emergencia.  La ausencia de ríos de caudal permanente y la protección de los lagos en la zona Sur hacen imperativo que las centrales térmicas se instalen en la costa, afectando la calidad de vida de los ciudadanos de las zonas aledañas a tales centrales, como ocurre en forma dramática en Ventana, Chocota y Puchuncaví.  Centrales ubicadas en centros urbanos densamente poblados como las de Renca y Nueva Renca son actualmente impensables.

Por motivos históricos las principales cuencas hidroeléctricas ya han sido explotadas, tales como Laja, Maule, Rapél y el alto Biobio, quedando sólo caudales de potencia marginal, los cuales, por motivos de protección ambiental, serán explotados como centrales de pasada, lo que disminuirá aun más su potencia útil.  No es mucho entonces lo que tenemos disponible como país para aportar a nuestra demanda eléctrica futura.

Si bien la aprobación de Hidroaysén se ha realizado en la Comisión Regional respectiva, el mayor beneficio energético será para la zona central del país, liberando recursos energéticos para ser consumidos en la industria, que demanda cerca de un 45% de la energía primaria total que consumimos, con fuerte predominancia del consumo de la Gran Minería del cobre.  Por consiguiente, el aporte energético, económico y social de Hidroaysen será significativo en el mediano plazo, no generando excedentes energéticos, sino que ayudando a satisfacer la creciente demanda por electricidad, la cual, de no haberse logrado tal aprobación, habría requerido de una cantidad importante de centrales a carbón, con los consiguientes costos ambientales.

Estamos por tanto en presencia de un hecho histórico como lo fue en su oportunidad la construcción de las primeras centrales hidroeléctricas de Sauzal, Pilmaiquén y Abanico, de la década de los años 40, Cipreses en los años 50, la interconexión mediante el SIC y la construcción de Rapel en los años 60,  El Toro en los años 70, Colbún y Antuco en los años 80, todas ellas obras de ingeniería imprescindibles para lo que fue el desarrollo económico y social de Chile en los últimos 50 años.  Las obras de ingeniería requeridas para construir las represas, la instalación de una línea de corriente continua de 2 mil kilómetros de largo, la primera en Chile, y las instalaciones eléctricas anexas serán un importante desafío para las nuevas generaciones de ingenieros de nuestro país, lo cual reportará importantes beneficios colaterales en lo tecnológico e industrial, y en forma más significativa, beneficios económicos y sociales para los ciudadanos de Aysén.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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