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Diálogo emotivo sobre energía… ¡ahora!

Diálogo emotivo sobre energía… ¡ahora!

Rodrigo Castillo
Por : Rodrigo Castillo Director académico del Magister en Regulación Económica, de la Universidad Adolfo Ibáñez, Abogado de la U. de Chile y Magister en Filosofía, Política y Ética.
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Como dice la canción que cito al inicio de esta columna. Hoy, quienes despiertan en otoño, son los hijos de quienes vivieron antaño esas otras primaveras. Ya en los 60’s aprendimos que no bastaba con intentar explicarles que están equivocados. Además, porque también en lo técnico y económico hay matices válidos, que no pueden ser simplemente desechados como meras rabietas emotivas.


Papá cuéntame otra vez

Ese cuento tan bonito

De gendarmes y fascistas

Y estudiantes con flequillo…

Y dulce guerrilla urbana

En pantalones de campana

Y canciones de los rollings

Y niñas en minifalda…

(Ismael Serrano)

Mi ambiente más habitual son los serios (y bastante aburridos) salones de conferencias. Cada semana, de cada mes, de cada año, concurro a los más diversos eventos académicos o empresariales sobre Energía. No me quejo. Es mi trabajo. Y aunque parezca extraño me gusta mucho.

Como dice la canción que cito al inicio de esta columna. Hoy, quienes despiertan en otoño, son los hijos de quienes vivieron antaño esas otras primaveras. Ya en los 60’s aprendimos que no bastaba con intentar explicarles que están equivocados. Además, porque también en lo técnico y económico hay matices válidos, que no pueden ser simplemente desechados como meras rabietas emotivas.

Depende en gran medida del contexto general el que el ambiente esté más tranquilo o algo menos en estos doctos escenarios. Sin embargo, son muy pocas las ocasiones en las que se puede vivir auténtica emoción o adrenalina. De hecho, hasta ahora, no lo había visto nunca.

Y la pregunta que corresponde hacer es por qué hoy, la energía, sus fuentes y características, han llegado a transformarse en un tema político y hasta emocional.

Hay una respuesta fácil. Pero que no me convence. La ciudadanía está siendo manipulada emocionalmente por los movimientos ambientalistas, con argumentos falaces e irreales y es por ello que nuestra gente, confundida y desinformada, sale a clamar por cosas que no entiende.

Si esta fuera la respuesta, es probable que en efecto el problema fuera sólo “comunicacional”. En el sentido profundo de la palabra. Lo que necesitaríamos es explicar mejor la realidad para que así, con información suficiente, el público se convenza de que el tema energético es realmente sólo técnico y económico, y que por lo tanto no corresponden las reacciones emocionales ni políticas. Menos si éstas se basan en información errónea.

Y sin embargo, la historia nos muestra, con demasiada frecuencia, que las manifestaciones ciudadanas, justamente por provenir de la emocionalidad, por emanar de anhelos colectivos que son imposibles de satisfacer con números, estadísticas o explicaciones técnico-económicas, requieren ser comprendidas y enfrentadas con una zona del cerebro que para quienes solemos recorrer los pasillos de la academia o de la industria, nos cuesta poner en marcha.

Esto no significa, por cierto, que los gobiernos deban gobernar mirando sólo las encuestas, o que estén dispuestos a llevar adelante iniciativas absurdas, simplemente porque provienen del clamor popular. Tampoco significa que este debate se trate de un diálogo imposible entre realidad técnicas y emociones. De lo que se trata es, justamente, de ser capaces de analizar en profundidad lo que hay detrás de las expectativas y de las movilizaciones. Acogerlas “emocionalmente” en lugar de rechazarlas “técnicamente”.

Yo jamás olvido las palabras de Winston Churchill: “El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio.”. Y no las olvido ya que al leerlas en el contexto histórico en que fueron pronunciadas, y conociendo la biografía de quien las dijera, su sentido es exactamente el contrario del aparente. Winston Churchill fue un gran demócrata. Toda su vida. Sin concesiones. Y lo que nos quiere decir es justamente que a pesar de todo, la democracia implica el saber interpretar, con sabiduría, los anhelos del pueblo. No para hacer o dejar de hacer literalmente lo que la opinión pública nos dicte, sino para canalizar esos anhelos con respeto y altura de miras.

Como dice la canción que cito al inicio de esta columna. Hoy, quienes despiertan en otoño, son los hijos de quienes vivieron antaño esas otras primaveras. Ya en los 60’s aprendimos que no bastaba con intentar explicarles que están equivocados. Además, porque también en lo técnico y económico hay matices válidos, que no pueden ser simplemente desechados como meras rabietas emotivas.

Nuestro país necesita con urgencia un diálogo inclusivo sobre Energía. Para poder seguir avanzando. Para poder llevar adelante las metas de desarrollo. Para poder continuar la lucha contra la pobreza.

Nuestro país necesita energía. Nuestro país no puede rechazar a priori ninguna de sus fuentes de generación. Estoy dispuesto a debatir sobre estos puntos con quien me quiera acompañar, en el escenario que escoja, pues estas afirmaciones no son falacias ni mentiras del sistema. Pero para que ese debate tenga realmente sentido, debe partir por hacerse cargo de los trade – off que implica. No negarlos o tacharlos. Es en esto en lo que creemos quienes desde hace más de 2 años trabajamos en escenarios energéticos (www.escenariosenergeticos.cl). Es esta la invitación que una vez más haremos al país, para aportar a este clima de convivencia que tanto nos hace falta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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