Publicidad

El precio de la salud

Felipe Aldunate
Por : Felipe Aldunate Director Editorial AméricaEconomía
Ver Más

No es simple la definición de indicadores de calidad. Por ejemplo, una clínica a la que se le mueren más pacientes por una enfermedad, digamos, de cáncer abdominal, no es porque sea mala en ese aspecto, sino que puede ser tan buena y gozar de tanto prestigio, que los pacientes más riesgosos van a esa clínica a tratarse. Como atiende a pacientes de mayor riesgo, sus tasas de mortandad son mayores que uno que reciba pacientes de menor gravedad.


El SERNAC puso un tema de alta polémica sobre la mesa: las diferencias de costos entre distintas clínicas en Chile. El ministro de Economía dijo que las diferencias de precios entre los distintos prestadores eran escandalosas y anunció la creación de una mesa de trabajo para tratar el asunto.

Hay que hacer algunas precisiones en esta polémica. Primero que las grandes diferencias de precios entre una clínica y otra no tienen al paciente, el consumidor final, como principal afectado. Los pacientes no eligen una institución de acuerdo al precio-lista que tienen los servicios médicos, sino que comparan simplemente el copago, es decir, la parte del monto que su compañía de seguro (isapre o fonasa) no le cubre. Son muchos los casos de pacientes que eligen clínicas mucho más costosas para tratarse pues el copago que ofrece su plan es mucho menor. El diferencial de precio que revela el SERNAC es un tema más relevante en la tensa relación que tienen las clínicas con las aseguradoras, pues son éstas las que deben asumir el mayor o menor costo de la prestación.

Otro punto importante es que dos prestaciones, aunque tengan el mismo nombre, no necesariamente son iguales de clínica a clínica. En los servicios médicos, la calidad de la tecnología, la de los recursos humanos, incluso la de la gestión del aseo y la higiene, son fundamentales. Si bien las diferencias de precios suenan escandalosas, el estudio del SERNAC deja pasar el tema de la diferencia en la calidad que las distintas instituciones pueden ofrecer. Esto no quiere decir que no haya abusos. Pero en la gestión de salud, la calidad de un tratamiento tiene que ver con la prestación en sí y con el contexto institucional en que se da esa prestación. Por ejemplo, en imagenología, un mismo examen puede ser realizado con insumos de alta calidad, y por lo tanto más caros, que pueden permitir un mejor diagnóstico o con insumos que cumplen con ciertos estándares básicos, pero que tienen menor predictibilidad. Cada institución determina los grados de certezas con los que quiere y puede trabajar.

[cita]No es simple la definición de indicadores de calidad. Por ejemplo, una clínica a la que se le mueren más pacientes por una enfermedad, digamos, de cáncer abdominal, no es porque sea mala en ese aspecto, sino que puede ser tan buena y gozar de tanto prestigio, que los pacientes más riesgosos van a esa clínica a tratarse. Como atiende a pacientes de mayor riesgo, sus tasas de mortandad son mayores que uno que reciba pacientes de menor gravedad.[/cita]

Factores como estos determinan que la calidad entre una institución y otra sean disímiles. En AméricaEconomía, hemos realizado estudios para entender cómo se está llevando a cabo la gestión hospitalaria en América Latina y hemos encontrado evidencia clara que en Chile como en el resto de la región, hay grandes diferencias en la calidad de los servicios médicos que se ofrecen, incluso para instituciones que están dentro de una misma ciudad.

Para eso hicimos una profunda investigación entre directores médicos de grandes centros de salud de toda la región y directores de facultades de medicina de algunas de las universidades más reconocidas y les preguntamos sobre cuáles son las claves en la gestión hospitalaria de alta calidad. Con esa información, definimos la metodología para evaluar y comparar la calidad de las mejores clínicas y hospitales de América Latina.

No es simple la definición de indicadores de calidad. Por ejemplo, una clínica a la que se le mueren más pacientes por una enfermedad, digamos, de cáncer abdominal, no es porque sea mala en ese aspecto, sino que puede ser tan buena y gozar de tanto prestigio, que los pacientes más riesgosos van a esa clínica a tratarse. Como atiende a pacientes de mayor riesgo, sus tasas de mortandad son mayores que uno que reciba pacientes de menor gravedad.

Sin querer extenderme mucho en este punto, nuestro equipo mide la calidad hospitalaria de acuerdo a seis dimensiones: seguridad y dignidad del paciente, capital humano, capacidad, gestión del conocimiento, eficiencia y prestigio.

Para el último ranking que publicamos convocamos a 190 clínicas de toda América Latina, y finalmente rankeamos las 45 mejores. De Chile se incluyeron sólo cinco, representantes del sector privado, del universitario y del público: La Alemana, Las Condes, Hospital Clínico Universidad de Chile, Hospital Sótero del Río y el Hospital Alberto Hurtado.

Es posible que haya clínicas mejores que éstas en Chile. No obstante, han preferido no dar a conocer sus datos. Una buena clínica es una que está dispuesta a mostrar sus indicadores de calidad a quien lo solicite, y que tiene institucionalizado los procesos para hacerlo. En un rubro como el médico, ser transparente es también síntoma de mayor calidad.

Hay algunos datos interesantes que dio nuestro estudio sobre clínicas y hospitales en Chile frente a las del resto de América Latina. Las clínicas chilenas tienen una de las tasas de enfermeras profesionales más altas de la región. Es además, después de Brasil, el país de la región que mejor paga a sus médicos. Algunas de sus instituciones están entre las  con mayor reputación de toda América latina (Las Condes, Alemana, UC). De hecho, Chile es considerado por los latinoamericanos como el país con mejores clínicas y hospitales de América Latina, después de Brasil.

Una conclusión relevante de nuestro estudio es que en salud, la calidad cuesta plata. Para ver el tema de los costos y precios, usamos como indicador el costo promedio por egreso (lo que la clínica le cuesta en promedio atender a un hospitalizado desde que entra hasta que sale) y el precio promedio facturado por ese egreso. Si bien entre las instituciones chilenas que participan del ranking hay una gran disparidad de costos y precios de acuerdo a la calidad y su posición en el ranking (tal como lo midió el SERNAC), no sucede lo mismo cuando las comparamos con instituciones de calidad equivalente de otros países. Por ejemplo, las Clínicas Alemana y Las Condes, las dos chilenas que forman parte del top five latinoamericano, tienen costos y precios similares a los de clínicas top de Brasil, México, Colombia o Argentina.

Sí coincidimos con el SERNAC, el cual no incluyó al sector público en su muestra, en que es una industria en la que requiere mucha más claridad y transparencia, pero no sólo en materia de precios. Muchas veces los abusos no consisten en cobrar más caro sino, por ejemplo, pedir exámenes innecesarios para un tratamiento, aunque estos tengan el precio “justo”. Es fundamental, por esto que no sólo se publiquen los precios de las prestaciones, sino que la cantidad de exámenes promedio que las clínicas  y hospitales piden para ciertos tratamientos.

Por esto, cualquier ejercicio de darle mayor claridad y transparencia al sistema debe ir acompañado de indicadores de calidad de los servicios y en los procesos de gestión que están detrás de ellos. Después de todo, la salud no es un commodity.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias