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La descomposición

Carlos Ominami
Por : Carlos Ominami Ex ministro, ex senador, Foro Permanente de Política Exterior y Fundación Chile21.
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Las fuerzas de la noche parecieran imponerse de nuevo. Lo más grave ha sido la actitud del Presidente de la República. Hasta ahora ha evitado pronunciarse de modo directo. Lo ha hecho a través de su vocero que ha descalificado formalmente el acuerdo. Gran oportunidad pérdida. Gran confirmación que es un “gerente pato cojo”, como afirmó hace poco The Financial Times.


Junto a muchos sentí que el acuerdo entre la DC y RN abría una posibilidad de oxigenar el sistema político chileno. La evidencia de su desprestigio, ineficacia, falta de energía y capacidad transformadora, es aplastante. No me importó nada que la iniciativa proviniera de partidos que no son el mío. Igualmente, me pareció frívolo el alegato de algunos molestos por no haber sido consultados.

Lo importante era el hecho que se pusieran en agenda un conjunto de temas, que no son nuevos, pero que corresponden a reformas indispensables que se vienen reclamando desde hace… décadas. Si la atención en el último tiempo se concentró en el sistema electoral binominal fue, simplemente, porque él constituye la expresión máxima de la inequidad. Sin embargo es evidente, que la sustitución por otro -supongamos un buen sistema proporcional corregido- no resolverá todos los males que aquejan a la política nacional: la monarquía constitucional, el centralismo asfixiante, el deterioro de los partidos, el mal funcionamiento de la mayoría de los municipios por falta de recursos y adecuada fiscalización, por nombrar los principales.

Se le abría también al gobierno, y muy especialmente al Presidente de la República, la posibilidad de recuperar liderazgo poniéndose a la cabeza de un gran proceso de reforma y renovación de la política.

[cita]Este episodio, por su envergadura, tendrá repercusiones importantes. La tregua estival, si es que existe, será pequeña. Pueden pasar muchas cosas. ¿Resistirá Carlos Larraín a la cabeza de RN? ¿tendrá que humillarse RN frente a las presiones de la UDI?, ¿obligará el episodio a que el gobierno proponga al menos un cambio más sustancial al sistema electoral? Son preguntas que se irán respondiendo en las próximas semanas.[/cita]

La ilusión duró poco. Rápidamente comenzaron a circular los análisis mezquinos. Algunos vieron aquí un intento de Carlos Larraín de saldar sus cuentas con La Moneda y el Presidente Piñera. De paso –se dijo también- se trata de limitar las facultades del próximo Presidente, el cual difícilmente será alguien de la Alianza. Otros argumentaron que esta era una  maniobra de la DC para recuperar protagonismo e intentar salvar, mediante un semi presidencialismo, a un sistema de partidos amenazado de colapso. En materia de segundas intenciones la imaginación puede ser de extrema fertilidad y proporcional al grado de descomposición del sistema.

No tengo idea si esas intenciones estuvieron presentes. Presumo simplemente buena fe de parte de quienes sacaron adelante este acuerdo. Y por último, ¿qué tan determinantes pueden ser esos propósitos inconfesables frente al hecho que dos fuerzas políticas importantes -de gobierno y oposición- se hacían por fin cargo de anhelos democráticos largamente acariciados?

Sin embargo, las fuerzas de la noche parecieran imponerse de nuevo. Los liberales de Renovación Nacional enmudecieron o se plegaron al alegato fútil de que esto no había sido conversado previamente al interior de la  Alianza. ¿Puede alguien argumentar que un acuerdo de este tipo hubiera podido abrirse paso al interior de la Alianza sin encontrarse rápidamente con el veto de la UDI? La reacción de esta última ha sido implacable, acusando deslealtad y amenazando con paralizar la negociación municipal, y poniendo en entredicho el acuerdo en virtud del cual un diputado de RN debe presidir la Cámara de Diputados el presente año. Se ha llegado incluso a pedir que la directiva de RN desahucie el acuerdo con la DC.

Lo más grave ha sido la actitud del Presidente de la República. Hasta ahora ha evitado pronunciarse de modo directo. Lo ha hecho a través de su vocero que ha descalificado formalmente el acuerdo. Gran oportunidad pérdida. Gran confirmación de que es un “gerente pato cojo”, como afirmó hace poco The Financial Times.

Este episodio, por su envergadura, tendrá repercusiones importantes. La tregua estival, si es que existe será pequeña. Pueden pasar muchas cosas. ¿Resistirá Carlos Larraín a la cabeza de RN? ¿Tendrá que humillarse RN frente a las presiones de la UDI?, ¿Obligará el episodio a que el gobierno proponga al menos un cambio más sustancial al sistema electoral? Son preguntas que se irán respondiendo en las próximas semanas.

Hay, sin embargo, algo que parece haberse confirmado. El sistema político chileno sigue cuesta abajo en la rodada. Definitivamente, no habrá en este período una reforma a fondo de instituciones cada vez más despreciadas por la ciudadanía. A falta de convicciones continuará la descomposición. Mal por Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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