Publicidad
Velasco le da de carambola a Bachelet Opinión

Velasco le da de carambola a Bachelet

Cristóbal Bellolio
Por : Cristóbal Bellolio Profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Ver Más

Es altamente improbable que Bachelet sacrifique su conservadora dinámica de lealtades en aras de refundar la coalición en base a nuevos actores o nuevos modelos de acción política. Al denunciar el cuestionable modus operandi concertacionista, Velasco emplaza a su ex jefa a hacerse cargo del virus que terminó por aniquilar el espíritu de la coalición política más exitosa que recuerde la historia de Chile.


La arremetida de Andrés Velasco contra Guido Girardi y las prácticas clientelistas de la Concertación le renta favorablemente al ex ministro de Hacienda. Más allá de los legítimos cuestionamientos sobre la oportunidad, Velasco levanta el eje de la probidad para diferenciar entre aquellos que ponen los intereses del país por delante y aquellos que sólo buscan favorecer a los ahijados políticos. Así como Marco Enríquez-Ominami sintetizó en Escalona todos los males de una Concertación añeja y cerrada sobre sí misma, Velasco también escoge un antagonista a la medida para encarnar en él todas las vergüenzas de la actividad política. Y así como en su momento Escalona fue creíble en el rol de villano, Girardi es perfecto para este papel de bandido.

Sin embargo, ME-O fue exitoso en su estrategia de victimización (“no me dejan competir”) porque llevó su discurso a la acción y pateó fuerte el tablero: renunció al PS y corrió por fuera hasta primera vuelta. Cuesta entender en cambio cómo Andrés Velasco quiere ser el candidato de una coalición cuyos principales referentes despliegan un estilo que él rechaza categóricamente. Pedir que la Concertación opere bajo una lógica no-clientelista es como esperar que el peronismo argentino no utilice el aparato público como caja pagadora de fidelidad.

[cita]La bengala lanzada por el precandidato independiente no sólo quema a Girardi, sino indirectamente a la propia Bachelet. De ganar las próximas elecciones, la ex Presidenta volverá a gobernar con la Concertación que todos conocemos. Es vox populi que las disputas internas de la oposición giran en torno a quiénes controlaran el poder en un segundo mandato bacheletista.[/cita]

Por lo anterior la bengala lanzada por el precandidato independiente no sólo quema a Girardi, sino indirectamente a la propia Bachelet. De ganar las próximas elecciones, la ex Presidenta volverá a gobernar con la Concertación que todos conocemos. Es vox populi que las disputas internas de la oposición giran en torno a quiénes controlaran el poder en un segundo mandato bacheletista. El propio Girardi, Camilo Escalona, Osvaldo Andrade, Gutenberg Martínez o Jorge Pizarro son sólo algunos de los caciques que afilan sus colmillos a la espera de reposicionar sus redes de influencia en el Ejecutivo. Es altamente improbable que Bachelet sacrifique su conservadora dinámica de lealtades en aras de refundar la coalición en base a nuevos actores o nuevos modelos de acción política. Al denunciar el cuestionable modus operandi concertacionista, Velasco emplaza a su ex jefa a hacerse cargo del virus que terminó por aniquilar el espíritu de la coalición política más exitosa que recuerde la historia de Chile.

Girardi argumentó que Velasco quería maquillar diferencias ideológicas con cuestiones de estilo. El segundo respondió que las divergencias eran de forma y no de fondo. Pero ocurre que en estos casos la forma afecta al fondo. Lo que tenemos aquí son dos estructuras de incentivos que pugnan pero coexisten en el ámbito de la política: Girardi representa al clásico político profesional interesado en la distribución de los productos públicos y de qué maneras estos afectan a ciertos grupos, en especial electores propios. Velasco en contraste aparece como el tecnócrata preocupado de la eficiencia económica de las políticas públicas y cómo éstas afectan a la sociedad en su conjunto.

Ahora bien, Girardi tiene razón al sostener que ambos apuntan a proyectos de país distintos. La tesis del derrumbe del modelo y la aspiración a izquierdizar la Concertación que testimonia el comportamiento del senador PPD no es intelectualmente compartida en el entorno liberal de Velasco. Es entendible que el ex ministro quiera echarle tierra encima al debate ideológico —su postura parece ser minoritaria al interior de la Concertación— y por lo mismo prefiere llevar la conversación al terreno ético de las buenas y malas “prácticas”, lo que le permite además forjar alianzas transversales con figuras específicas en lugar de casarse con organizaciones completas.

Revelando que la carga afectiva tira, Andrés Velasco todavía se siente parte de lo que Patricio Navia llamó la “gran familia concertacionista”. Pero a estas alturas parece el marido que después de 20 años de matrimonio descubre que sus problemas conyugales se deben a que su señora es fea y le exige una cirugía. Lamentablemente para él, su señora se asume orgullosa con sus defectos. Al marido le quedan entonces dos alternativas: quererla como es o mandarse a cambiar, ya que no tiene sentido seguir pateando la perra en la intimidad. Si Velasco realmente quiere encarnar un nuevo estilo debe transitar por el camino del heroísmo solitario —y por qué no, fundacional—, desechar las primarias de un conglomerado que no va a cambiar el chip, y seguir adelante hasta la primera vuelta presidencial.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias